Qué quedó de la
modelo de tapa de revista se pregunta Gustavo al abrirle la puerta a María
Inés. Jean, remera. Nada que la distinga de cualquier chica porteña. Salvo la
belleza, claro, porque aun sin producción sigue siendo hermosa. ¿Cómo estás? pregunta Gustavo luego de un rato. Normal contesta ella mientras se mira las uñas. ¿Todo bien con Gerardo? Ella se encoge de hombros. Gustavo opta
por el silencio. La sesión completa si hace falta, decide. ¿Vos estás esperando que yo te diga que me voy a separar de él? lo
mira con intensidad ¿solo porque le haya
gustado un hombre debo apartarme de su lado? Gustavo reflexiona y luego dice el único motivo válido para
alejarte es si él no te hace feliz. María Inés se recuesta, se apoya sobre
un codo, las piernas flexionadas. El
problema es que me hace feliz en todo lugar que no sea la cama. ¿Y cómo pensás
solucionarlo? ¿Qué posibilidades ves? sonríe ella, irónica. Gustavo decide ser brutal. La abstinencia, la masturbación, un amante,
un ¨taxi boy¨, o hasta una orgía que incluya a Gerardo. ¿Tu intención es
ofenderme? Solo pretendo ser realista, tenés treinta años, María Inés, me
parece que sos demasiado joven para optar por la insatisfacción permanente.
¿Creés que si Gerardo hiciera una terapia lo podría solucionar? Gustavo se
sirve un vaso de agua. Ya hemos hablado
del tema dice Gerardo no tiene nada que
corregir decide ser terminante esa es
su orientación sexual. María Inés juega con sus pulseras, las mira con
atención. No me imagino mi vida sin
Gerardo; vos no sabés, él me cuida, me mima, me compra ropa, vive diciéndome lo
hermosa que soy. Como tu abuelo Gustavo asienta el golpe disfruta mirándote pero no te toca; disfruta
de que los demás lo vean con vos; quién podría dudar de su virilidad teniendo
semejante mina al lado. María Inés se para. No estoy dispuesta a que me destruyas; no voy a seguir viniendo acá. Gustavo
se incorpora. Avisame si cambiás de
opinión. Ella se va sin saludarlo. Instantes después suena el timbre. Tu dinero dice ella entregándole los
billetes. Él cierra la puerta y los
cuenta: como de costumbre, le está pagando todas las sesiones que faltan hasta
fin de mes.
Gustavo va a la
cocina. Al servirse un vaso de soda se da cuenta de que la mano le tiembla. La transpiración
le chorrea bajo la camisa. Va hasta el baño y se lava. Se mira en el espejo.
Está desencajado. Su pecho es un tambor.
Ojalá que Raúl se demore.
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