jueves, 19 de junio de 2014

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Gustavo deja el auto en una cochera y camina hasta la guardia. Es una mañana fresca pero muy soleada. Preciosa Encuentra a Cecilia y a la nena, la cabeza apoyada en la falda de la madre, sentadas en la sala de espera. ¿Cómo está mi muñequita? pregunta, agachándose. Papi, me siento muy mal. Gustavo la observa: está pálida, ojerosa. ¿Qué pasó? le pregunta a Cecilia. Anoche no quiso cenar; a la madrugada empezó con diarrea y hoy a la mañana, con vómitos. ¿Hace mucho que llegaron? Diez minutos, es la próxima. Si tenés que ir a trabajar, andá, yo me quedo, recién tengo pacientes a las dos pero recuerda a Laura y se corrige a las tres.  No, gracias dice Cecilia y luego gira y en voz muy baja agrega no me gusta nada. Al cabo de unos minutos los llaman. Entran los tres. El médico revisa a la nena mientras Cecilia describe los síntomas. Una gastroenteritis concluye pero el hígado está un poco agrandado. Les indica la dieta y agrega si en venticuatro no remiten los vómitos y la diarrea, la traen de nuevo; manténganla hidratada, eso es muy importante. Gustavo repara en los plurales. ¿Somos una entidad?, se pregunta mientras salen, ¿una pareja? Una pareja de padres, al menos, se responde. ¿Querés tomar algo? le pregunta Cecilia a Martina. Tiene que tomar algo la corrige él.  Ya sentados los tres en una confitería, la nena, mustia, da vueltas ante su taza de té llena. Vamos hija, otro traguito le insiste Cecilia.  Gustavo mira el reloj: Natalia estará esperándolo. Teclea en su celular: La nena está enferma, la traje a la guardia. Te llamo luego. Cecilia ofrece la llevo a casa y me quedo con ella. No hace falta, estoy libre hasta las tres; además está Juana, andá a trabajar tranquila. Ya avisé que hoy no voy. ¡Vengan los dos a casa y charlan tranquilos! dice la nena, renaciendo de sus cenizas.  Gustavo se pregunta si Martina habrá encontrado un recurso para tenerlos juntos.

Gustavo maneja. Atrás, Cecilia y Martina. Mi mujer y mi hija, piensa. Mira por el espejo retrovisor. La cabeza de la nena apoyada en la falda de la madre, que le acaricia el cabello. Él percibe que está enojado con Martina. Está dispuesta a hacérmela más difícil, rumia. Maneja por Cabildo demasiado rápido. Cuidado le indica Cecilia cuando están a punto de rozar un auto estacionado. Sé cuidarme solo, quisiera decirle. Frente a su casa les pide que bajen. ¿No venís, papi? reclama la nena. No hace falta contesta él se queda tu mamá. Ufa protesta estoy enferma. Cualquier cosa avisame le pide a Cecilia. Las observa caminar hacia la entrada y le llama la atención la postura de la nena. Como si se hubiera vuelto más chiquita. Arranca.

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