martes, 3 de diciembre de 2013

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Finalmente el domingo nos reunimos en lo de María  anuncia Laura y señalando sus zapatillas agrega la primogénita avanza sobre mí.  Gustavo recuerda, entonces, el próximo día de la madre. Yo tengo más suerte que mis hijos,  evalúa. ¿No le gusta más considerar que avanzan  juntas? propone. Ella sonríe y comenta  ¿usted siempre tiene algo para decir? Él se encoge de hombros, divertido.  Federico ya confirmó que va informa Laura. ¿Eso la pone contenta? Me da miedo admite. Extraña apreciación. Mientras no lo veo puedo imaginarme que todo sigue igual, pero frente a él, siento que lo perdí. Gustavo va a hacer un comentario cuando ella añade  usted ya debe estar harto de escucharme hablar siempre de lo mismo, ¿no? Él se toma unos segundos antes de preguntar si no estuviera hablando de sus hijos, ¿de qué hablaría? Laura parece desconcertada. Abre  la cartera, busca algo que no encuentra y la cierra. Le conté que falleció mi hermano, ¿no? dice al fin. Nunca me lo comentó responde Gustavo, extrañado. ¿Cuándo? pregunta.  En enero, el 10 de enero. Gustavo hace cuentas: Laura fue su primera paciente. Un mes antes de que iniciáramos estos encuentros deduce él.  Sí, qué raro afirma ella creí que se lo había dicho; mi cuñada llamó por teléfono y de repente ya no tenía hermano;  infarto masivo; fue un gran golpe, era mi único hermano, catorce años menor; yo lo crié.  Usted acaba de decir que perdió a Federico, pero en realidad perdió a ese hijo que su hermano fue para usted acota Gustavo. ¿¡Cómo!? el rostro de Laura se tensa. Comentó que hacía siete meses que no veía a Federico; si no me equivoco las fechas son coincidentes. Sí  dice Laura no lo había pensado; las semanas que siguieron a la muerte de mi hermano son como una nebulosa. Tan borrosas que no encontró la manera de trabajar su duelo acá. Es que hago muchos esfuerzos para olvidarlo. ¿Para olvidar a su hermano? No, para olvidarme de que murió; a veces decreto que está de viaje, él viajaba mucho por su trabajo; me da vergüenza decirlo pero evito hablar con mi cuñada, escucharla me estrella contra la realidad la voz de Laura se quiebra  me alegra que mi madre no esté viva; no lo hubiera podido tolerar las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas. Usted no lo puede tolerar la corrige Gustavo.  El pecho de Laura se sacude en sollozos. Él la observa llorar, en silencio. Poco a poco ella se va tranquilizando. Desde el entierro que no lloro por él dice. Cuando la está despidiendo Gustavo acota que disfrute del domingo ella lo mira porque a Federico sí que no lo perdió.  


Mientras toma un té, parado en el balcón, Gustavo reflexiona. Laura se presentó a terapia escudándose en los conflictos con la publicación de su libro. Meses después se destapó el alejamiento del hijo. Hablando de eso surgió su desilusión con la maternidad. El fallecimiento de su hermano, ahora. ¿Así hasta cuándo? De Plutón a Mercurio, recuerda. Y luego, el Sol. Sonríe solo. Nunca olvidó la regla nemotécnica. Mevetima jusauneplu. Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón. Ya se la enseñó a Martina. ¿Y a Nacho? Ve bajar a Camilo de un auto. Está por entrar, cuando descubre que el pibe no desciende solo. No me avisó, no me preparé, piensa, mientras las palmas de las manos se le humedecen. Se apresura a buscar la ficha de Camilo.

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