miércoles, 9 de octubre de 2013

52

María Inés, hoy de vestido ceñido violeta,  se acomoda en el sillón. Sus movimientos son lentos, elásticos. Suntuosos, determina Gustavo. Estoy muy cansada informa y se desliza en el diván. Sostiene con ambas manos la pierna flexionada.  También las botas son violetas.  La pollera trepa pero ella la acomoda. Por suerte, piensa él.  ¿Por qué estás tan cansada? le pregunta. Duermo mal informa siempre duermo mal. Hoy vamos a empezar por el final anuncia Gustavo.  Ella baja la pierna, se acomoda de lado y lo mira. No te entiendo. Por el estribo dice Gustavo y ella sonríe. Ella también sabe sonreír, tan  distinta de Ana María y sin embargo la sonrisa de alguna manera las conecta.  Gustavo decide permanecer en silencio. La sesión entera si hace falta, se promete.  Estuve pensando en tu pregunta dice ella después de un buen rato y calla.  ¿En cuál? ¿No te acordás? ella parece extrañada.  Sí, las recuerdo perfectamente, ¿a cuál de ellas te referís? inquiere él.  ¿Vos no te crees lo de la historia con la clienta, no? ¿La creés vos? repregunta él que siente que el pulso se le acelera.  Estuve releyendo la carta informa ella. ¿La trajiste? No hace falta, me la sé de memoria; tenés razón; qué es lo que él debería aceptar, cuando la leí por primera vez no reparé en eso y después no quise volver a mirarla, no pude. ¿Y cuándo pudiste? Recién hace unos días y desde entonces dejo de pensar en esa frase. ¿Qué pensaste? Mil pavadas. ¿Me contás alguna? propone Gustavo. ¿Qué es aceptarse para vos? pregunta ella. No importa lo que sea para mí, ¿qué es aceptarse, María Inés? Admitirse como uno realmente es. Gustavo asiente con la cabeza, vamos bien, piensa. Me pregunto qué es lo que le cuesta admitir a Gerardo dice María Inés. ¿Y qué te contestás? No sé dice ella. ¿No sabés o no querés saber? Ella de nuevo se incorpora. Él calla. Luego de un rato María Inés dice Gerardo es un ganador, qué es lo que podría no gustarle de sí mismo reflexiona ella, acostada de veras, no sé qué pensar. Me parece que te estás haciendo trampa dice al fin Gustavo. ¿Trampa? ¿Qué es lo que menos te gusta de Gerardo? Todo me gusta de él. Dios mío, cómo puede ser tan resistente piensa Gustavo e intenta te cambio la pregunta, ¿qué expectativas tuyas no cumple Gerardo? Solo la cama contesta ella luego de buen rato. Me llama la atención que digas solo cuando dedicamos varias sesiones al tema. Ella se sienta en el diván como impulsada por un resorte. ¿Qué es lo que debe aceptar?, ¿qué ya no le gusto? Hace un par de sesiones comentaste que desde el noviazgo sentiste que eras vos la que lo forzabas. Bueno, no exageremos, forzarlo no es la palabra. Es la que utilizaste vos. ¿Qué querés decirme?, ¿qué nunca le gusté? Tal vez sí le gustaste, sí le gustás, pero eso no implica que lo excites. ¿Y por qué me habría elegido entonces? Él calla. ¿Soy una mujer incapaz de calentar a un hombre? Sabés perfectamente que sos muy atractiva, comentaste que siempre supiste seducir a los hombres. ¿Entonces qué pasa con Gerardo? inquiere ella. Gustavo la mira con intensidad y reformula su pregunta ¿qué pasa con la sexualidad de Gerardo? ¿Estás sugiriendo que es gay? Él opta por el silencio. Ella  se tapa la cara. Es imposible, lo tendrías que ver, se parece a Banderas, todas mueren por él. María Inés se incorpora. Esto es absurdo  toma la cartera me voy. Como prefieras dice Gustavo y la acompaña hasta la puerta. Te veo el miércoles la despide.


Me salí con la mía, piensa apoyado en la puerta cerrada y en un instante su satisfacción profesional cae al piso como un vaso desde una repisa. Se hace añicos. Le faltó decirle que él se había dado cuenta desde el principio. Porque es muy inteligente. Reverendo pelotudo, piensa. Se había dado cuenta de que el tipo era gay pero no se había dado cuenta de que la mujer que compartía su propia cama se revolcaba con otro. Apoya la mano en su corazón. Percibe su taquicardia. Inspira profundamente hasta que logra apaciguarse. Mira el reloj. Ahora sí. Hola, papi le contesta Martina estoy tomando la leche con Nacho, Juanita preparó un budín de naranja que está riquísimo; sí, me fue muy bien en el colegio; ¿te paso con Nacho? ¿no?, se me enfría el Nesquik; volvé temprano que te cuento; un besito, papi, no, mejor dos. Gustavo corta sonriente. Esta nena me puede, piensa.

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