¿Cómo está la nena? le pregunta Natalia en cuanto se ubican en el sillón. Mejor, pero todavía no descartaron una
deficiencia renal crónica. ¿Y de ánimo? Hoy me pidió que no permitiera que la
conectaran a la máquina, refiriéndose a la diálisis; me parte el alma. Gustavo
apoya los brazos sobre las rodillas separadas y la mira. El silencio se prolonga. Vos me querés decir algo, ¿no? lo encara ella. Él baja la vista. ¿Viniste a despedirte? Me encanta estar con
vos, Natalia, pero no quiero hacerte daño. Volviste con tu mujer afirma
ella mirándolo de frente. No dice él.
No todavía lo corrige ella. Él se
agarra la cabeza. En este momento Martina
es el centro de mi universo, no me imaginé que se pudiera querer tanto a un
hijo, que se pudiera querer tanto a alguien, en realidad; haría cualquier cosa
por ella, le daría ya mismo mis riñones si eso pudiera solucionar sus males. ¿Si
ella te lo pidiera volverías con tu mujer? Ella lo pide con cada una de sus
actitudes, a veces pienso que se enfermó para juntarnos. ¿Entonces? No sé, no
entiendo nada, no sé qué es lo que debería hacer. Lo que querés hacer. No se
trata solo de deseos; todavía no hablé nada con Cecilia, nuestra situación
quedó congelada el día en que Martina se enfermó. ¿Qué te pasa a vos con
Cecilia? No sé, Natalia, y no quiero joderte a vos mientras lo descubro. No
necesito que me protejas; soy grande y puedo cuidarme sola; si querés terminar
con esto no me vendas que lo hacés por mí, tené la valentía de asumir que, más
allá de tu hija y de mí, tu genuino deseo es volver con tu esposa. Como si solo
dependiera de mí. Natalia se incorpora. Tenés
razón, mejor andate. Gustavo, desconcertado, se para. No quiero que te enojes. No pienses que podés lastimarme y quedar ante
vos y ante mí como bueno; andate, Gustavo, andate de una vez. Él se dirige
a la puerta. Los brazos caídos.
Antes de subir al auto compra pan y fiambre. Ni bien
arranca, enciende la radio. Sube el
volumen. Abre la ventanilla. El aire fresco lo revitaliza. Canta. Está logrando
no pensar. Cuando llega al consultorio también pone música. Va a la cocina y se
prepara un sándwich. En cuanto se le asoma la imagen de Natalia decide buscar
la ficha de Mariana. Mastica leyéndola con atención. Mientras se filtra el café
llama a Cecilia. Martina duerme. Comió bien. Voy cerca de las nueve informa él. Ya me lo dijiste comenta ella. Como a Gustavo no se le ocurre qué agregar,
corta.
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