Traé el pase, no me dejan entrar escribe Gustavo.
Minutos después baja Cecilia. Después de discutir con el empleado logran que
les permitan subir a los dos. ¿Cómo
anduvo la nena? pregunta él en el ascensor. Dijo Grieco que mañana tendrán que volver a dializarla. Él ánimo de
Gustavo desciende como jalado por un gancho. ¿Martina ya lo sabe? Cecilia niega con la cabeza. No
tuve el coraje de contárselo dice, los brazos bajos, los ojos cerrados hay veces que siento que no puedo más y
quisiera salir corriendo. Gustavo la abraza. Ella apoya la mejilla en su
pecho y solloza. Piso doce, gracias por
su visita informa el ascensor. Cecilia se aparta. Ambos salen. Me quedo afuera comunica ella no quiero que me vea así. Él le acaricia
el cabello y abre la puerta de la habitación. ¡Hola, papi!, ¡tardaste mucho, mucho! Gustavo la besa en ambas
mejillas, en la punta de la nariz, en los ojitos cerrados. Ya me aburrí de estar acá, me quiero ir, ¿no sabés cuándo me sacan? Él,
como Cecilia, quisiera salir corriendo, poder llorar sobre un pecho que lo
amparara. No todavía, muñequita. ¿Y cuánto
tengo que esperar? No sabemos, hay que ir viendo cómo vas recuperándote. Pero hace días que no me conectan a la
máquina, eso es porque ya estoy bien. Gustavo
se marea. Me bajó la presión, determina. Se sienta en la cama. Cuánto desea
irse. Que se arregle Cecilia con la nena. Se para para ir a buscarla pero luego
se arrepiente. Soy un adulto, se dice, basta del nene que trabaja con papá.
Ahora yo soy el papá. Martina lo mira. Él vuelve a sentarse y le agarra las
manitos. Los análisis de hoy no dieron
muy bien, muñequita, mañana tendrán que dializarte. La cara de la nena se
transforma. ¿Vos sabés lo que es estar
conectada a esa máquina cuatro horas sin poder salir de la silla?, ¿no se puede
hacer otra cosa, papá? No por ahora, hijita, hay que tener paciencia un poco
más. ¿Cuánto más?; me parece que todos me están engañando y que no voy a poder
salir del hospital nunca. Gustavo la abraza. No sabe qué decirle por
eso no le dice nada. La puerta se abre. La nena se desprende. ¡Abuela Susana!. ¡te estaba esperando!,
¿trajiste el dominó? Claro que sí, prepárate que te voy a ganar todas las
partidas. Gustavo se aparta. Los ojos de Martina brillan. Es increíble el
poder de recuperación de los chicos, piensa él, ojalá pudiera contagiárselo. Cecilia te espera abajo informa la mujer
no la dejaron subir. Me voy, muñeca, te
dejo en buenas manos; mañana tempranito vengo. Si estoy en la máquina anda
verme allí pide la nena sonriendo. Prometido
dice él mientras la abraza.
Cecilia lo espera en
el hall de abajo. Ya le dije informa
Gustavo. ¿Cómo se lo tomó? Se puso
chocha, imaginate. ¿Por qué me contestás así? Perdoname, la pasé muy mal.
¿Querés que vayamos a tomar algo? propone Cecilia. A él le dan ganas,
necesita que alguien lo consuele. Ella sabe cómo hacerlo. Vaya si a él le
consta. Le prometí a Nacho cenar afuera dice. Es increíble cómo revertiste la relación
con él; por lo menos traza un círculo con las manos todo este absurdo sirvió para
algo. Él no entiende a qué se refiere. Pero ya no quiere estar allí. Me voy informa te debo un café. La besa en la mejilla y se aparta. Da un par de
pasos y gira. ¿Te alcanzo a algún lado?
Traje el auto informa ella.
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