jueves, 26 de junio de 2014

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¿Qué significa tu presencia? le pregunta Gustavo a Joaquín cuando lo ve instalado. El chico hace un gesto extraño con la boca. No te capto. ¿Tus padres saben que estás aquí? Joaquín se calza una sonrisa burlona. Vos tampoco confiás en mí, yo sabía. Gustavo está por zafar con un giro idiomático cuando el chico agrega si estoy es porque me dejaron; en eso quedamos, ¿no? Tenés razón admite él una a cero. Una sonrisa de dientes blancos afloja la ceñuda cara del chico. ¿Querés contarme cómo se lo tomaron? propone Gustavo. No tengo ganas de hablar de ellos. De acuerdo, hablame de vos. Joaquín lo mira, parece desconcertado. ¿Y qué querés que te cuente? Por qué estás acá, por ejemplo. Ya te dije, me va mal en el colegio. Sin embargo me aclaraste que esa era una preocupación de tus padres; ¿cuál es la tuya? Siempre me fue mal en el colegio. Entonces sí te preocupa. No me importan las notas y esas cosas, ya estoy acostumbrado a llevarme materias, total ya estoy en cuarto y solo repetí una vez. ¿Y qué otra cosa sí te importa? El chico se encoge de hombros, hace un gesto despectivo con la boca. ¿Por qué creés que te va mal? Mucho no estudio. ¿Cuándo estudias sacás buenas notas? Casi nunca. ¿A qué lo atribuís? Es que yo no sirvo para nada responde Joaquín, la vista en el piso. ¿Quién dice eso? pregunta Gustavo. El chico  levanta la cabeza. Yo lo pienso contesta al cabo de un rato. ¿Desde cuándo lo pensás? Joaquín se encoge de hombros. Ni idea. ¿Ni idea? Bah, desde siempre admite. Gustavo hace, adrede, un largo silencio. Hasta que el chico lo mira. ¿Quién te dice desde siempre que no servís para nada? Gustavo percibe que el rostro del chico va sufriendo mínimas y paulatinas transformaciones. La boca se arquea hacia abajo, los hombros caen. ¿Quién decidió que no servís para nada? El chico calla. ¿Tu mamá? Joaquín niega. ¿Tu papá? El pibe, los codos en las rodillas,  esconde la cabeza entre las manos. Luego de varios minutos Gustavo  lo convoca  Joaco,  ¿querés tomar algo? El pibe se incorpora. No, gracias. Me gustaría que hiciéramos un ejercicio. Joaquín lo mira con curiosidad. ¿De qué tipo? pregunta. Cerrá los ojos indica Gustavo ahora tratá de recordar alguna escena en que tu papá te diga que no servís para nada. El chico aprieta los párpados con fuerza. Hoy me retó porque rompí un vaso. ¿Qué te dijo? Eso, me retó. ¿Cuáles fueron sus exactas palabras? No me acuerdo. Hacé un esfuerzo. El chico permanece en silencio un largo rato. Joaco, ¿qué te dijo tu papá? pregunta Gustavo con dulzura. ¡Tan pelotudo como siempre! grita el pibe, abre los ojos y lo mira ¿ahora estás contento?, ¿a vos también te gusta hacerme sentir mal? ¿Estaban solos? continúa Gustavo desestimando los comentarios. No, con mi mamá. ¿Ella no dijo nada? No, mi mamá nunca me insulta, mi mamá es una masa. Gustavo se queda reflexionando. O sea que tu mamá no te defendió. Joaco se endereza en el sillón. ¿Cómo? Tu mamá permite que tu papá te maltrate. ¡Mi papá ni me tocó! se defiende el chico. Cuando tu papá te pega, ¿tu mamá te defiende? Joaquín se agarra la cabeza con ambas manos. Es que mi papá es imparable. ¿Tu papá es violento con vos? Es raro que me pegue pero cosas, sí que me dice. ¿A tu mamá también la maltrata? ¡No!, jamás le grita, a ella la ama. ¿Y a vos? Joaquín permanece con el rostro oculto durante varios minutos. Luego se descubre, fija los ojos en Gustavo y en voz bajísima dice no lo sé. Gustavo contiene el fuerte impulso de abrazarlo. El chico se levanta. Se me hace tarde informa y deja el dinero sobre la mesa. ¿Querés que vuelva el miércoles? pregunta ya en la puerta. Por supuesto contesta Gustavo tengo muchas ganas agrega mientras le oprime  el brazo. Los ojos del chico se llenan de lágrimas.


Gustavo está desolado. Nunca le dije pelotudo a Nacho, piensa, tratando de entenderse. Sin embargo no logra serenarse. Se asoma al balcón. Refrescó mucho.  Se aprieta los brazos con ambas manos. Un auto estaciona justo enfrente. Daniela se baja. Qué raro, piensa él, siempre llega caminando. Ve, entonces, que del auto también desciende un hombre.  Cierra la puerta y se dispone a recibirlos.

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