lunes, 23 de septiembre de 2013

40

Desde el palier lo asalta el aroma del vacío al horno. Con papas, podría jurarlo. El olor de su mamá.  Pan para el peregrino. Toca el timbre. ¡Abu, llegó papi! grita la nena.

Un ratito más, pa pide Nacho mirando la tele en el dormitorio  enseguida termina. A Gustavo no le queda más remedio que acceder al café que le ofrece su madre, pie del demorado interrogatorio del que lo defendía la presencia de sus hijos. ¿Qué pasó con Cecilia?  lo inicia su madre ni bien apoya la bandeja. Se fue a Chile. Sí, ya sé, pero por qué. Por el trabajo. ¿Y cómo es eso?  insiste mientras le llena la taza.  Van a abrir una filial en Santiago, fueron a alquilar las oficinas. ¿Va a trabajar allí? Por unos meses, pero no todavía, regresa el martes. ¿Y me lo decís así? ¿Y cómo querés que te lo diga, mamá?, ¿en inglés? Te conozco bien,  algo está pasando; ¿vos no querías que se fuera?, Marti me dijo que los escuchó discutir. Él empuja la taza con rabia. Lo único que falta es que le sonsaques información a la criatura se levanta ¡chicos!, vamos grita mañana hay que madrugar.  Su madre menea la cabeza vos siempre igual, no sé de qué te sirve tanta sicología si sos incapaz de confiar en tu propia madre. Diez minutos después, chicos y mochilas preparadas, Gustavo se despide de su madre. Traémelos cuando quieras ofrece ella o si te viene mejor me acerco yo. Gracias, mamá dice Gustavo, todavía fastidiado. Está por entrar al ascensor  cuando regresa y la abraza. La madre, como quien intenta dormir a un niño, lo palmea en la espalda.


El contestador titila. ¡Es mami! dice Martina qué lástima que la perdimos. Gustavo siente un tirón detrás de las rodillas. Media  hora después sale del baño y recorre la casa solo iluminada por la luz del pasillo. Los chicos duermen. Lacán, arrebujado en el felpudo de la cocina, levanta la cabeza cuando lo ve entrar, pero luego regresa a su sueño.  Gustavo entra al dormitorio. Apaga la luz y se acuesta, de su lado. Luego rueda hacia el centro, estira brazos y piernas. Ay, mi amor, sin ti mi cama es ancha.



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