Lucas tuvo un accidente
informa Daniela en cuanto se sienta. ¿Qué pasó? pregunta, alarmado, Gustavo. Mordió una copa y la rompió. ¿Se lastimó
mucho? Bastante, le tuvieron que suturar la lengua contesta y calla. Luego
de un rato Gustavo propone. ¿Me querés
contar más? Ella se cubre la cara con ambas manos. Fue espantoso; por primera vez en años fuimos a almorzar afuera con el
nene, un restaurante chiquito, muy tranquilo, cerca de casa; todo marchaba
bastante bien, Ariel estuvo en la vereda con el nene hasta que trajeron la
comida, le pedimos papas fritas que le encantan y las puede comer con las
manitos; yo le había llevado su vasito de plástico, por supuesto, pero en un
segundo me sacó mi copa y la mordió; escuché el ruido y cerré los ojos; cuando
los abrí la sangre le salía a borbotones; Ariel atinó a sacarle los vidrios de
la boca; los del restaurante llamaron al SAME que llegó rapidísimo; Ariel le
sostenía una servilleta contra la boca y las tenía que cambiar enseguida porque
se empapaban; finalmente lo llevaron al Hospital de Niños, lo cosieron y ya
está mejor; un par de puntos nada más, no sé cómo podía salir tanta sangre de
un corte tan chico. ¿Cómo actuó Lucas? No me quiero acordar; aullaba; cuando lo
bajaron de la ambulancia no lo podían controlar entre dos y ni siquiera tiene
tres años; tuvieron que operarlo con anestesia general. Gustavo le sirve
agua y espera que se tranquilice un poco antes de preguntarle ¿y cómo te sentiste vos? Horrible; no supe
cómo enfrentar la situación, no sé qué hubiera hecho sin Ariel; si por mí hubiera
sido, mi hijo habría muerto, me paralicé. Dejaste de ser un adulto comenta
Gustavo. Sí, era una nena aterrorizada.
Pero estaba Ariel. Sí, él lo salvó. Y te contuvo a vos. Sí, creo que nunca lo quise
tanto; lo admiré, además; fuerte pero dulce; y yo no serví para nada. ¿Te
escapaste corriendo? Ella lo mira con intensidad. ¡¿Qué está diciendo?!, en cuanto salió de la anestesia la única que logro
tranquilizarlo fui yo; hasta se dejó abrazar. Daniela ella lo mira no gastes energía retándote porque necesitás
toda la posible para seguir adelante, seguramente no es fácil el posoperatorio.
¡No!, me tomé licencia, hay que darle de comer cosas frías a cada rato para
aliviarle el dolor; hace días que casi no duermo. ¿Y todavía te sentís
culpable? Ella amaga con replicar
pero luego se encoge de hombros y sonríe.
Gustavo busca papel y lápiz. Tiene que consultar
tantas cosas con Ana María que teme olvidarse. Anota: ¿hice bien en no retener a Laura?; ¿es conveniente que Camilo venga la
semana próxima solo con la madre?; ¿tengo que llamar a María Inés?;
¿corresponde que atienda al sobrino de Raúl?; ¿supe manejar la recaída de
Daniela?. Cuando concluye la lista se da cuenta de que nada de todo eso es
lo importante: volvió Cecilia.
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