domingo, 29 de junio de 2014

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Gustavo está recostado contra la pared. Recién son las diez. Dos veces pidió ver a la nena y dos veces se lo negaron. Hijos de puta, piensa, se creen los dueños del poder. Abre el libro que descansa en su falda. Laura Gutman. El puerperio y otro misterios del alma femenina. Se lo pasó Natalia. Me lo pasó con la correspondiente paciente, aclara. Mientras sigue leyendo reconfirma su movimiento interno. Todo arranca de la infancia. Todo se construye allí. Inútil intentar arreglar la terraza sin conocer los materiales de las bases. Sin embargo, cuando él intentó remover las estructuras, sus pacientes se defendieron  como pez con anzuelo en la boca. Pero ahora él está decidido. Ya no se le van a escapar. Hola, hijo lo sorprende la voz de su madre antes que su beso en la mejilla ¿cómo está mi princesa? Gustavo experimenta un profundo alivio. Parece que mejor, con un poco de suerte esta tarde la pasan a una habitación contesta. ¡Gracias a Dios! exclama su madre rogué tanto por ella. Gracias a Grieco quisiera corregirlo él, repentinamente irritado. Así es con mamá, evalúa, del amor al odio sin escalas. ¿Puedo verla? No todavía, acompañame a tomar un café sugiere intentando relajarse.  Suben en el ascensor. Ella no para de hablar. Gustavo se arrepiente de su propuesta. Prefiero un té indica ya sentados tengo el estómago dado vuelta. Gustavo recuerda que, desde niño, a su madre siempre le dolió el estómago en situaciones críticas. Allá ella, no está en condiciones de ocuparse de alguien más. ¿Cecilia? Se fue un rato a trabajar. Ustedes están separados, ¿no? ¡Mamá!, ¿qué película te armaste ahora? Nadie quiere contarme nada, tus hijos son tumbas, se creen que soy idiota; desde que Cecilia regresó todos me eluden; si no hubiera sido por la enfermedad de la nena, no habría conseguido verlos. Gustavo recién repara en que nunca le dio instrucciones a los chicos con respecto a la información a la abuela. No hizo falta, por lo visto. ¿No confiás en tu propia madre? Estamos temporalmente distanciados admite él, ¿para qué seguir ocultándolo? pero ahora lo único que tiene que importarnos es Martina. A lo mejor la nena está tratando de juntarlos dictamina su madre. Gustavo recibe el impacto. Vos siempre fabulando, mamá. Ella ladea la boca y agita la cabeza. Vayamos bajando indica él Grieco debe estar por llegar.

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