Este es Ariel indica Daniela desde el palier. Adelante, mucho gusto le tiende la mano Gustavo. Es un muchacho
delgado, apenas más alto que ella, de facciones delicadas y ojos claros.
Gustavo recuerda la foto de Lucas. Sí, el chiquito se parece mucho al padre.
Daniela se ubica y le hace un gesto al marido. Él se sienta a su lado. Parece
cohibido. Gustavo sonríe y le pregunta ¿cómo estás? Daniela me pidió que viniera. ¿Vos querías venir? Ariel echa una rápida mirada a su mujer y luego
mira a Gustavo. No mucho contesta
sonriendo. ¿Entonces por qué estás aquí? Dani
nunca me pide nada; si lo hizo será porque es importante para ella. ¿Te explicó
por qué? Ariel niega con la
cabeza. Daniela, me gustaría que le
comentaras a tu marido lo que estuvimos charlando la sesión pasada. Mejor no dice
ella creo que no fue una buena idea que
Ariel viniera. Pero ya estoy aquí, qué precisás de mí. Daniela se retuerce
las manos. ¿Me vas a contar de una vez
por todas? No puedo contesta ella mirando el piso. Entonces me voy dice Ariel levantándose tuve que pedir permiso en el trabajo para venir. Daniela no emite
sonido. Gustavo se incorpora y lo acompaña hasta la puerta. Perdoname pide el muchacho me saca cuando se congela. Gustavo le
tiende la mano, sonriendo. Cuando vos
quieras podés acompañarla le sugiere, resaltando el vos. Cierra la puerta y regresa al consultorio. Daniela sigue en la
misma posición. Gustavo recuerda las palabras del marido. Sí, está congelada. ¿Qué te paso? le pregunta, luego de un
rato. Usted pensará que soy idiota.
Pienso que estás aterrada la corrige él. Ella se abraza a sí misma. Daniela, ¿de qué tenés tanto miedo? Luego
de un largo silencio ella contesta no sé
y comienza a sollozar. Gustavo siente
un fuerte impacto. Pierde la noción del tiempo. Algo trascendental está
operando dentro de él. Cuando vuelve en sí, ella lo está mirando, ya calmada.
Parece extrañada. Todo lo que hemos hecho
hasta el momento son emparches dice Gustavo te propongo que empecemos de nuevo, de otra manera; que indaguemos en
tu infancia con detalle y profundidad; solo así podrás conocerte; si no,
seguiremos a ciegas la mira con intensidad ¿estás dispuesta?, no va a ser fácil. Ella, desencajada, asiente
con la cabeza.
Gustavo se recuesta sobre la puerta cerrada. Hoy ha
sido un día importante, piensa. Está tratando de recordar en detalle las
sesiones cuando vibra el celular. Mensaje de Cecilia. Llamame en cuanto puedas. Me había olvidado de mi hija, se reta. No
tiene ganas de hablar con Cecilia. Sin embargo, obedece al instante. ¿Qué pasó? La nena no sigue bien volvió a
vomitar. Gustavo controla el reloj. Voy
a terapia, cerca de las nueve estoy en casa y decidimos qué hacer. Cuando
cuelga descubre que hace unos meses Cecilia hubiera actuado por las suyas sin
consultarle. El peso de su actual responsabilidad lo aplasta.
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