viernes, 11 de octubre de 2013

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Terminé con la refacción del baño y me salió otra obrita cuenta Raúl del local de al lado, les gustó lo que yo había hecho. Un nuevo trabajo que conseguís sin la intervención de tu padre. Sí, eso es lo mejor, no sé cómo explicártelo, siento que lo estoy jodiendo, mirá qué boludez, a él qué mierda le importa. Nunca es una boludez lo que decimos; a lo mejor le importás y todo. Raúl cruza la pierna sobre la rodilla, una postura tan suya.  ¿De veras creés que no le importás a tu padre?, todo lo que me contaste sobre él no habla de indiferencia. A ver si nos entendemos, yo no pienso que mi viejo no me quiera, lo que siento es que no me respeta; se cree que soy otra sucursal de Textilandia, que puede disponer de mí, piensa que soy un inútil que precisa que le estén marcando el camino para que no se equivoque; piensa que sin él yo no sería nada, que sin su plata no sería nadie; ¨te mandé a Miami¨, delante de la gente lo dice, ¿sabés lo que es tener un padre así? pregunta. Gustavo siente las axilas empapadas, por suerte es oscuro el suéter, piensa. A veces siento que lo odio. ¿Y otras veces? Mi viejo no es cualquier persona. Desde el momento en que es tu padre, jamás podría ser cualquier persona para vos dice Gustavo mirándolo a los ojos. Raúl niega con la cabeza. Quiero decir que no es una persona del montón.; cuando él llega a un lugar ocupa todo el espacio. ¿Querés decir que otras veces lo admirás? Raúl se queda pensando. Siempre lo admiro contesta al cabo de unos segundos para bien o para mal. Explicate mejor pide Gustavo.  Hay que estar muy seguro de uno mismo para hacer las cosas que me hizo el viejo. ¿Vos no estás tan seguro de vos mismo? Obvio  confiesa Raúl por algo estoy aquí. Sin saber por qué,  Gustavo se encuentra diciendo me comentaste que tenés un hermano. Raúl levanta las cejas, inclina apenas la cabeza. Sí, tiene cinco años menos que yo. ¿Cómo te llevás con él? Qué decirte, no me llevo Raúl hace una larga pausa es el nene mimado. ¿El sí cumplió las expectativas paternas? Maradona le decía yo, siempre de diez, aunque en realidad se parece más a Messi, porque de rebelde, nada. ¿Trabaja en Textilandia? pregunta Gustavo, sonriendo. Veo que te gustó la palabrita; sí, por supuesto, es el gerente de marketing, junta la guita en carretilla. ¿Lo envidiás? arriesga Gustavo. El rostro de Raúl se crispa. Qué me decís, me da asco. ¿Asco? Es un obsecuente, desde chico es un obsecuente. ¿Cómo es eso? pregunta Gustavo sorprendido de que se sigan abriendo nuevos frentes. No llegaba a la mesa y ya sabía cómo manejar al viejo. ¿Y vos no?  Yo nunca hice lo que mi viejo quería. ¿Aunque coincidiera con tus reales deseos? No me entendés Raúl hace una mueca despectiva. Explicame mejor, entonces reclama Gustavo.  Jorge, así se llama mi hermano, cedía en pavadas pero en lo importante lograba convencerlo al viejo. Oyéndote parece que hubiera sido una actitud muy inteligente. No dudo ni de su inteligencia ni de su falta total de escrúpulos. Gustavo comprueba que ha dado en el blanco, Raúl se muerde las uñas; está agitado. ¿No contemplás la posibilidad de que a tu hermano realmente le gustaran las mismas cosas que a tu padre? Sí dice Raúl con rabia están cortados por la misma tijera. Hay que insistir en el flanco herido se dice Gustavo y lo invade una profunda sensación de cansancio. Abre y cierra los ojos con fuerza y pregunta ¿te acordás de cuando nació? Me encontraron empuñando un cuchillo entre los barrotes de su cuna; fue la primera gran paliza de mi viejo. ¿Te pegaba? Claro. ¿Por qué decís claro? Yo era insoportable cuenta sonriente hacía un quilombo tras otro. Gustavo cambia de posición. Para bueno estaba Jorge dice difícil competir con él si, como decís, estaba tan dotado para manejarlo. Raúl cabecea. Imposible, diría yo; una vez, para el día del padre, vendí mi colección de estampillas para comprarle un encendedor que yo sabía le encantaba, ¿sabés qué dijo mi hermano? Raúl golpea con los dedos la palma de la otra mano ¨le pedí a papá que de regalo de cumpleaños no fume más¨, ocho años tendría el pendejo; él había ido conmigo a comprar el encendedor. ¿Y tu padre qué hizo? Me lo devolvió, ¨cambialo por algo para vos¨, dijo; Jorgito sonreía. Raúl se hace sonar los nudillos ¿Conoces la historia de Caín? pregunta Gustavo. Raúl lo mirá desconcertado. Nunca supe por qué lo mató a Abel dice Raúl luego de unos instantes. Porque Dios prefirió la oveja que le regaló Abel al trigo de Caín aclara Gustavo.  Jorge sigue vivo dice Raúl sonriendo de lado. Pero lo que sentiste ese día no debe de haber sido muy diferente de lo que sintió Caín. Los ojos de Raúl se enrojecen mientras simula un bostezo. Luego se queda mirando hacia la ventana. Se está por largar a llover dice justo hoy que están pintando el frente.


Papi, pregunta mami si vas a venir a cenar.  Gustavo duda, ¿está en condiciones de soportar una cena de cuatro? Decile a mamá que llegaré tarde. Luego de un rato Martina dice pero voy a preparar con mami pollito al curry, me va a enseñar; vení, papi, porfi. Gustavo cierra los ojos. Está bien dice mientras escucha el portero eléctrico.

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