Camilo ya no le informa que subió solo. Batalla ganada en la dura lucha
por su autonomía. Perdón dice se me hizo tarde. Gustavo mira el reloj,
tres minutos. ¿Te molesta llegar tarde? El
chico asiente con la cabeza. Gustavo recuerda a Ana María, entonces insiste ¿por qué? Camilo lo mira con sorpresa. Porque está mal contesta. A ver, a ver dice él qué pasaría si te demoraras en llegar acá. Qué se yo, nada, pero vos a lo mejor te
preocupás. ¿Qué creés que haría yo si te retrasaras demasiado? El chico se
encoge de hombros. No sé, nunca lo pensé responde.
¿Y si lo pensás ahora? Supongo que llamarías a mi papá al celu. Que es lo que
vos hiciste cuando tu papá se demoró. La cara del chico se tensa. Sí, pero mi papá no me atendió. Gustavo
solo lo mira a los ojos, en silencio. Un largo rato después Camilo agrega no sé por qué mierda no me atendió. ¿Se lo
preguntaste? El chico cabecea, luego juega con la boca, se muerde los
labios. ¿Por qué te enoja tanto que no te
haya atendido? Si me hubiera atendido yo no estaría rengo. ¿Alguna vez se lo
dijiste? Los ojos del chico son dos platos. ¡¡No!! ¿Por qué te parece tan obvio? Porque
él ya se siente bastante mal por eso. ¿Y cómo lo sabés? Porque lo escuché. ¿Qué
es lo que escuchaste? Cuando estaba en el hospital dijo varias veces ¨fue mi
culpa¨, él se creía que yo estaba dormido pero lo oía, todo oía. ¿Estaban
solos? No, con mi mamá. ¿Y qué decía tu mamá? Ella no decía nada, lo abrazaba.
¿Nunca le preguntaste por qué se le hizo tarde? Camilo sacude la cabeza,
tanto que el flequillo le tapa los ojos. Me
cansé de hablar de esto informa echándose el cabello hacia atrás. ¿Y de qué te gustaría charlar? El chico
se queda un rato pensando y al cabo dice me
nombraron delegado del curso; están modificando el reglamento y quieren conocer
nuestra opinión. ¿Por qué te parece que te eligieron? Dicen que hablo bien cuenta
sonriendo, la vista baja. ¿Qué
modificaciones proponen? Camilo se
endereza en el asiento y comienza a hablar con fluidez, tanta que Gustavo piensa en Nacho y le duele, cómo le
duele. Largo rato después el portero eléctrico los interrumpe. Gustavo mira el
reloj. Las quince y cincuenta. Exactamente.
Gustavo busca el celular y controla
su mail. El corazón se le
aturde: mensaje de Cecilia. Hola, Gus.
Acá estamos trabajando a toda máquina. El viernes firmaremos el contrato de
alquiler de las oficinas, todo fue más rápido de lo calculado. Casi seguro que
regreso el martes, te aviso en cuanto nos confirmen el vuelo. ¿Cómo están los
chicos? Los extraño mucho. Llamaré a casa a la noche, alrededor de las diez,
así puedo hablar con los tres. Un beso. Gustavo siente que aumenta su
temperatura. Arde de bronca. Ni siquiera le ahorró el plural de los verbos. Decidió
por lo visto, tomarse el fin de semana. Está por contestarle hecho una furia
cuando apaga el teléfono con brusquedad. No se merece ni una letra.
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