Volvió Cecilia informa Gustavo y
no hace falta que me aclare que me
encontró sin ninguna posición tomada añade enojado porque ella, como
siempre, había tenido razón el miércoles
pasado me mandó un mail avisándome; me pasé la semana postergando las
decisiones y su llegada, por supuesto, me encontró sin respuestas. Ofrece
las manos, las palmas hacia arriba y añade sonriendo como verá hice todo mal. Ella le devuelve la sonrisa y aclara en realidad, parece que no hizo. Gustavo
ladea la cabeza y continúa me llamó desde
Ezeiza a la madrugada y me preguntó si podía venir para casa; me tomó de
sorpresa y le dije que sí; charlamos primero en casa y después en un bar; me
contó que les ofrecieron quedarse en Chile, que él aceptó pero que ella no,
porque no puede plantearse vivir sin los chicos; la relación con el tipo en
¨standby¨ definió; me planteó quedarse en casa hasta que definiéramos qué hacer
pero le dije que no; propuso irse al living pero le aclaré que ni una noche iba
a tolerar ese disparate; le dije que hoy mismo teníamos que decirle a los
chicos la verdad de una vez por todas. Ana María se queda en silencio,
mirándolo con su famosa sonrisa. A él le da bronca. ¿Le causan gracia mis miserias? pregunta, muy serio. Ella, sin abandonar su
sonrisa, le aclara nos equivocamos ambos
porque hacer, sí que hizo. Gustavo arquea las cejas. Le dejó claro a su mujer que no podía regresar a su casa como si nada
hubiera pasado; y pudo sostener su posición a pesar de la insistencia de ella; no es fácil echar a alguien. Yo no la eché. Ahora es Ana
María quien eleva las cejas al mirarlo. ¿Está
seguro? Él repara en que sí, fue capaz de negarse. Tal vez sí la eché. La echó le confirma Ana María y el siente un
alivio indescriptible. Como si en la masa fofa en que se había transformado
empezaran a brotar los huesos. Creo que
la eché porque sabía que si se quedaba una sola noche, yo iba a sucumbir a mi
enorme deseo de abrazarla. Doblemente valiosa su actitud; si usted la hubiera
recibido, imagínese cómo se sentiría ahora consigo mismo. Se instala el
silencio. Gustavo quisiera quedarse así, eternamente. ¿Qué pasó con Natalia? le pregunta Ana María. No le comenté nada, cancelé el encuentro de hoy. ¿Ya no tiene ganas de
verla? No es eso, en realidad me encantaría poder hablarle de Cecilia, que ella
como mujer me aconsejara. ¿Y qué lo detiene? No quiero hacerle daño; de todos
modos, lo que más me preocupa ahora son los chicos. ¿Cómo le explicaron a usted
sus padres la separación? Él la mira, como suspendido. Mamá siempre me contó que papá nos había abandonado por otra contesta
luego de unos segundos.. ¿Usted considera
que su padre lo abandonó? Gustavo se queda pensando. No concluye al cabo de un rato no
lo tuve tanto como lo necesité pero a mí no me abandonó. ¿Sí a su madre? ¿A qué
viene este revolver mi pasado? A que me parece importante que no repita el
error; sus hijos no debieran sentir que su madre los abandona ni que su padre
es un hombre abandonado. Gustavo mira el reloj. Repentinamente recuerda sus
propósitos. Necesito consultarle sobre
mis pacientes informa. Ana María lo invita con un gesto de sus manos.
Novela por entregas. Gustavo está iniciando su carrera de terapeuta. Miércoles a miércoles, su propia vida y la de sus cinco pacientes se va modificando. ¿Los acompañamos?
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