viernes, 20 de junio de 2014

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Natalia lo espera con la mesa puesta y un pollo en el horno. Gustavo se alegra de no haberla defraudado. Le cuenta las peripecias con la nena. Sus sospechas de que solo se trata de manejos. Para mí el mejor indicador de gravedad con mi hijita, más allá de fiebres o de vómitos, es su estado general. Gustavo se pone a analizar situaciones y repara en que hace días que la nena está muy caída. Quizás no era solo por el regreso de la madre y la evidencia del distanciamiento entre ellos. De pronto se siente en falta. ¿Cómo está Martina? le escribe a Cecilia. Durmiendo le contesta no quiso almorzar. A él ya no le molesta que esté con su hija. Es una tranquilidad. ¿Quién puede cuidarla mejor? Natalia le sirve. Él tampoco tiene hambre pero come para no desairarla. Preferiría irse temprano al consultorio pero no tiene más remedio que seguir a Natalia al dormitorio. Después de hacer el amor, Natalia le lleva un café a la cama. Es una buena mina, evalúa él. Le comenta el alejamiento de Laura. Ayer una paciente me comentó que su prima acaba de tener un bebé y que está muy deprimida; le indicaron una terapia; me preguntó si quería atenderla pero, obviamente, no corresponde; ¿te animás?  Él le pide más detalles. Mientras saborean el café pasan revista a sus respectivos consultorios. Es una mina más que buena, decide Gustavo.

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