Gustavo acaba de
leer El lenguaje de los gestos por
eso observa con atención a Raúl, sentado con soltura en el diván. Como si fuera suyo, piensa. Está reclinado
sobre el respaldo, la sonrisa franca, la pierna derecha apoyada sobre la
rodilla izquierda. Un hombre concluye él, qué duda. Recuerda las piernas cruzadas de María Inés, también su postura
es acorde a lo descripto para su género. Gustavo se pregunta cómo se sentará el
marido de ella. Hoy lucís satisfecho
inicia la sesión. Anoche finalmente
cojimos dice Raúl. Se te nota
comenta Gustavo. En cuanto entré a casa
después de mi primera vez, la vieja me preguntó “¿te pasó algo?”, ¿será que se
me queda pegado el olor a sexo? ¿Será que tengo buen olfato con los pacientes? bromea Gustavo. Raúl
ríe. Gustavo repara en que es la primera
risa en tres meses de tratamiento. ¿Debe reír él? Solo acentúa la sonrisa y
después pide contame. Aunque no puedas creerlo, fue ella la que
vino al pie; yo ya ni la buscaba, estoy harto de me deje pagando. ¿Pasó algo
que explique el cambio de actitud de Lisa? ¿De veras considerás que vale la
pena hacer el esfuerzo de intentar comprender a las mujeres? Raúl ríe de
nuevo y después refiere con sumo detalle todo lo acontecido en la cama, se
regodea describiendo sus habilidades amatorias. Cuando Gustavo considera que ya
es más que suficiente y se dispone a interrumpirlo, Raúl, de la nada, informa le dije a Lisa que estaba pensando en irme
de casa. Al fin, piensa Gustavo. Sin embargo, solo comenta entonces el sexo fue resultado de una
amenaza. Amenaza, no se defiende
Raúl lo estoy pensando en serio. Lo estabas pensando lo corrige él y la
sonrisa de Raúl se congela. Le arruiné la alegría, piensa Gustavo. Siempre conseguís joderme se lo confirma
Raúl. ¿Trayéndote a la realidad? ¿Qué es
la realidad? se enoja Raúl. El
proyecto de irte de tu casa se va a pique porque tu esposa aceptó tener sexo con vos dice Gustavo. ¿Habrá sido demasiado agresivo?
Si Ana María lo escuchara, ¿lo retaría? La sombra permanente de su propia
analista. ¿Vos querés que me vaya de
casa? pregunta Raúl. ¿Vos creés que
deberías irte de tu casa? reformula Gustavo. Raúl apoya los codos en las
rodillas, junta las manos y se proyecta hacia adelante mientras dice a lo mejor es la única manera de que ella
descubra que me necesita. ¿Entonces? pregunta
Gustavo. No puedo irme. ¿Por qué? Raúl entierra la vista en la alfombra. ¿Por quién? Los ojos de Raúl describen
una trayectoria curva hasta que enfrentan a Gustavo. Soy yo el que no puede vivir sin
ella confiesa en voz muy baja. Hace
meses que estás viviendo sin ella. Raúl parece tan abatido que Gustavo mira
su reloj y aunque faltan unos minutos determina lo dejamos por hoy.
Miércoles 8 de agosto de 2012
Miércoles 8 de agosto de 2012
Raúl se dedica a
lo que Gustavo ya ha referido a Ana María como maniobras dilatorias. Anécdotas, bromas. Gustavo asiente, pasivo
pero al acecho. Hasta que Raúl, de la nada, dice Lisa parece una puta y luego calla. Gustavo se endereza. Es un comentario extraño, explicate. Solo coje cuando traigo plata a casa. La
madre del borrego, piensa Gustavo. ¿Tuvieron relaciones esta semana? pregunta. Anoche
se tiñó el pelo, anteanoche ordenó el placar, y así, y así, la puta que te
parió. Raúl cruza los brazos, cabecea.
Debo deducir entonces, que esta semana no aportaste dinero. Raúl se encorva, como
un caracol evalúa Gustavo, y agrega ni esta, ni la otra, ni la anterior. Solo
me dijiste que sos arquitecto, contame en qué trabajás inquiere Gustavo
y ante el rictus de Raúl se rectifica de
qué solés trabajar. A ver Raúl tamborilea
los dedos cómo explicarte esquiva la
mirada de lo que venga, ¿Y qué
hacés cuando no viene nada?
pregunta Gustavo luego de un rato. Raúl sonríe, burlón ¿Lisa te pasó letra? Gustavo solo lo mira, intencionalmente muy
serio. Me pudre, no necesito que me digan
lo que tengo que hacer. Por qué no me
contás qué es lo que tenés que hacer.
Si fuera por Lisa, seguir adosado a mi viejo de por vida. ¿Y si
fuera por vos? Toda la vida dependí de mi viejo, necesito abrirme de mi viejo.
Una descarga de adrenalina para Gustavo.
Tu viejo… Gustavo arrastra
adrede la palabra nunca lo mencionaste.
¿Nunca te hablé del rey de Textilandia? Gustavo percibe el contraste entre
la amplitud de la sonrisa y la tensión en la mandíbula. ¿Textilandia es su empresa? Raúl lanza una carcajada, carente de
alegría, evalúa Gustavo. Vos tomás las
cosas al pie de la letra. Me gustaría trompearlo, piensa Gustavo y se alarma
por pensarlo. Mi viejo tiene varias empresas textiles, no sé exactamente cuántas se
tira sobre el respaldo más de cinco y
menos de diez, digamos. Un par largo, diría Nacho. Gustavo controla el
reloj y anuncia lamentablemente, tenemos que dejar acá; la semana que viene retomaremos
el tema. Me salvo el gong dice Raúl sonriendo y se incorpora.
Miércoles 15 de agosto de 2013
Miércoles 15 de agosto de 2013
Hace casi media
hora que Gustavo escucha hablar a Raúl sobre política. Ahora sobre la
conferencia de Stiglitz en Económicas.
Es
lo que yo siempre le digo a Lisa, ninguna
economía se recupera a través de la austeridad. Gustavo lo mira,
interesado. Explicame pide. Lisa cree que reducir los gastos nos va a
solucionar los problemas, pero es totalmente al revés. No te sigo. Hay que pensar en grande, no reducirse, invertir
los gestos de Raúl son enérgicos, ampulosos es la única manera de despegar. Gustavo busca un anzuelo. Para invertir se necesita un capital. Raúl
detiene sus movimientos, lo mira. ¿Qué querés
decirme? ¿Qué creés que quiero decirte? Raúl aprieta las manos cruzadas. Dejemos de jugar al gran bonete; me saca que
repitas todo lo que digo sonríe, despectivo a veces me pregunto si me sirve para algo gastar tanta plata viniendo
acá. La teoría de Lisa acota
Gustavo. Se me está acabando la
paciencia. Lo que te irritó fue la
mención del capital, ¿estoy en lo cierto? Raúl calla. ¿Qué representa para vos el capital? Silencio. ¿Quién lo representa? Más
silencio. ¿El rey de Textilandia? Basta,
Gustavo, estoy harto de que me jodas. Raúl se incorpora, busca el dinero en
el bolsillo y lo deja sobre la mesa con brusquedad. De acuerdo dice Gustavo continuaremos
la semana que viene.
Miércoles 22 de agosto de 2013
Miércoles 22 de agosto de 2013
Raúl comenta me salió un laburito.
Describe con entusiasmo la próxima refacción del baño de un local. Gustavo lo
escucha, en silencio. Sin embargo, en cuanto Raúl calla, le propone háblame de tu padre. Veo que tenés la idea
fija. Se reacomoda, se toca la barba. Mi
viejo me destruyó, eso sí, con la mejor de las intenciones. ¿Cómo es eso? Desde
chiquito su objetivo fue convertirme en su sucesor, pobre, no tuvo suerte con su
primogénito; me hice echar de todos los colegios bilingües a los que me mandó;
terminé el secundario a los ponchazos en un estatal; el drama fue cuando
comencé a militar en Montoneros, imagínate, casi le agarra el ataque, primero
ideológicamente y luego, claro, por temor, quería, a toda costa, que me fuera a
estudiar a Estados Unidos, pero yo estaba
muy comprometido, ¿te la hago corta?, un día vino la cana a buscarme,
destruyeron mi cuarto, buscaban papeles, pero por supuesto yo en casa, no tenía
nada, cuando volví a la noche, en esa época no había celulares, mi vieja estaba
al borde de un infarto; me asusté, la puta
madre cómo me asuste; papá me esperaba
con el pasaje comprado; al día siguiente
salí para Miami, allí vivía un tío; yo
tenía diecinueve años, le avisé a mi contacto, a mi novia que también militaba
y hui como una rata; me quedé hasta que subió Alfonsín; ni bien volví la conocí
a Lisa y empecé arquitectura, todos contentos; ¿qué te parece la historia?
concluye. Gustavo reflexiona unos
segundos y luego señala creo que tu
militancia no comenzó con Montoneros. No te sigo dice Raúl. Militaste contra tu padre desde la infancia.
Raúl arquea las cejas, se tironea de la barba. De todos modos continúa Gustavo en
el episodio puntual que acabás de referirme, no me doy cuenta cuál es el motivo para tamaño rencor. Raúl sonríe, amargo. Excluí
un detalle. Bebe agua. Te escucho. Lo
de la cana fue trucho, lo fraguó mi viejo. ¿Cómo te enteraste? Él mismo me lo
dijo, nunca olvidaré esa tarde, se reía, como si festejara un chiste, me
cagó la vida y se reía; el valiente exilado transformado en el pelotudito de
papá, ni a Lisa se lo conté. Se incorpora. ¿Puedo ir al baño? pregunta. Gustavo asiente. Inspira y exhala.
Trata de relajarse. Demasiado para hoy. Cuando regresa, Raúl comenta me querés creer que los azulejos del baño
son los mismos que acabo de comprar para el local. Licencia para el rey de
Textilandia, piensa Gustavo, aliviado, mientras lo escucha hablar de albañiles
y contratistas.
Miércoles 29 de agosto de 2012
Miércoles 29 de agosto de 2012
Esta mina raja la tierra comenta
Raúl mientras se sienta. Segundos después comienza a hablar de la obra. Se lo
ve contento, piensa Gustavo. Nunca te vi
tan entusiasmado le comenta en cuanto Raúl hace una pausa. Sí, la maldición bíblica no es tal. No te
entiendo. Raúl sonríe, con sorna califica él y responde ganarse el pan con el sudor de la frente nos
beneficia más de lo que nos perjudica se atusa la barba rojiza ¿sabés lo que me tiene mejor? busca la
mirada de Gustavo es una de las pocas veces en la vida en que el
laburo no viene a través de mi viejo, o de alguna de sus infinitas relaciones.
¿Cómo está Lisa? Los ojos de Raúl cobran
brillo. Hecha una seda, ya te dije, Lisa
es una puta. Gustavo se toma unos minutos, reflexiona antes de decir vos
le adjudicás el cambio exclusivamente a ella, quizá tu propia sexualidad esté
ligada a la posibilidad de sentirte un hombre más allá de la cama; tal vez tu
sexualidad se vea inhibida por la dependencia de tu padre. El rostro de
Raúl se endurece. ¿Creés que me estás
ayudando con la brutalidad que acabás de decir? Él acusa recibo, se
equivocó, su intervención fue precipitada. Ana María lo alertó varias veces,
descubrir la causa de un conflicto no habilita a un terapeuta a explicitarlo
hasta que no llegue el momento propicio. Se sirve agua. Si mi comentario es tan absurdo no veo el motivo de que te altere
tanto. No me altera, me da bronca que un título te habilite para decir lo
primera boludez que te pasa por la cabeza. Gustavo entierra la mirada en el
piso, quisiera como el ministro de economía decir: me quiero ir. Bastante con
que su esposa esté revolcándose en Chile con el amante para tener que soportar
el castigo adicional de un paciente cuya transferencia le resulta tan hostil.
Quizá debiera interrumpir el tratamiento, lo consultará con Ana María. Quizá debiera abandonar la profesión, no sirve para esto. ¿Trabajar en la fábrica con
su padre para siempre? Cuando levanta la vista se choca con los ojos de Raúl
sobre él. La autoestima de Gustavo se precipita al escuchar ¿sabés una cosa?, mejor me voy. Gustavo
se incorpora, en silencio, al ver que Raúl se para. Antes de subir al ascensor,
mientras Gustavo piensa que, pese a todo, es una alivio haber perdido a este
paciente, Raúl comenta otro día te
cuento.
Miércoles 5 de setiembre de 2012
Miércoles 5 de setiembre de 2012
Raúl habla sobre su trabajo con entusiasmo. Cuando está promediando la sesión, Gustavo comenta
pensé que quizás no vendrías. Raúl lo
mira con sorpresa si te dije que otro día
te contaba. ¿Qué? inquiere Gustavo. Raúl se tira sobre el respaldo del
diván, levanta los brazos, los cruza tras la nuca. ¿Cómo fue tu primera vez? pregunta. A lo mejor tenés ganas de
hablar sobre la tuya. La vista de Raúl se pierde en el ventanal. El día
en que cumplí quince años mi viejo, para mi sorpresa, me invitó al cine y después
a cenar; cuando estábamos comiendo el postre, un panqueque, me acuerdo bien, me
preguntó si ya había debutado, así me lo dijo; yo me puse colorado y negué con
la cabeza; él me preguntó si al menos le
había dado un beso a la que era entonces mi noviecita; cuando le dije que sí,
me preguntó ¨¿le tocaste las tetas?¨ , ¨no
se deja¨, le contesté yo, él se rió y dijo ¨esto hay que solucionarlo¨,
mientras llamaba al mozo. Raúl se interrumpe y pregunta ¿te
aburre? Continuá, por favor Gustavo hace un gesto, alentándolo.
Raúl entrecierra los ojos y sigue salimos, subimos a un taxi y cuando le
pregunté a dónde íbamos me contestó que era una sorpresa; bajamos en un
edificio de departamentos; tocó el portero eléctrico y subimos en silencio; nos
abrió una mujer joven, muy pintada, con ropa apretada ; ¨ aquí te traigo a mi
pibe, te lo recomiendo¨, le encargo papá;
ella se rió y le dijo ¨quedate tranquilo, te lo dejo como nuevo; volvé en una
hora¨; papá se fue y yo me quedé con la mina,
temblando; ella se desnudó, rajaba la tierra, y me puso en bolas; me
sobó por todos lados pero no se me paraba; a mí, que la tenía siempre al palo y
que me pasaba el día haciéndome pajas, no se me paró: lo peor era saber que se
lo iba a contar a mi papá Raúl se cubre los ojos con las manos cuando me vino a buscar yo bajé solo; me
preguntó cómo me había ido y yo le contesté que no quería hablar; él se rió
se tironea de la barba, tanto que la boca se le deforma creo que ahí empecé a odiarlo. Lamento mucho que se nos haya acabado el
tiempo informa Gustavo es valiosísimo lo que acabás de contar. ¿Me
querés creer que siempre tengo miedo de
que no se me pare? Raúl se incorpora se me para pero siempre tengo miedo de que no.
Camina, con la cabeza gacha, hasta la puerta. ¿Estás bien? lo despide Gustavo. A
veces preguntás cada boludez dice Raúl
antes de darle la espalda.
Miércoles 12 de setiembre de 2012
Miércoles 12 de setiembre de 2012
Terminé con
la refacción del baño y me salió otra obrita cuenta Raúl del local de al lado,
les gustó lo que yo había hecho. Un nuevo trabajo que conseguís sin la
intervención de tu padre. Sí, eso es lo mejor, no sé cómo explicártelo, siento
que lo estoy jodiendo, mirá qué boludez, a él qué mierda le importa. Nunca es
una boludez lo que decimos; a lo mejor le importás y todo. Raúl cruza la
pierna sobre la rodilla, una postura tan suya. ¿De veras creés que no le
importás a tu padre?, todo lo que me contaste sobre él no habla de
indiferencia. A ver si nos entendemos, yo no pienso que mi viejo no me quiera,
lo que siento es que no me respeta; se cree que soy otra sucursal de
Textilandia, que puede disponer de mí, piensa que soy un inútil que precisa que
le estén marcando el camino para que no se equivoque; piensa que sin él yo no
sería nada, que sin su plata no sería nadie; ¨te mandé a Miami¨, delante de la
gente lo dice, ¿sabés lo que es tener un padre así? pregunta. Gustavo
siente las axilas empapadas, por suerte es oscuro el suéter, piensa. A veces siento que lo odio. ¿Y otras veces?
Mi viejo no es cualquier persona. Desde el momento en que es tu padre, jamás
podría ser cualquier persona para vos dice Gustavo mirándolo a los ojos.
Raúl niega con la cabeza. Quiero decir que no
es una persona del montón.; cuando él llega a un lugar ocupa todo el espacio.
¿Querés decir que otras veces lo admirás? Raúl se queda pensando. Siempre lo admiro contesta al cabo de
unos segundos para bien o para mal.
Explicate mejor pide Gustavo. Hay que estar muy seguro de uno mismo para
hacer las cosas que me hizo el viejo. ¿Vos no estás tan seguro de vos mismo?
Obvio confiesa Raúl por algo estoy aquí. Sin saber por
qué, Gustavo se encuentra diciendo me comentaste que tenés un hermano. Raúl
levanta las cejas, inclina apenas la cabeza.
Sí, tiene cinco años menos que yo. ¿Cómo te llevás con él? Qué decirte, no me
llevo Raúl hace una larga pausa es el
nene mimado. ¿El sí cumplió las expectativas paternas? Maradona le decía yo,
siempre de diez, aunque en realidad se parece más a Messi, porque de rebelde,
nada. ¿Trabaja en Textilandia? pregunta Gustavo, sonriendo. Veo que te gustó la palabrita; sí, por
supuesto, es el gerente de marketing, junta la guita en carretilla. ¿Lo
envidiás? arriesga Gustavo. El rostro de Raúl se crispa. Qué me decís, me da asco. ¿Asco? Es un
obsecuente, desde chico es un obsecuente. ¿Cómo es eso? pregunta Gustavo
sorprendido de que se sigan abriendo nuevos frentes. No llegaba a la mesa y ya sabía cómo manejar al viejo. ¿Y vos no? Yo nunca hice lo que mi viejo quería. ¿Aunque
coincidiera con tus reales deseos? No me entendés Raúl hace una mueca
despectiva. Explicame mejor, entonces
reclama Gustavo. Jorge, así se llama mi hermano, cedía en pavadas pero en lo importante
lograba convencerlo al viejo. Oyéndote parece que hubiera sido una actitud muy
inteligente. No dudo ni de su inteligencia ni de su falta total de escrúpulos. Gustavo
comprueba que ha dado en el blanco,
Raúl se muerde las uñas; está agitado. ¿No
contemplás la posibilidad de que a tu hermano realmente le gustaran las mismas
cosas que a tu padre? Sí dice Raúl con rabia están cortados por la misma tijera. Hay que insistir en el flanco
herido se dice Gustavo y lo invade una profunda sensación de cansancio. Abre y
cierra los ojos con fuerza y pregunta ¿te
acordás de cuando nació? Me encontraron empuñando un cuchillo entre los
barrotes de su cuna; fue la primera gran paliza de mi viejo. ¿Te pegaba? Claro.
¿Por qué decís claro? Yo era insoportable cuenta sonriente hacía un quilombo tras otro. Gustavo
cambia de posición. Para bueno estaba
Jorge dice difícil competir con él
si, como decís, estaba tan dotado para manejarlo. Raúl cabecea. Imposible, diría yo; una vez, para el día
del padre, vendí mi colección de estampillas para comprarle un encendedor que
yo sabía le encantaba, ¿sabés qué dijo mi hermano? Raúl golpea con los
dedos la palma de la otra mano ¨le pedí a
papá que de regalo de cumpleaños no fume más¨, ocho años tendría el pendejo; él
había ido conmigo a comprar el encendedor. ¿Y tu padre qué hizo? Me lo
devolvió, ¨cambialo por algo para vos¨, dijo; Jorgito sonreía. Raúl se hace
sonar los nudillos ¿Conoces la historia
de Caín? pregunta Gustavo. Raúl lo mirá desconcertado. Nunca supe por qué lo mató a Abel dice Raúl luego de unos
instantes. Porque Dios prefirió la oveja
que le regaló Abel al trigo de Caín aclara Gustavo. Jorge
sigue vivo dice Raúl sonriendo de lado. Pero
lo que sentiste ese día no debe de haber sido muy diferente de lo que sintió
Caín. Los ojos de Raúl se enrojecen mientras simula un bostezo. Luego se
queda mirando hacia la ventana. Se está
por largar a llover dice justo hoy
que están pintando el frente.
Miércoles 19 de setiembre de 2012
Miércoles 19 de setiembre de 2012
Raúl se cruza con María Inés en el palier. Está mal entrazado, califica Gustavo. El ruedo del jean deshilachado, la remera arrugada, el taco de los mocasines gastado, sin afeitar. ¿Huele? Se deja caer sobre el diván, se reclina sobre el respaldo y cierra los ojos. Luego de un prolongado silencio Gustavo pregunta ¿te pasó algo? Raúl abre los ojos y sonríe. ¿Querés conocer la última del rey? Gustavo asiente. ¿Sabés de dónde surgieron los trabajitos que estaba haciendo? Gustavo entiende, con las vísceras entiende. Me da vergüenza contártelo, Lisa no lo sabe; como un pelotudo, me llené la boca diciendo que había logrado algo al margen de mi viejo; ¿será Dios?, me lo choco por donde vaya; si viajo al África me sorprende arriba de un camello; si me refugio en el Polo, lo encuentro adentro del iglú; qué mierda tengo que hacer para que me deje en paz; decímelo, Gustavo, para eso vine; te juro que por momentos me dan ganas de matarlo; o de matarme; en este mundo no hay lugar para los dos. ¿Cómo te enteraste? La otra tarde pasé por casa porque era el cumpleaños de mi madre; me preguntó por el trabajo y le empecé a contar que venía caliente por una discusión que había tenido con los del volquete, que habían aparecido a las diez de la mañana; ¨sí¨, dijo mi viejo, ¨a las diez de la mañana esa zona es imposible¨; en un segundo se me fue el alma al piso; ¨¿cómo conocés la zona?¨, le pregunté, ¨si es la primera vez que te hablo de la obra¨; intentó un par de burdas explicaciones pero sonreía; yo le conozco esa sonrisa; hubiera querido sacársela de una trompada; me tuve que agarrar las manos. Manos con que se tapa la cara. ¿Qué hiciste? Me fui informa con el rostro aún oculto. ¿Qué sentís en este momento? Vergüenza, ya te dije, toda la vida me hizo sentir vergüenza de mí mismo, ¿vos sabés lo qué es vivir con eso?, ¿lo que es vivir tratando de que nadie se dé cuenta de lo que hay algo que está mal en vos? ¿Y qué es lo que está mal en vos? inquiere Gustavo. Una vez, tendría unos seis años, mi mamá me pidió que le acercara un vaso de agua; yo llené el vaso en la canilla de la cocina y se lo llevé, caminaba con mucho cuidado, viste como son los chicos, estaba orgulloso; fui hasta el dormitorio, mi mamá estaba recostada en la cama, me acuerdo bien, amamantando a mi hermano; papá estaba sentado en un sillón, leyendo el diario; siempre que lo veía me ponía nervioso, la cosa es que tropecé con su pie y le tiré el agua encima; papá me apartó de un empujón, ¨este chico no sirve para nada¨, dijo, se levantó y se fue. ¿Y qué hiciste vos? pregunta Gustavo luego de unos instantes. Me pillé; mi mamá me dijo ¨correte que estás mojando la alfombra¨ y después me pidió que buscara un trapo; primero fui a mi cuarto a cambiarme rápido para que papá no se diera cuenta, pero cuando me estaba sacando el calzoncillo apareció; ¨encima te measte¨, dijo, ¨parece que tenemos dos bebés¨; yo intenté ponerme de nuevo el calzoncillo porque no quería que me viera desnudo; ¨andá a lavarte, no seas asqueroso¨, me ordenó y salió. Raúl se restriega los ojos con brusquedad. Al cruzar las piernas tira un adorno que hay sobre la mesita. Se agacha y lo recoge. ¿Ves?, sigo igual de torpe. Parece que tu padre hizo un buen trabajo comenta Gustavo. Los ojos de Raúl recuperan su viveza. Te convenció de que no servís para nada. Es que nunca serví para nada dice, hundiendo la cabeza entre los hombros. A lo mejor no servís para lo que tu padre querría reformula Gustavo. Te juro que intenté apartarme del camino que él me había trazado, pero él me condujo de nuevo a Miami. ¿Considerás que tu padre es mejor que vos? ¡Obvio! contesta Raúl con energía. ¿Hay algún frente en el que consideres que lo superás? Raúl se queda pensando. Sabés que no, hasta es bueno en los deportes. ¿Qué hubieras hecho si a tu hijo mayor se le volcaba el agua al ver a su mamá amamantando al menor? ¿Si se hubiera tropezado con mi pie? Supongamos acuerda Gustavo. Le hubiera pedido perdón. ¿Y si lo hubieras encontrado cambiándose un calzoncillo pillado? Esa sí que me tocó, salí en puntas de pie del cuarto, por suerte no me vio. Ambos se quedan en silencio. Me parece que encontramos algo en lo que sos mucho mejor que tu papá.
Miércoles 26 de setiembre de 2012
Miércoles 26 de setiembre de 2012
¿Qué le pasaba a tu paciente? pregunta Raúl mientras se sienta. ¿A qué viene tu comentario? inquiere Gustavo, extrañado. Tenía los ojos sin luz. Es una hermosa frase comenta. ¿Viste?, no soy tan bruto como parezco. ¿A quién le parecés bruto? Raúl empuja ambas manos hacia abajo al tiempo que cabecea. Tu comentario habla de un gran poder de observación y de una sensibilidad capaz de detectar tenues cambios en un rostro afirma Gustavo. Casi parezco una señorita. ¿Considerás que ser sensible es una virtud femenina? Raúl junta los dedos y agita la mano derecha. Qué pretendés, me criaron con el ¨leitmotiv¨ de que los hombres no lloran; ¿sabés qué?, desarrollé una técnica para conjurar las lágrimas; cuando veo que se aproximan, giro la lengua adentro del paladar; probalo, es infalible. Raúl extiende ambos brazos sobre el respaldo, abre las rodillas. Utilizaste el presente para describir tu método comenta Gustavo ¿debo tomarlo como señal de que solés tener ganas de llorar? Raúl permanece en silencio mientras se muerde los labios. ¿Qué situaciones siguen desafiando tus lágrimas? Raúl se queda reflexionando. Tantas y tan distintas dice, al cabo de un rato la bronca, la tristeza, la emoción, el dolor, la belleza; hasta un buen libro puede darme ganas de llorar. Pero no llorás. Me extraña Gustavo, los hombres no lloran. ¿Tampoco a solas? Raúl no contesta. ¿Le transmitiste la consigna a tus propios hijos? Te voy a contar una que te va a gustar; hace unos años estábamos en el country de mis viejos y un auto atropelló a nuestro perrito; hicimos una fosa y lo enterramos; mis chicos estaban llorando abrazados a su madre cuando apareció el Rey; ¿qué te parece que les dijo? , ¨a ver si dejan de llorar; yo no tengo nietos maricones¨; los nenes se separaron de la madre tratando de controlar la congoja. ¿Y vos qué hiciste? Estaba furioso pero no pude enfrentarlo; los agarré de las manitos y nos fuimos a caminar por el parque; el más grande, ocho años tendría, dijo, ¨estoy muy triste, papi, no me aguanto, ¿puedo llorar un poquito?¨; me arrodillé y lo abracé y qué me dice el mocoso: ¨por favor, no le cuentes al abuelo¨; sentí que explotaba; subí mujer, pibes y bolsos en el auto y me fui; Lisa no entendía nada Raúl esconde la cabeza entre las manos no fui capaz de decirle una palabra a mi viejo, ni siquiera por mis hijos, me da vergüenza contártelo. Gustavo se encuentra haciendo girar la lengua contra el paladar. Segundos después dice ¿de veras creés que no le dijiste nada?
Miércoles 3 de octubre de 2012
Miércoles 3 de octubre de 2012
Quiero ser hijo de otro padre informa Raúl, hundiéndose en el diván. Yo también estoy harto del rey de Textilandia, piensa Gustavo y en cuanto lo piensa se indigna consigo mismo. Carraspea. ¿También quisieras ser padre de otros hijos? ¡No!, eso es lo único que me salió bien en la vida contesta, rotundo pero me hubiera gustado ser mejor padre; que ellos pudieran estar orgullosos de mí. ¿Por qué pensás que no están orgullosos de vos? Raúl ríe con sorna. ¿Vos dirías que soy un hombre exitoso? pregunta. ¿Solo el éxito es motivo de orgullo? plantea Gustavo y ante el silencio sostenido, agrega ¿alcanza para ser un buen padre? Raúl desvía la mirada y se atusa la barba. ¿El éxito de tu padre lo convirtió en un buen padre para vos? insiste y luego de un rato agrega desarrollarse bajo la sombra de un padre triunfador no es fácil porque, además, los hombres notables no suelen caracterizarse por ser padres notables. Raúl lo mira, agresivo. ¿Querés convencerme de que les estoy haciendo un favor a mis hijos siendo un fracasado? Nadie es un fracasado; hay momentos de la vida donde determinados proyectos pueden fracasar pero eso no involucra a la totalidad del ser; comentaste al iniciar la sesión que tus hijos te habían salido bien, quiere decir que hay áreas con las cuales estás satisfecho. El silencio de Raúl se hace tenso. ¿En qué lugar de tu vida colocás a tus hijos? Raúl sonríe, burlón. ¿Querés que te conteste con un cliché? Preferiría que me contestaras con sinceridad. Raúl se queda pensando. Me parece que les otorgo el segundo puesto. ¿Después de qué? inquiere. Después de Lisa, claro. Me parece que los triunfadores suelen ubicar lo profesional o lo laboral en primer término. El rostro de Raúl se distiende. Tenés que aprender a valorarte más allá de tu padre, no se trata de competir con él, sino de comprender que cada uno eligió un camino distinto; con diferentes prioridades, con diferentes logros y diferentes déficits. Gustavo sirve dos vasos de agua. Ambos beben. Vos no sos solo el hijo de tu padre afirma. Luego de un rato tiene una intuición. ¿Cómo se llama tu papá? pregunta. Raúl, por supuesto. ¿Y cómo se llama tu hijo mayor? Los ojos de Raúl se humedecen. Sebastián informa.
Miércoles 10 de octubre de 2012
Raúl se deja caer sobre el diván. Desliza los pies hacia adelante y queda apoyado en la nuca. Calla. ¿Estás cansado? pregunta Gustavo luego de un rato. Sí, de vivir así. Explicame, por favor. Necesito cambiar mi vida. Gustavo le ofrece agua pero Raúl se niega. La sesión pasada ya hablamos de tu padre y de tus hijos le recuerda sin embargo, hace mucho que no mencionás a Lisa, ¿a ella también quisieras cambiarla? Raúl se queda reflexionando un buen rato y luego dice aunque te suene cursi, ella es el amor de mi vida; tiene sus cosas, por supuesto, pero es una gran mina. Una gran puta lo azuza Gustavo. ¡¿Qué decís?! reacciona Raúl. Solo repito tus palabras, comentaste que Lisa era una puta porque solo cojía cuando llevabas plata a casa. Raúl se hace sonar los nudillos. El ruido irrita a Gustavo. Estamos bien informa Raúl, tajante lo que quiero estabilizar es el laburo. En otra oportunidad comentaste que ella quería que siguieras adosado a tu padre. Lo que pasa es que Lisa está harta de la inseguridad económica y sabe que si yo agachara la cabeza y trabajara en la empresa, todos nuestros problemas desaparecerían. Los problemas económicos sí le aclara Gustavo. No está bueno ver que tus hijos necesitan cosas que vos no podés darles se justifica Raúl. Dijiste que querías que tus hijos estuvieran orgullosos de vos, ¿lo lograrías trabajando en la empresa? Me mareás, Gustavo. En el cambio de vida que mencionaste al iniciar esta sesión, ¿estaba contemplada la posibilidad de bajar la cabeza? Anoche Lisa me pidió que lo intentara, subieron las expensas, el colegio de los chicos; está agotada de hacer horas extras admite Raúl. Gustavo se plantea cómo detenerlo. Te pido que durante esta semana no tomes ninguna resolución y que te dediques a evaluar en profundidad cuáles son tus posibilidades laborales, independientes de tu padre. Tengo cincuenta años, Gustavo, quién me va a emplear. ¿Y si pensaras en algún emprendimiento personal?¡Fácil lo hacés vos! lo desestima Raúl. Nunca dije que fuera fácil.
Miércoles 17 de octubre de 2012
Hace un rato me llamó mi hermano comenta Raúl para invitarnos a comer un asado el sábado en su country. ¿Qué le dijiste? Que lo iba a consultar con Lisa, pero ni le pregunté, le voy a decir que no podemos, excusas siempre hay, y además el domingo es el día de la madre, andá a enganchar a los pibes dos días seguidos se excusa Raúl. ¿Festeja algo? No, comentó que hacía mucho que no nos veíamos, que era una lástima que los primos estuvieran tan distanciados; se ve que se golpeó la cabeza. ¿Por qué no querés ir? Raúl se atusa la barba. No tengo nada en común con mi hermano dice. ¿Ni siquiera el padre? Raúl lo mira, levantando las cejas. ¿Nunca le preguntaste si no le pesa trabajar con él? inquiere Gustavo. Jamás hablamos sobre nuestro viejo. Gustavo permanece en silencio. ¿No me vas decir que tal vez llegó el momento? Gustavo sonríe. Parece que no hace falta dice. Raúl se echa el pelo hacia atrás, se restriega la cara y comenta me quedé rumiando en lo que charlamos el otro día; me di cuenta de que volver a engancharme en las empresas de mi viejo es tirar por la borda todo lo que venimos trabajando acá; por suerte un amigo me pidió un proyecto para refaccionarle la casa y, además, estuve pensando en lo del emprendimiento; ¿sabés lo que es Autocad? lo mira a Gustavo que niega con la cabeza un programa de dibujo que se utiliza en arquitectura; lo manejo con los ojos cerrados, tengo mucha experiencia; se me ocurrió dar clases, ¿te parece un disparate? Gustavo sonríe. Parece una buena idea aprueba, satisfecho. Consigo mismo, satisfecho.
Miércoles 24 de octubre de 2012
No sé cómo no se me había ocurrido antes capitalizar mi experiencia con el Autocad comenta Raúl luego de atribuir al tránsito los minutos de demora. Quizá porque pensás más en las cosas que no sabés hacer que en las que sí. Ya me hice una página web, mi hijo mayor me ayudó; averigüé por aranceles potables sonríe con frescura hoy a la mañana recibí las primeras dos consultas, uno parece que prendió, ni que hubiera recibido dos cheques por diez mil dólares, me puse tan contento; ¿te parezco un pelotudo?, ¿no?; cincuenta años y entusiasmado como un pibe con un juguete nuevo. Me parecés un hombre con un proyecto indica Gustavo. Hace rato que no tenía más proyecto que odiar a mi viejo reconoce Raúl un odio que, como un veneno, me va quitando las fuerzas. Tal vez llegó el momento de que empieces a actuar no en contra de tu padre sino a favor tuyo. El domingo nos reunimos por el día de la madre; se lo comenté a mi viejo, ¿qué te parece que me dijo el rey de Textilandia? Gustavo se pone alerta, de ninguna manera va a permitir que, otra vez, le socave la autonomía. Arriesga algo propone Raúl, sonriendo. Lo mío no es la adivinación dice Gustavo levantando las palmas. Que era una buena idea; por una vez en la vida mi viejo me dio el okey; ¿estará tramando algo?; me ofreció alguna de sus múltiples oficinas para dar los cursos Gustavo levanta las cejas no, no te alarmes, le dije que en casa me arreglaré perfectamente. ¿Lisa qué opina? Que mientras no exija una inversión todo va bien; dice que no tengo nada por perder y que sería bárbaro que pudiera enseñar algo que siempre me gustó tanto; ¿sabés?, estuve a punto de ofrecerle a Sebastián unos pesos para manejarme la página, pero después decidí que mejor no contaminar la relación; algo se aprende de la experiencia propia. Gustavo lo mira sonriendo. Hoy estoy de más, piensa. Además mi amigo me aceptó el presupuesto para arreglarle la casa; ¿qué te pasa que estás mudo? pregunta Raúl como si le hubiera leído la mente. Solo satisfecho de escucharte. Raúl lanza una carcajada. Luego mira el reloj me tengo que ir un rato antes, cité al técnico de la compu a las seis, después no podía; necesito agregarle memoria. Gustavo se incorpora. No te podrás quejar, hoy no te di trabajo dice Raúl. Gustavo le tiende la mano. Raúl se la estrecha con fuerza. Gracias por el empujón dice.
Miércoles 31 de octubre de 2012
Raúl se sienta. Cruza la pierna derecha sobre la rodilla izquierda. Extiende un brazo sobre el respaldo. Sonríe. Se te ve bien comenta Gustavo. Estoy bien le aclara Raúl la página está funcionando a full; logré armar un grupito; el lunes di la primera clase. ¿Cómo te sentiste? De diez comenta parece que hubiera nacido para enseñar; Lisa cuando me veía explicarle algo a mis hijos me lo había dicho varias veces. ¿Qué pasó con la refacción? pregunta Gustavo. Empiezo mañana, da para unos cuantos meses dice Raúl y calla. ¿Lisa? Raúl lanza una carcajada. Ya sabés, es una puta, estamos cojiendo como nunca. Ante el prolongado silencio, Gustavo pregunta ¿algo de lo que quieras hablar? Raúl se encoge de hombros., se queda un rato pensando y luego dice el viernes lo llamé a mi hermano; vinieron el sábado, cena de cuatro; no estuvo mal, nosotros medio trabados pero las mujeres condujeron la noche, se quedaron hasta la una. ¿Por qué se te ocurrió llamarlo? Pregunta Gustavo, extrañado. Lisa me insistió, en realidad ella siempre me insiste pero si me siento mal, no me dan ganas de verlo; odio ser siempre el perdedor; empiezo a sentirme mal cuando lo veo bajar de su Mercedes; fue la primera vez que se tocaron temas personales; están teniendo problemas con su hijo mayor; es probable que repita cuarto año por segunda vez; no saben en qué anda; le sugerí que lo llevaran a un sicólogo, ellos son muy resistentes al respecto, para tratar de presionar les comenté que yo estaba en terapia, se sorprendieron mucho, para mi viejo ese siempre fue un tema tabú; por primera vez en mi vida me dio pena, me imagino la preocupación de tener un hijo así; nosotros tuvimos suerte con los chicos, son dos joyas. No es solo cuestión de suerte acota Gustavo. Puede ser solo comenta Raúl y luego calla. Tanto tiempo que Gustavo pregunta ¿en qué estás pensando? Raúl mira el piso, se reacomoda, carraspea. Al fin dice ¿te parece que siga viniendo?, ya todo se encaminó. Gustavo se queda helado. ¿No querés venir más? No es eso, me pregunto hasta cuando necesitaré seguir en terapia. Gustavo mira el reloj. Considero que el alta es prematura pero ambos lo pensaremos durante esta semana; te veo el miércoles que viene. Como dice mi hermano, no te largan más comenta Raúl mientras se incorpora.
Miércoles 7 de noviembre
Miércoles 10 de octubre de 2012
Raúl se deja caer sobre el diván. Desliza los pies hacia adelante y queda apoyado en la nuca. Calla. ¿Estás cansado? pregunta Gustavo luego de un rato. Sí, de vivir así. Explicame, por favor. Necesito cambiar mi vida. Gustavo le ofrece agua pero Raúl se niega. La sesión pasada ya hablamos de tu padre y de tus hijos le recuerda sin embargo, hace mucho que no mencionás a Lisa, ¿a ella también quisieras cambiarla? Raúl se queda reflexionando un buen rato y luego dice aunque te suene cursi, ella es el amor de mi vida; tiene sus cosas, por supuesto, pero es una gran mina. Una gran puta lo azuza Gustavo. ¡¿Qué decís?! reacciona Raúl. Solo repito tus palabras, comentaste que Lisa era una puta porque solo cojía cuando llevabas plata a casa. Raúl se hace sonar los nudillos. El ruido irrita a Gustavo. Estamos bien informa Raúl, tajante lo que quiero estabilizar es el laburo. En otra oportunidad comentaste que ella quería que siguieras adosado a tu padre. Lo que pasa es que Lisa está harta de la inseguridad económica y sabe que si yo agachara la cabeza y trabajara en la empresa, todos nuestros problemas desaparecerían. Los problemas económicos sí le aclara Gustavo. No está bueno ver que tus hijos necesitan cosas que vos no podés darles se justifica Raúl. Dijiste que querías que tus hijos estuvieran orgullosos de vos, ¿lo lograrías trabajando en la empresa? Me mareás, Gustavo. En el cambio de vida que mencionaste al iniciar esta sesión, ¿estaba contemplada la posibilidad de bajar la cabeza? Anoche Lisa me pidió que lo intentara, subieron las expensas, el colegio de los chicos; está agotada de hacer horas extras admite Raúl. Gustavo se plantea cómo detenerlo. Te pido que durante esta semana no tomes ninguna resolución y que te dediques a evaluar en profundidad cuáles son tus posibilidades laborales, independientes de tu padre. Tengo cincuenta años, Gustavo, quién me va a emplear. ¿Y si pensaras en algún emprendimiento personal?¡Fácil lo hacés vos! lo desestima Raúl. Nunca dije que fuera fácil.
Miércoles 17 de octubre de 2012
Hace un rato me llamó mi hermano comenta Raúl para invitarnos a comer un asado el sábado en su country. ¿Qué le dijiste? Que lo iba a consultar con Lisa, pero ni le pregunté, le voy a decir que no podemos, excusas siempre hay, y además el domingo es el día de la madre, andá a enganchar a los pibes dos días seguidos se excusa Raúl. ¿Festeja algo? No, comentó que hacía mucho que no nos veíamos, que era una lástima que los primos estuvieran tan distanciados; se ve que se golpeó la cabeza. ¿Por qué no querés ir? Raúl se atusa la barba. No tengo nada en común con mi hermano dice. ¿Ni siquiera el padre? Raúl lo mira, levantando las cejas. ¿Nunca le preguntaste si no le pesa trabajar con él? inquiere Gustavo. Jamás hablamos sobre nuestro viejo. Gustavo permanece en silencio. ¿No me vas decir que tal vez llegó el momento? Gustavo sonríe. Parece que no hace falta dice. Raúl se echa el pelo hacia atrás, se restriega la cara y comenta me quedé rumiando en lo que charlamos el otro día; me di cuenta de que volver a engancharme en las empresas de mi viejo es tirar por la borda todo lo que venimos trabajando acá; por suerte un amigo me pidió un proyecto para refaccionarle la casa y, además, estuve pensando en lo del emprendimiento; ¿sabés lo que es Autocad? lo mira a Gustavo que niega con la cabeza un programa de dibujo que se utiliza en arquitectura; lo manejo con los ojos cerrados, tengo mucha experiencia; se me ocurrió dar clases, ¿te parece un disparate? Gustavo sonríe. Parece una buena idea aprueba, satisfecho. Consigo mismo, satisfecho.
Miércoles 24 de octubre de 2012
No sé cómo no se me había ocurrido antes capitalizar mi experiencia con el Autocad comenta Raúl luego de atribuir al tránsito los minutos de demora. Quizá porque pensás más en las cosas que no sabés hacer que en las que sí. Ya me hice una página web, mi hijo mayor me ayudó; averigüé por aranceles potables sonríe con frescura hoy a la mañana recibí las primeras dos consultas, uno parece que prendió, ni que hubiera recibido dos cheques por diez mil dólares, me puse tan contento; ¿te parezco un pelotudo?, ¿no?; cincuenta años y entusiasmado como un pibe con un juguete nuevo. Me parecés un hombre con un proyecto indica Gustavo. Hace rato que no tenía más proyecto que odiar a mi viejo reconoce Raúl un odio que, como un veneno, me va quitando las fuerzas. Tal vez llegó el momento de que empieces a actuar no en contra de tu padre sino a favor tuyo. El domingo nos reunimos por el día de la madre; se lo comenté a mi viejo, ¿qué te parece que me dijo el rey de Textilandia? Gustavo se pone alerta, de ninguna manera va a permitir que, otra vez, le socave la autonomía. Arriesga algo propone Raúl, sonriendo. Lo mío no es la adivinación dice Gustavo levantando las palmas. Que era una buena idea; por una vez en la vida mi viejo me dio el okey; ¿estará tramando algo?; me ofreció alguna de sus múltiples oficinas para dar los cursos Gustavo levanta las cejas no, no te alarmes, le dije que en casa me arreglaré perfectamente. ¿Lisa qué opina? Que mientras no exija una inversión todo va bien; dice que no tengo nada por perder y que sería bárbaro que pudiera enseñar algo que siempre me gustó tanto; ¿sabés?, estuve a punto de ofrecerle a Sebastián unos pesos para manejarme la página, pero después decidí que mejor no contaminar la relación; algo se aprende de la experiencia propia. Gustavo lo mira sonriendo. Hoy estoy de más, piensa. Además mi amigo me aceptó el presupuesto para arreglarle la casa; ¿qué te pasa que estás mudo? pregunta Raúl como si le hubiera leído la mente. Solo satisfecho de escucharte. Raúl lanza una carcajada. Luego mira el reloj me tengo que ir un rato antes, cité al técnico de la compu a las seis, después no podía; necesito agregarle memoria. Gustavo se incorpora. No te podrás quejar, hoy no te di trabajo dice Raúl. Gustavo le tiende la mano. Raúl se la estrecha con fuerza. Gracias por el empujón dice.
Miércoles 31 de octubre de 2012
Raúl se sienta. Cruza la pierna derecha sobre la rodilla izquierda. Extiende un brazo sobre el respaldo. Sonríe. Se te ve bien comenta Gustavo. Estoy bien le aclara Raúl la página está funcionando a full; logré armar un grupito; el lunes di la primera clase. ¿Cómo te sentiste? De diez comenta parece que hubiera nacido para enseñar; Lisa cuando me veía explicarle algo a mis hijos me lo había dicho varias veces. ¿Qué pasó con la refacción? pregunta Gustavo. Empiezo mañana, da para unos cuantos meses dice Raúl y calla. ¿Lisa? Raúl lanza una carcajada. Ya sabés, es una puta, estamos cojiendo como nunca. Ante el prolongado silencio, Gustavo pregunta ¿algo de lo que quieras hablar? Raúl se encoge de hombros., se queda un rato pensando y luego dice el viernes lo llamé a mi hermano; vinieron el sábado, cena de cuatro; no estuvo mal, nosotros medio trabados pero las mujeres condujeron la noche, se quedaron hasta la una. ¿Por qué se te ocurrió llamarlo? Pregunta Gustavo, extrañado. Lisa me insistió, en realidad ella siempre me insiste pero si me siento mal, no me dan ganas de verlo; odio ser siempre el perdedor; empiezo a sentirme mal cuando lo veo bajar de su Mercedes; fue la primera vez que se tocaron temas personales; están teniendo problemas con su hijo mayor; es probable que repita cuarto año por segunda vez; no saben en qué anda; le sugerí que lo llevaran a un sicólogo, ellos son muy resistentes al respecto, para tratar de presionar les comenté que yo estaba en terapia, se sorprendieron mucho, para mi viejo ese siempre fue un tema tabú; por primera vez en mi vida me dio pena, me imagino la preocupación de tener un hijo así; nosotros tuvimos suerte con los chicos, son dos joyas. No es solo cuestión de suerte acota Gustavo. Puede ser solo comenta Raúl y luego calla. Tanto tiempo que Gustavo pregunta ¿en qué estás pensando? Raúl mira el piso, se reacomoda, carraspea. Al fin dice ¿te parece que siga viniendo?, ya todo se encaminó. Gustavo se queda helado. ¿No querés venir más? No es eso, me pregunto hasta cuando necesitaré seguir en terapia. Gustavo mira el reloj. Considero que el alta es prematura pero ambos lo pensaremos durante esta semana; te veo el miércoles que viene. Como dice mi hermano, no te largan más comenta Raúl mientras se incorpora.
Miércoles 7 de noviembre
A las cinco y diez, cuando Gustavo ya está
desahuciado, llega Raúl. No da ninguna
explicación sobre su demora. Se sienta en el diván y, como siempre, cruza la
rodilla derecha sobre la izquierda, las piernas bien abiertas, y descansa ambos
brazos sobre el respaldo. Sonríe. Se te
ve bien comenta Gustavo luego de un rato. Estoy bien dice Raúl y calla. ¿Tu
emprendimiento? intenta Gustavo. Viento
en popa. El silencio se instala, espeso. Gustavo fija su mirada en la de
Raúl, que vaga, errante. No sé si te
acordás de que el miércoles pasado te dije que quería terminar con la terapia al
fin se decide Raúl. Lo recuerdo
perfectamente. Y qué, ¿no me vas a dejar ir? Yo no soy el dueño de tus
decisiones contesta Gustavo. Va a continuar cuando recuerda las palabras de
Ana María. Por qué hacerle pasar un mal momento. Me parece importante que te animes a sostener tu deseo agrega sé bien lo difícil que es abandonar a un
analista y cuando termina de decirlo descubre su error. Ojo que yo no te estoy abandonando, no es
contra vos, es a favor mío; te agradezco un montón; no sé cómo explicártelo
pero esta terapia rompió una soga que me ligaba a mi viejo: me siento libre, el
alivio es gigantesco. Y no querés. ahora, quedar ligado a mí recoge Gustavo
la tesis de Ana María. Raúl hace un gesto de sorpresa. Se reacomoda. Es cierto reconoce recién me
doy cuenta, necesito sentirme autónomo, por primera vez en mis cincuenta años.
Y yo te reconozco tu derecho; sabés que, por supuesto, poder recurrir a mí en
el momento en que vos sientas que lo
precises. Raúl suspira. Qué bueno, no
quería discutir con vos confiesa. Ya
nos peleamos bastante le recuerda Gustavo. Ambos ríen. ¿Ya me tengo que levantar? Tenés tiempo hasta las seis menos diez le
recuerda. Te quiero hablar de mi sobrino,
Joaquín se llama anuncia Raúl. Sí,
algo me comentaste. Ayer estuve charlando con él, no está bien ese chico; le
sugerí que hiciera una terapia, le conté cuánto me había servido a mí; hoy me
llamó y me preguntó si le podía recomendar a alguien. Gustavo se adelanta a
la pregunta que se aproxima; Natalia no, sería más apropiado un varón; quizás
Javier o Enrique. ¿Vos atendés
adolescentes? lo sorprende Raúl. Por qué no, él dejará de ser su paciente. Gustavo
asiente con la cabeza. ¿Te gustaría
atenderlo? Tendríamos que tener primero una entrevista. ¿Le puedo dar tu
teléfono? Instantes después Raúl se incorpora. Me voy anuncia. Ya frente a la puerta abierta Gustavo le tiende la
mano. Suerte dice. Raúl, obviando la
mano extendida, lo abraza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario