jueves, 5 de junio de 2014

121

Sale del ascensor. Tiene las manos húmedas. Lo reciben Lacán y, desde la cocina, la voz de Martina. ¡Vení, papi!  Cecilia pica perejil mientras la nena guarda la crema en la heladera. ¿A que no sabés que cocinamos? Y él sabe y no le alegra. Golpe bajo, eso  no se hace. Papi, ¡te olvidaste de saludarme! reclama Martina. El intento de obviar la mejilla de Cecilia se desbarata.  Besa a ambas. En diez minutos está listo informa ella aprovechá el viaje y llevate el pan. De camino al dormitorio lo intercepta Nacho. Hola, pa dice y eleva la palma de la mano para que él la choque suerte que llegaste, las mujeres no paran de hablar, me ponen de la nuca. Tras los diez minutos anunciados se sientan a comer. Martina charlando hasta por los codos; Nacho, reticente. Gustavo lo observa. Este chico está raro, piensa. Quizá Cecilia también lo nota porque permanentemente trata de involucrarlo en la conversación. ¿Cómo está el pollito, papi? pregunta la nena. Riquísimo tiene que admitir él a su pesar. Instintivamente observa el plato de Nacho: aún casi lleno.


Me voy a acostar informa Nacho levantándose de la mesa. Gustavo siente que se le para el corazón: llegó el momento de actuar. Esperá un ratito, por favor, tenemos que charlar los cuatro indica. ¿No puede ser mañana?, estoy recansado. Pobrecito, te despertaste temprano intercede Cecilia. Nacho hace una mueca. ¿De qué querés que hablemos? pregunta la nena. Mejor nos sentamos en el living propone Gustavo. Los chicos obedecen. ¿Tiene que ser hoy?, yo también estoy fundida le pregunta Cecilia en voz baja. Sí, cuanto antes mejor insiste él. Instantes después los cuatro, acomodados en los sillones, se miran en silencio. Hacela corta, pa pide Nacho con cara de fastidio. En realidad es tu madre la que tiene que hablar. Mira entonces a Cecilia. Está desencajada, los brazos cruzados sobre sí misma. Hoy no estoy en condiciones dice en voz muy baja contales vos. Gustavo pesca un rápido intercambio visual entre sus hijos, las cejas arqueadas. Luego, percibe la intensidad de los tres pares de ojos sobre él. Se queda en blanco. ¿Qué debe decirles?, ¿qué la mamá tiene un amante?, ¿qué su papá permitió por semanas que siguiera viviendo en esa casa?, ¿qué los dejó para irse a Chile con ese hombre?, ¿qué ahora él es muy macho por eso no le permite quedarse? Recuerda las palabras de Ana María. Ahora lo importante son los chicos. Mamá y papá no están pasando por un buen momento de su relación; necesitamos tomarnos un tiempo para decidir si queremos seguir estando juntos. Recién cuando percibe el dolor en las caritas de los chicos se da cuenta de que pudo hablar. Se da cuenta, también, de que obvió el verbo abandonar. ¡Por favor no se separen! pide Martina llorando. Cecilia, a su lado, la abraza. ¿Por eso te fuiste a Chile? pregunta Nacho a su madre, agresivo. No, mi amor, me mandaron del trabajo. ¿No van a estar más juntos? solloza la nena No, muñequita, no al menos por ahora aclara Gustavo. ¿Por eso dormías en el living? Nacho sigue atando cabos. admite él. ¿Y quién se va a ir? Gustavo y Cecilia cruzan las miradas. Tenemos que decidir muchas cosas, pero esta noche me voy yo dice ella. ¿Y adónde te vas a ir? Martina le ahorra a Gustavo la pregunta. A lo de los abuelos. La nena hunde la cabeza en el pecho de la madre. A Gustavo se le rompe el corazón. Pase lo que pase, siempre seguirán teniendo mamá y papá, trataremos de que sea para ustedes dos lo más fácil posible. Me voy a dormir determina Nacho levantándose. ¿Me acostás, mami? pide la nena. Cecilia la acompaña a su cuarto y Nacho se dirige al suyo. Gustavo termina de levantar la mesa. Está lavando la vajilla cuando Cecilia entra a la cocina. Gracias dice ella. ¿Por lavar los platos?, no me gusta dejarle a Juana tanto quilombo. No, gracias por no mandarme al frente con los chicos. Él cierra la canilla y se seca las manos en el repasador. No lo hice por vos explica. Gracias en nombre de los chicos, entonces dice y amaga terminar de lavar. Dejá la detiene él después sigo. ¿Después de qué? Después de que te vayas. ¿Ya me estás echando?, ¿no querés que tomemos un café?  Gustavo recuerda las palabras de Ana María; ¿la está echando? Entonces mira a Cecilia de pleno. Jean, remera ajustada, el pelo recogido. Siente una leve excitación. Su única salvación consiste en que ella se vaya.  Preferiría que te fueras. Cecilia baja levemente los hombros. Él muere por abrazarla. Se clava las uñas en la palma de la mano. A la tarde vendré a ver a los chicos informa ella avísame cuándo querés que nos encontremos. Él asiente con la cabeza. Ella se dirige al living. Él se queda parado, los ojos cerrados, los brazos caídos. Minutos después Cecilia regresa con la cartera y un bolso. Me voy informa. Se acerca y lo besa en la mejilla. Su perfume lo trastoca. Que desaparezca. Ya. Él inspira profundamente y retiene el aire. Recién cuando escucha el ruido de la puerta, exhala. Se sienta ante la mesa de la cocina y esconde la cabeza entre las manos.

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