martes, 22 de octubre de 2013

60

María Inés intenta justificar su tardanza. Describe el trayecto realizado, los semáforos titilantes, el piquete en la avenida. Gustavo la escucha, en absoluto silencio. Silencio que prolonga cuando ella calla.  ¿No vas a hablar? pregunta María Inés  ¿me estás castigando? ¿Por qué habría de castigarte? dice Gustavo, sorprendido. Porque no te cuento lo que pasó. Gustavo la mira. Ella se desprende los zapatos con un movimiento armónico de los tobillos y luego se sienta sobre las piernas recogidas. Gerardo se enojó muchísimo, me preguntó si había enloquecido; ¨es ese sicólogo que te llena la cabeza de disparates¨, no quiere que siga viniendo. ¿Te dan ganas de hacerle caso? Si tengo que ser sincera, venir aquí me pone peor; desde que encontré la carta estoy luchando por reconstruir mi pareja y vos, en lugar de ayudarme, me sembrás dudas.  Para que una semilla germine la tierra tiene que estar preparada dice él.  ¿Qué pretendés decirme? ¿Podría yo hacerte dudar de la honestidad de tu madre?  Ella se echa el cabello hacia atrás.  Quiero recuperar la paz pide. Tampoco estabas en paz cuando iniciaste el tratamiento le recuerda él. Vos no podés retenerme. Por supuesto que no, la única manera de que una terapia funcione es si está impulsada por el deseo. Ella sonríe con desdén. Yo soy una especialista en deseos insatisfechos dice. Él calla. Vos estás convencido de que Gerardo es gay, ¿no? Gustavo junta las palmas y apoya el mentón sobre los dedos. Creo que lo importante,  más allá  del motivo por el cual eso ocurre, es que parece que Gerardo no puede satisfacerte.  Ella esconde la cabeza entre las dos manos.  No doy más; encima mañana se va a Rosario, tienen un caso importante; le propuse acompañarlo, pero me dijo que van a estar a full, no tiene sentido. ¿Con quién se va? Con el socio; igual me va a venir bien distenderme un poco; mañana voy al  teatro con unas amigas, hace mucho que no salgo sin él. ¿Te llevás bien con Alberto?  María Inés lo mira con sorpresa. Qué memoria que tenés  comenta  y como suena el portero eléctrico se incorpora. Ya saliendo, ella comenta claro, fue  la otra pregunta del estribo.

Gustavo se pregunta qué es lo que mantiene unida una pareja. ¿La obstinación?, ¿la imposibilidad de reconocer que nos equivocamos al elegirla, que nos seguimos equivocando día a día? ¿Qué pasa con María Inés? Ni siquiera tienen hijos. Ella es joven, linda, sin problemas económicos.  ¿Por qué sigue ligada a su marido? ¿Lo ama? ¿Ama él a Cecilia? Quizá su dolor está capitaneado por la humillación. Recién en ese instante puede ponerlo en palabras: Cecilia me humilló. Tengo vergüenza. La vergüenza está relacionada con la mirada de los demás, recuerda. 

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