viernes, 20 de septiembre de 2013

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Estoy pensando en dejar a mis pacientes inicia Gustavo el encuentro. Ana María sonríe, siempre sonríe.  ¿Qué pasó con Cecilia? inquiere ella. Se fue a Chile por una semana, pero no quiero hablar de eso. Ella abre las manos que tenía entrelazadas. Solo quería verificar si la decisión de abandonar a sus pacientes se relaciona con el hecho de haber sido usted mismo abandonado. Él resopla. Su discurso me confirma que estoy harto de las interpretaciones propias y ajenas; no sirvo para esto, tampoco para esto. ¿Tampoco? Hoy siento que no sirvo para nada, como marido, obvio, y como terapeuta soy un elefante en una cristalería. Ana María lanza una carcajada.  Él siente que algo se le afloja. Se reacomoda en el sillón. Por qué no me cuenta su día de consultorio. Él le va relatando lo acontecido, más y más avergonzado a medida que describe su impericia. Ella lo escucha sin intervenir ni una vez, en absoluto silencio. Veamos, veamos dice cuando él, al fin, calla. Hoy ha logrado que una madre confiese que no está orgullosa de sus hijos, cosa que no es de poca monta; ha conseguido que Camilo manifieste que considera a su padre culpable del accidente; el hijo de Daniela no estaría en tratamiento si ella no hubiera comenzado la terapia con usted; Raúl ha admitido que su sexualidad está ligada a su padre; con respecto a María Inés su tarea ha sido la de un detective, quizás haya descubierto al dueño de la A; yo diría que no ha sido una jornada nada mala para, como se califica usted a sí mismo, un principiante.


Como al peregrino al que le ofrecen una gota de agua las palabras de Ana María han cauterizado las llagas producidas durante el peregrinaje, mas no la lesión que lo había conducido a buscar la ayuda. Salir del consultorio es que la imagen de Cecilia lo golpee como el viento que se ha desatado mientras él estaba bajo cubierto. Reparado, así se sintió. Qué si le pregunta a Ana María si lo puede cobijar un rato más. Se ajusta el cuello de la campera, mete las manos en los bolsillos y camina hacia el auto. Recuerda el mail de Cecilia y apaga el celular. 

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