miércoles, 16 de julio de 2014

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Miércoles 5 de diciembre

Pa, ¿Marti va a quedar bien? pregunta Nacho mientras le pone manteca a la tostada. Gustavo apoya la taza de café con leche. Claro contesta. No me mientas que no soy un nene, ya estuve mirando en Internet. Es cierto, su hijo ya no es una criatura. Cada uno de los quince días de este infierno lo sorprendió con su madurez, con su insospechable responsabilidad. Sí, es una enfermedad seria, pero pasó lo peor, ya no hay compromiso de vida. No te estoy preguntando si se va a morir sino cómo va a quedar; ¿hasta cuándo la van a conectar a esa máquina?; a ustedes no les dice nada porque no los quiere preocupar, pero cuando se queda conmigo me cuenta que es horrible y no para de llorar. Gustavo piensa que Ana María esta vez se equivocó.  Él, y cómo le cuesta contenerse,  no puede ponerse a llorar junto con el chico. Decide ser sincero. Nacho se lo merece. Los médicos de la clínica no están seguros de que Martina pueda recuperarse totalmente, pero el doctor Grieco apuesta a que sí. ¡Grieco es un grosso!, yo a él sí que le creo dice el pibe masticando la tostada. Gustavo mira el reloj. Se está haciendo tarde, hijo indica Gustavo, levantándose. Esperá, pa dice Nacho hay algo muy importante que te quiero contar. Gustavo se sienta. Te escucho. La culpa de lo de Marti es mía confiesa el chico, la vista baja. ¡¿Qué disparate decís?! Una tarde la llevé a McDonald’s sin permiso y yo sé que esto es por la carne picada cruda. Gustavo siente en la piel el dolor del chico y celebra que haya intentado sacárselo de encima. Le levanta con delicadeza el mentón. Se topa con unos ojos llenos de lágrimas. Hijo, no es por eso, quédate tranquilo, si hay algún lugar donde la carne está cocida es en Mc; ya lo hablamos con Grieco, hay mil posibles causas, entre otras, que Martina estaba con las defensas bajas; si hubiera sido por las hamburguesas vos también te habrías enfermado. ¡Pero yo soy mucho más fuerte, pa! exclama Nacho, la cara iluminada. Vení acá  pide Gustavo dame un abrazo. El chico esconde la cara en el pecho del padre, pero instantes después se separa. Pa, ¿te puedo pedir algo? Gustavo inspira profundamente, cuánto más va a resistir sin largarse a llorar. ¿Me dejás faltar a la escuela? Gustavo sonríe.

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