Sale del ascensor. Tiene las manos húmedas. Lo reciben
Lacán y, desde la cocina, la voz de Martina. ¡Vení, papi! Cecilia pica
perejil mientras la nena guarda la crema en la heladera. ¿A que no sabés que cocinamos? Y él sabe y no le alegra. Golpe bajo, eso no se
hace. Papi, ¡te olvidaste de saludarme! reclama
Martina. El intento de obviar la mejilla de Cecilia se desbarata. Besa a ambas. En diez minutos está listo informa ella aprovechá el viaje y llevate el pan. De camino al dormitorio lo
intercepta Nacho. Hola, pa dice y
eleva la palma de la mano para que él la choque suerte que llegaste, las mujeres no paran de hablar, me ponen de la
nuca. Tras los diez minutos anunciados se sientan a comer. Martina
charlando hasta por los codos; Nacho, reticente. Gustavo lo observa. Este chico
está raro, piensa. Quizá Cecilia también lo nota porque permanentemente trata
de involucrarlo en la conversación. ¿Cómo
está el pollito, papi? pregunta la nena. Riquísimo tiene que admitir él a su pesar. Instintivamente observa
el plato de Nacho: aún casi lleno.
Me voy a acostar informa Nacho levantándose de la mesa. Gustavo siente
que se le para el corazón: llegó el momento de actuar. Esperá un ratito, por favor, tenemos que charlar los cuatro indica.
¿No puede ser mañana?, estoy recansado.
Pobrecito, te despertaste temprano intercede Cecilia. Nacho hace una mueca.
¿De qué querés que hablemos? pregunta
la nena. Mejor nos sentamos en el living propone
Gustavo. Los chicos obedecen. ¿Tiene que
ser hoy?, yo también estoy fundida le
pregunta Cecilia en voz baja. Sí,
cuanto antes mejor insiste él. Instantes
después los cuatro, acomodados en los sillones, se miran en silencio. Hacela corta, pa pide Nacho con cara de
fastidio. En realidad es tu madre la que
tiene que hablar. Mira entonces a Cecilia. Está desencajada, los brazos
cruzados sobre sí misma. Hoy no estoy en
condiciones dice en voz muy baja contales
vos. Gustavo pesca un rápido intercambio visual entre sus hijos, las cejas
arqueadas. Luego, percibe la intensidad de los tres pares de ojos sobre él. Se
queda en blanco. ¿Qué debe decirles?, ¿qué la mamá tiene un amante?, ¿qué su
papá permitió por semanas que siguiera viviendo en esa casa?, ¿qué los dejó
para irse a Chile con ese hombre?, ¿qué ahora él es muy macho por eso no le permite
quedarse? Recuerda las palabras de Ana María. Ahora lo importante son los chicos.
Mamá y papá no están pasando por un buen
momento de su relación; necesitamos tomarnos un tiempo para decidir si queremos
seguir estando juntos. Recién cuando
percibe el dolor en las caritas de los chicos se da cuenta de que pudo hablar.
Se da cuenta, también, de que obvió el verbo abandonar. ¡Por favor no se separen! pide Martina llorando. Cecilia, a su
lado, la abraza. ¿Por eso te fuiste a
Chile? pregunta Nacho a su madre, agresivo. No, mi amor, me mandaron del trabajo. ¿No van a estar más juntos? solloza
la nena No, muñequita, no al menos por
ahora aclara Gustavo. ¿Por eso
dormías en el living? Nacho sigue atando cabos. Sí admite él. ¿Y quién se va
a ir? Gustavo y Cecilia cruzan las miradas. Tenemos que decidir muchas cosas, pero esta noche me voy yo dice
ella. ¿Y adónde te vas a ir? Martina
le ahorra a Gustavo la pregunta. A lo de
los abuelos. La nena hunde la cabeza en el pecho de la madre. A Gustavo se
le rompe el corazón. Pase lo que pase,
siempre seguirán teniendo mamá y papá, trataremos de que sea para ustedes dos lo
más fácil posible. Me voy a dormir determina Nacho levantándose. ¿Me acostás, mami? pide la nena. Cecilia
la acompaña a su cuarto y Nacho se dirige al suyo. Gustavo termina de levantar
la mesa. Está lavando la vajilla cuando Cecilia entra a la cocina. Gracias dice ella. ¿Por lavar los platos?, no me gusta dejarle a Juana tanto quilombo. No,
gracias por no mandarme al frente con los chicos. Él cierra la canilla y se
seca las manos en el repasador. No lo
hice por vos explica. Gracias en
nombre de los chicos, entonces dice y amaga terminar de lavar. Dejá la detiene él después sigo. ¿Después de qué? Después de que te vayas. ¿Ya me estás
echando?, ¿no querés que tomemos un café?
Gustavo recuerda las palabras de Ana María; ¿la está echando?
Entonces mira a Cecilia de pleno. Jean, remera ajustada, el pelo recogido.
Siente una leve excitación. Su única salvación consiste en que ella se vaya. Preferiría
que te fueras. Cecilia baja levemente los hombros. Él muere por abrazarla.
Se clava las uñas en la palma de la mano. A
la tarde vendré a ver a los chicos informa ella avísame cuándo querés que nos encontremos. Él asiente con la
cabeza. Ella se dirige al living. Él se queda parado, los ojos cerrados, los
brazos caídos. Minutos después Cecilia regresa con la cartera y un bolso. Me voy informa. Se acerca y lo besa en
la mejilla. Su perfume lo trastoca. Que desaparezca. Ya. Él inspira
profundamente y retiene el aire. Recién cuando escucha el ruido de la puerta,
exhala. Se sienta ante la mesa de la cocina y esconde la cabeza entre las manos.
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