jueves, 24 de julio de 2014

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Gustavo, frente al volante, experimenta una fuerte opresión en el pecho. Sostenida por Cecilia, Martina camina con dificultad. Las piernitas de alambre. Aturdido, se baja a ayudarlas. La cara de la nena resplandece. La de Cecilia, no. Tiene los ojos húmedos. La recuestan en el asiento de atrás. Es porque hace mucho que no me muevo, papi, ya me voy a poner bien, el doctor Grieco me dijo. Gustavo le abre la puerta a Cecilia que, en cuanto se sienta, deja que las lágrimas resbalen. Él le oprime la mano antes de cerrar. Ella sonríe. ¡A sacar las alas para llevar a mi muñeca! exclama mientras arranca. Martina se sienta. ¡Ya estamos volando, papi!


Como antes, los cuatro sentados alrededor la mesa. Nacho y Martina comparten información sobre un nuevo juego en el celular. Gustavo observa a Cecilia. Más delgada, la cara lavada. Percibe su fragilidad. Cuando la nena se incorpora, él se precipita a ayudarla. Yo puedo, papi. Sosteniéndose en los muebles y la pared, Martina se dirige a su cuarto. Nacho la sigue. ¿Estás segura de que te arreglas sola? pregunta Gustavo a Cecilia. Por supuesto, además está Juana. Me voy al consultorio, entonces, tengo una paciente a las dos. ¿Laura? No, ya terminé con ella, es una paciente bastante nueva. Ah comenta Cecilia ya no los conozco. En el tono de su voz, los meses de abismo entre ellos. Gustavo se levanta y va a despedirse de los chicos.

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