María Inés, hoy de vestido ceñido violeta, se acomoda en el sillón. Sus movimientos son
lentos, elásticos. Suntuosos, determina Gustavo. Estoy muy cansada informa y se desliza en el diván. Sostiene con
ambas manos la pierna flexionada.
También las botas son violetas.
La pollera trepa pero ella la acomoda. Por suerte, piensa él. ¿Por
qué estás tan cansada? le pregunta. Duermo
mal informa siempre duermo mal. Hoy
vamos a empezar por el final anuncia Gustavo. Ella baja la pierna, se
acomoda de lado y lo mira. No te entiendo.
Por el estribo dice Gustavo y ella
sonríe. Ella también sabe sonreír, tan
distinta de Ana María y sin embargo la sonrisa de alguna manera las
conecta. Gustavo decide permanecer en silencio. La
sesión entera si hace falta, se promete. Estuve pensando en tu pregunta dice ella
después de un buen rato y calla. ¿En cuál? ¿No te acordás? ella parece
extrañada. Sí, las recuerdo perfectamente, ¿a cuál de
ellas te referís? inquiere él. ¿Vos no te crees lo de la historia con la
clienta, no? ¿La creés vos? repregunta él que siente que el pulso se le
acelera. Estuve releyendo la carta informa ella. ¿La trajiste? No hace falta, me la sé de
memoria; tenés razón; qué es lo que él debería aceptar, cuando la leí por
primera vez no reparé en eso y después no quise volver a mirarla, no pude. ¿Y
cuándo pudiste? Recién hace unos días y desde entonces dejo de pensar en esa
frase. ¿Qué pensaste? Mil pavadas. ¿Me contás alguna? propone Gustavo. ¿Qué es aceptarse para vos? pregunta ella. No
importa lo que sea para mí, ¿qué es aceptarse, María Inés? Admitirse como uno
realmente es. Gustavo asiente con la cabeza, vamos bien, piensa. Me pregunto qué es lo que le cuesta admitir a Gerardo dice María Inés. ¿Y qué te contestás? No sé dice ella. ¿No sabés o no querés saber? Ella de nuevo se incorpora. Él calla.
Luego de un rato María Inés dice Gerardo
es un ganador, qué es lo que podría no gustarle de sí mismo reflexiona
ella, acostada de veras, no sé qué
pensar. Me parece que te estás haciendo trampa dice al fin Gustavo. ¿Trampa? ¿Qué es lo que menos te gusta de
Gerardo? Todo me gusta de él. Dios mío, cómo puede ser tan resistente
piensa Gustavo e intenta te cambio la
pregunta, ¿qué expectativas tuyas no cumple Gerardo? Solo la cama contesta
ella luego de buen rato. Me llama la
atención que digas solo cuando dedicamos varias sesiones al tema. Ella se
sienta en el diván como impulsada por un resorte. ¿Qué es lo que debe aceptar?, ¿qué ya no le gusto? Hace un par de
sesiones comentaste que desde el noviazgo sentiste que eras vos la que lo
forzabas. Bueno, no exageremos, forzarlo no es la palabra. Es la que utilizaste
vos. ¿Qué querés decirme?, ¿qué nunca le gusté? Tal vez sí le gustaste, sí le
gustás, pero eso no implica que lo excites. ¿Y por qué me habría elegido
entonces? Él calla. ¿Soy una mujer
incapaz de calentar a un hombre? Sabés perfectamente que sos muy atractiva,
comentaste que siempre supiste seducir a los hombres. ¿Entonces qué pasa con
Gerardo? inquiere ella. Gustavo la mira con intensidad y reformula su
pregunta ¿qué pasa con la sexualidad de
Gerardo? ¿Estás sugiriendo que es gay? Él opta por el silencio. Ella se tapa la cara. Es imposible, lo tendrías que ver, se parece a Banderas, todas mueren
por él. María Inés se incorpora. Esto
es absurdo toma la cartera me voy. Como prefieras dice Gustavo y la
acompaña hasta la puerta. Te veo el
miércoles la despide.
Me salí con la mía, piensa apoyado en la puerta
cerrada y en un instante su satisfacción profesional cae al piso como un vaso
desde una repisa. Se hace añicos. Le faltó decirle que él se había dado cuenta
desde el principio. Porque es muy inteligente. Reverendo pelotudo, piensa. Se
había dado cuenta de que el tipo era gay pero no se había dado cuenta de que la
mujer que compartía su propia cama se revolcaba con otro. Apoya la mano en su
corazón. Percibe su taquicardia. Inspira profundamente hasta que logra
apaciguarse. Mira el reloj. Ahora sí. Hola,
papi le contesta Martina estoy
tomando la leche con Nacho, Juanita preparó un budín de naranja que está
riquísimo; sí, me fue muy bien en el colegio; ¿te paso con Nacho? ¿no?, se me
enfría el Nesquik; volvé temprano que te cuento; un besito, papi, no, mejor
dos. Gustavo corta sonriente. Esta nena me puede, piensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario