jueves, 24 de julio de 2014

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El viernes le pegué a mi hermana cuenta Camilo. ¿Cómo es eso? La perseguí alrededor de la mesa y le di con la muleta en las piernas; se cayó al piso y le sangró la rodilla; chilló como un animal; mi mamá vino corriendo  y me encajó una cachetada, nunca me había pegado; le dije que era una bestia y me mandó al cuarto; además no me dejó salir durante todo el fin de semana. Vamos por partes dice Gustavo ¿por qué le pegaste a tu hermana? Encontró una carta que yo le había escrito a Sofía y empezó a leerla en voz alta y a burlarse; yo no quería pegarle, solo se la quería sacar pero me puso tan furioso que no me pude controlar. ¿Se lo explicaste a tu mamá? No, me preguntó qué había pasado y no quise decírselo, creo que eso es lo que más la enojó; además tampoco consiguió que Luciana le contara. ¿Cómo quedaste con tu hermana? Todo bien; ella me pidió perdón y yo también le pedí perdón,  la verdad es que se lo merecía; mil veces me jodió y nunca le hice nada, se le van a pasar las ganas de joderme dice Camilo, sonriendo. No parece que el episodio te haya angustiado comenta Gustavo. El chico frunce el ceño. Para nada reconoce. ¿Me querés contar lo que sentiste? Alivio. ¿Alivio? Sí, me porté muy mal y no pasó nada. Recibiste una cachetada y un castigo. Sí, pero a mamá ya se le pasó. Te sigue queriendo comenta Gustavo, mirándolo a los ojos. Como vos después de mis insultos dice el chico con una sonrisa encantadora, se queda pensando un largo rato y después, muy serio admite me gustó que me pegara. ¿Por qué? Porque si me pudo pegar es porque me vio fuerte, normal desde el accidente todos me tratan como si fuera de cristal. ¿Luciana también? Camilo se ríe. ¡No!, ella no, ¡no ves que siempre me joroba! Entonces te gusta que te jorobe. ¡Tampoco la pavada!, es pesadísima pero con ella todo es como antes, yo la quiero a mi hermana, ¿sabés?, en el fondo nos entendemos. Gustavo sirve agua, ambos beben. ¿Cómo reaccionó tu papá? No se metió, él no se mete entre mamá y nosotros, la deja hacer. ¿Te preguntó algo? Nada. ¿Y eso cómo te cae? Camilo se encoge de hombros. Me cansé del tema dice. De acuerdo, ¿de qué querés charlar? Ayer viajé solo en colectivo dice el chico y comienza a describir, entusiasmado, su aventura.

Gustavo suspira satisfecho, apoyado sobre la puerta cerrada. Algo que sale bien. Busca el celular. Está por llamar pero se arrepiente y escribe: ¿Cómo está la nena? Segundos después lee: Ahora está durmiendo; vino mamá y jugaron un rato al dominó. Gustavo recibe la información, molesto. ¿Qué tiene que hacer su exsuegra en su casa? Cecilia ni le consultó. Se cree que sigue siendo su casa, piensa, irritado.

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