lunes, 30 de septiembre de 2013

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Lo que nunca María Inés llega quince minutos tarde. Se sienta, se desabrocha un par de botones de la blusa y sin dar ningún tipo de explicaciones sobre su tardanza,  comienza a hablar de su trabajo. Gustavo solo la escucha. Atención flotante. Después de un largo rato le cuesta concentrarse. La imagen de Cecilia aparece. Se clava las uñas en la palma de la mano y  logra espantarla. Ante una pausa de ella él pregunta ¿por qué te decidiste a diseñar ropa?  Ella lo mira, sorprendida.  Siempre supe que la ropa era lo mío; me hubiera gustado tanto ser modelo. ¿Qué te lo impidió? María Inés cabecea  creo que mis padres se hubieran suicidado, ya bastante tuvieron con que  no fuera abogada como toda la familia. ¿Te casaste con un abogado para compensar?  Ella sonríe.  Papá lo ama a Gerardo, fue profesor suyo. ¿Qué te gustaba de ser modelo?Qué sé yo, llevar ropa linda, supongo.  ¿Qué te miraran? No te entiendo dice ella, reacomodándose. El otro día comentaste que en la fiesta sentiste la mirada de todos los hombres y no parecía molestarte, todo lo contrario. A qué nena no le gusta que la miren. Gustavo percibe que se agudizan sus sentidos. Pero vos ya no sos una nena. A qué mujer, perdón se corrige ella mientras se abotona de nuevo la blusa me olvidé el reloj, ¿es la hora? pregunta.  María Inés está por subir al ascensor  cuando comenta qué raro, hoy no me hacés la pregunta del estribo. ¿Del estribo? Te creía más criollo ella sonríe, encantadora la pregunta final, Gustavo, la de la despedida.

Gustavo busca la ficha de María Inés y transcribe la sesión con sumo cuidado. ¿Una nena mirada? apunta. Siente que encontró algo importante, podría jurarlo. Revisa, ahora, la ficha de Raúl. Acuerda con él, la intervención  con respecto a su sexualidad fue burda y precipitada, qué raro que Ana María no se lo haya marcado. Le di lástima, decide.

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