jueves, 31 de octubre de 2013

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Tras un largo rato de hablar sobre la película que vio el fin de semana, Camilo informa ayer le pregunté a mi papá por qué había llegado tarde el día del accidente. Como calla, Gustavo inquiere ¿qué te contestó? Camilo sonríe de costado que no se acordaba; empezó a decir boludeces; me dio vergüenza. ¿Vergüenza? Por él contesta el chico, se echa el cabello hacia atrás y agrega por suerte mamá nos llamó a comer. Se queda un rato mirando por la ventana y luego dice no sé por qué mierda no me miente. ¿Cómo es eso? Que es un boludo, hubiera inventado cualquier cosa así no lo jodía más. Camilo lo mira a los ojos y plantea ¿qué te parece que pasó? ¿Y a vos? repregunta Gustavo.  Algo malo, si no me lo diría. ¿Cómo qué? ¡Qué sé yo!  dice en mal tono ¡y qué mierda me importa!, no quiero hablar más. Busca las muletas, se incorpora, camina hasta la ventana, apoya la frente en el vidrio. Salió el sol informa y luego agrega capaz que hoy voy a estudiar a lo de Leo, tenemos que hacer un trabajo sobre los griegos. ¿De qué depende? De nada, voy.  Gustavo revisa en sus neuronas. Entonces Sofía no va a estar. Camilo gira bruscamente, tanto que trastabilla. ¿Quién te dijo? Vos comentaste que la hermana de Leo se llama Sofía. Te dije tantas cosas, ¿cómo te acordás? Porque me hablaste bastante de ella. ¿Sí? Dijiste que era muy linda. Las mejillas de Camilo se encienden. Me contaste, también, que las mujeres no dejaban estudiar, ¿qué te hizo cambiar de opinión?  El chico se encoge de hombros. ¿Para qué me preguntás lo que ya sabés? dice mientras se apoya nuevamente en la ventana ahí llegó mi papá informa y agrega, sonriendo, pícaro como vos siempre decís, la seguimos la próxima. A este pibe lo quiero, descubre Gustavo.


Ya subi al micro lee Gustavo.  Avisame cuando llegues a casa, muñequita teclea. Las manos en los bolsillos, Gustavo se ubica en el sitio que Camilo dejó vacante. La frente sobre el cristal. Qué estará haciendo Cecilia. Ya más de una semana sin ella. Sin ella dice en voz alta. Sobrevivo, piensa, mientras los dedos descubren un papelito arrugado. Lo extrae, intenta alisarlo. El ticket de la tintorería. Le tiene que pedir a Juana que retire el pantalón. Si no salió la mancha, tendrá que comprarse otro. La grasa de bicicleta es infernal. A la de Martina se le sale la cadena a cada rato. Siempre le compraba los pantalones Cecilia. Mismo modelo, distinto color.  Ni sabe cuál es su talle.

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