Gustavo deja el auto en una cochera y camina hasta la
guardia. Es una mañana fresca pero muy soleada. Preciosa Encuentra a Cecilia y
a la nena, la cabeza apoyada en la falda de la madre, sentadas en la sala de
espera. ¿Cómo está mi muñequita? pregunta,
agachándose. Papi, me siento muy mal. Gustavo
la observa: está pálida, ojerosa. ¿Qué
pasó? le pregunta a Cecilia. Anoche no quiso cenar; a la madrugada empezó con diarrea y hoy a la mañana, con
vómitos. ¿Hace mucho que llegaron?
Diez minutos, es la próxima. Si tenés
que ir a trabajar, andá, yo me quedo, recién tengo pacientes a las dos pero
recuerda a Laura y se corrige a las tres.
No,
gracias dice Cecilia y luego gira y en voz muy baja agrega no me gusta nada. Al cabo de unos minutos los llaman. Entran los
tres. El médico revisa a la nena mientras Cecilia describe los síntomas. Una gastroenteritis concluye pero el hígado está un poco agrandado. Les
indica la dieta y agrega si en
venticuatro no remiten los vómitos y la diarrea, la traen de nuevo; manténganla
hidratada, eso es muy importante. Gustavo repara en los plurales. ¿Somos
una entidad?, se pregunta mientras salen, ¿una pareja? Una pareja de padres, al
menos, se responde. ¿Querés tomar algo?
le pregunta Cecilia a Martina. Tiene que
tomar algo la corrige él. Ya
sentados los tres en una confitería, la nena, mustia, da vueltas ante su taza
de té llena. Vamos hija, otro traguito le
insiste Cecilia. Gustavo mira el reloj:
Natalia estará esperándolo. Teclea en su celular: La nena está enferma, la traje a la guardia. Te llamo luego. Cecilia
ofrece la llevo a casa y me quedo con
ella. No hace falta, estoy libre hasta las tres; además está Juana, andá a
trabajar tranquila. Ya avisé que hoy no voy. ¡Vengan los dos a casa y charlan
tranquilos! dice la nena, renaciendo de sus cenizas. Gustavo se pregunta si
Martina habrá encontrado un recurso para tenerlos juntos.
Gustavo maneja. Atrás, Cecilia y Martina. Mi mujer y
mi hija, piensa. Mira por el espejo retrovisor. La cabeza de la nena apoyada en
la falda de la madre, que le acaricia el cabello. Él percibe que está enojado
con Martina. Está dispuesta a hacérmela más difícil, rumia. Maneja por Cabildo
demasiado rápido. Cuidado le indica
Cecilia cuando están a punto de rozar un auto estacionado. Sé cuidarme solo,
quisiera decirle. Frente a su casa les pide que bajen. ¿No venís, papi? reclama la nena. No hace falta contesta él se queda tu mamá. Ufa protesta estoy enferma. Cualquier cosa avisame le pide a Cecilia. Las observa caminar
hacia la entrada y le llama la atención la postura de la nena. Como si se hubiera
vuelto más chiquita. Arranca.
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