lunes, 28 de julio de 2014

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Traé el pase, no me dejan entrar escribe Gustavo. Minutos después baja Cecilia. Después de discutir con el empleado logran que les permitan subir a los dos. ¿Cómo anduvo la nena? pregunta él en el ascensor. Dijo Grieco que mañana tendrán que volver a dializarla. Él ánimo de Gustavo desciende como jalado por un gancho. ¿Martina ya lo sabe? Cecilia niega con la cabeza.  No tuve el coraje de contárselo dice, los brazos bajos, los ojos cerrados hay veces que siento que no puedo más y quisiera salir corriendo. Gustavo la abraza. Ella apoya la mejilla en su pecho y solloza. Piso doce, gracias por su visita informa el ascensor. Cecilia se aparta. Ambos salen. Me quedo afuera comunica ella no quiero que me vea así. Él le acaricia el cabello y abre la puerta de la habitación. ¡Hola, papi!, ¡tardaste mucho, mucho! Gustavo la besa en ambas mejillas, en la punta de la nariz, en los ojitos cerrados. Ya me aburrí de estar acá, me quiero ir, ¿no sabés cuándo me sacan? Él, como Cecilia, quisiera salir corriendo, poder llorar sobre un pecho que lo amparara. No todavía, muñequita. ¿Y cuánto tengo que esperar? No sabemos, hay que ir viendo cómo vas recuperándote.  Pero hace días que no me conectan a la máquina, eso es porque ya estoy bien.  Gustavo se marea. Me bajó la presión, determina. Se sienta en la cama. Cuánto desea irse. Que se arregle Cecilia con la nena. Se para para ir a buscarla pero luego se arrepiente. Soy un adulto, se dice, basta del nene que trabaja con papá. Ahora yo soy el papá. Martina lo mira. Él vuelve a sentarse y le agarra las manitos. Los análisis de hoy no dieron muy bien, muñequita, mañana tendrán que dializarte. La cara de la nena se transforma. ¿Vos sabés lo que es estar conectada a esa máquina cuatro horas sin poder salir de la silla?, ¿no se puede hacer otra cosa, papá? No por ahora, hijita, hay que tener paciencia un poco más. ¿Cuánto más?; me parece que todos me están engañando y que no voy a poder salir del hospital nunca. Gustavo la abraza. No sabe qué decirle por eso no le dice nada. La puerta se abre. La nena se desprende. ¡Abuela Susana!. ¡te estaba esperando!, ¿trajiste el dominó? Claro que sí, prepárate que te voy a ganar todas las partidas. Gustavo se aparta. Los ojos de Martina brillan. Es increíble el poder de recuperación de los chicos, piensa él, ojalá pudiera contagiárselo. Cecilia te espera abajo informa la mujer no la dejaron subir. Me voy, muñeca, te dejo en buenas manos; mañana tempranito vengo. Si estoy en la máquina anda verme allí pide la nena sonriendo. Prometido dice él mientras la abraza.

Cecilia lo espera en el hall de abajo. Ya le dije informa Gustavo. ¿Cómo se lo tomó? Se puso chocha, imaginate. ¿Por qué me contestás así? Perdoname, la pasé muy mal. ¿Querés que vayamos a tomar algo? propone Cecilia. A él le dan ganas, necesita que alguien lo consuele. Ella sabe cómo hacerlo. Vaya si a él le consta. Le prometí a Nacho cenar afuera dice. Es increíble cómo revertiste la relación con él; por lo menos traza un círculo con las manos todo este absurdo sirvió para algo. Él no entiende a qué se refiere. Pero ya no quiere estar allí. Me voy informa te debo un café. La besa en la mejilla y se aparta. Da un par de pasos y gira. ¿Te alcanzo a algún lado? Traje el auto informa ella.

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