¡Papi, al fin viniste! lo recibe Martina como si hubieran transcurrido varios años sin verse. Él la besa con
delicadeza pero ella, con los bracitos de alambre, se le cuelga del cuello. Hola, pa dice Nacho recostado en el
sillón y al rato agrega me fue bien. Gustavo
intenta, sin éxito, recordar la materia, el tema. ¿Qué te tomaron? pregunta, tanteando. Dos ejercicios de Thales y dos de Pitágoras, creo que los hice todos
bien. Gustavo se acerca y le revuelve el cabello. ¿La abuela? Mamá la llevó a tomar algo; yo me quedé cuidando a Marti.
Dice Nacho que Lacán se la pasa acostado en mi cama, ¡pobrecito! ¡No sé quién
te sacará las pulgas! comenta Gustavo justo cuando la puerta se abre. Hola, hijo se acerca su madre a
saludarlo ya tenemos de vuelta a nuestra
princesa. Cecilia le hace señas. Gustavo besa a su madre y anuncia salgo un ratito. ¡Ufa! protesta Martina. ¿Qué
pasó? pregunta él. ¿Vamos a tomar un café? propone Cecilia. Estuve charlando con Grieco dice ella espera que el mozo se
retire y añade los últimos análisis de la
nena dieron mal; tendrán que dializarla de nuevo; los médicos temen que derive
en una insuficiencia renal crónica pero Grieco es optimista, pero ya sabemos que
Grieco siempre es optimista y me parece que esta vez se está equivocando oculta
la cabeza entre las manos Martina en
diálisis permanente, no lo puedo soportar. Gustavo le aprieta ambas manos. No te me derrumbes, eso sí que yo no lo voy
a poder soportar. Gustavo recuerda a Ana María. Tiene a los tres sobre los
hombros, ¿cómo mierda quiere que él se pueda aflojar?
¿Seguro que querés que
me vaya? insiste Cecilia con la cartera ya en el hombro. Andá tranquila, necesitás descansar indica él. Mañana te quedás vos propone Martina ¡y pasado, los dos! Cecilia le da un último beso a la nena y sale.
Gustavo recibe los dos mensajes. Uno, y como siempre, el intento de reunirlos.
Otro, y este sí que lo alarma, es la resignación. Martina descuenta que estará
internada dos días más. Acostate aquí conmigo,
papi la nena se corre hacia el borde y señala el lugar vacío contame un cuento. Pero no tenemos ningún
libro ¡Inventalo, entonces! Gustavo baja la luz del velador, apoya la
cabeza sobre la almohada y comienza: Había
una vez…
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