martes, 29 de octubre de 2013

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Miércoles 26
Gustavo escucha el despertador. Lacán también porque segundos después se presenta en el dormitorio, las patas sobre la cama, la lengua afuera, la saliva goteando sobre el acolchado. Él lo acaricia pero luego lo echa. Va al baño, se afeita, despierta a los chicos. Ya en la cocina no precisa mirar la lista. Prepara café y los nesquiks. Frío, para Nacho. Pone dos rebanadas de pan en la tostadora y luego otro par. Unta dos con mermelada de durazno para Nacho y dos de frutilla, una para la nena y otra para él.  Primero llega Nacho, luego Martina. Mientras mastica Gustavo pone más pan a tostar. Pa, tendrías que conseguir una tostadora en la que  entren cuatro panes a la vez sugiere Nacho. Mami las hacía todas primero y después las calentaba en el microondas explica Martina. Gustavo vislumbra su imagen preparando carradas de tostadas a las siete de la mañana, día tras día, mes tras mes, año tras año. Recuerda un  episodio de Alf, tostando pan compulsivamente. Pa, ya saltaron le avisa Nacho. ¿Me hacés una con mantequita y azúcar? solicita la nena. Gustavo experimenta un súbito cansancio.

Yo quiero solo un café en jarrito le explica Gustavo a su amigo desayuné con los chicos. Los estás domesticando. No te entiendo. ¿Leíste ¨El principito¨? pregunta Santiago. Ah, sí; lo del zorro comenta Gustavo sin darle importancia y pregunta ¿qué pasó con la auditoría? Mientras moja las medialunas en el café con leche Santiago habla de su negocio. Cuando termina pregunta ¿qué sabés de Cecilia? Nada, sé que habla con los chicos pero yo no quiero ni escucharla. ¿Los pibes cómo están? Los veo bien, nos vamos arreglando; tengo que hacerle un monumento a mi vieja, está al pie del cañón. Como siempre comenta Santiago.  Pesadísima, eso sí. ¡Como siempre! ríe Santiago y luego pregunta ¿cómo va tu consultorio?  Gustavo lo mira, arqueando las cejas. Nunca me preguntás por mis pacientes.  Ayer me preguntó Marisa. ¿Hablaban de mí? ¿Está prohibido? No, pero me sorprende explica Gustavo elevando los hombros yo nunca le contaba a Cecilia lo que charlaba con vos.  ¡Pero Marisa no es mi mujer, todavía es mi novia! ¿Todavía? comenta Gustavo, ¡ya te tiró los galgos!  Ambos ríen.

Gustavo participa activamente de la clase. Utilización de las resistencias. Plantea el caso de María Inés. Todos lo escuchan, le hacen preguntas. A la salida, varios van a tomar café. Una mujer, de unos cuarenta años, sentada a su lado, comenta que está empezando a ejercer la profesión. Yo también soy principiante admite Gustavo y se acuerda de Ana María. Reprime una sonrisa. Estoy de buen humor, se dice, extrañado.


Estaciona el auto en la esquina. Camina por Melián. Se nota en el aire que llegó la primavera. Un día soñado, diría su mamá. Se acoda en el balcón hasta que ve aparecer a Laura, caminando a paso vivo. Jogging y zapatillas. Gustavo sonríe. 

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