viernes, 13 de septiembre de 2013

34



Hace unos meses mi cuñada cuestionaba  la conveniencia de ayudar a los chicos en sus tareas escolares y le comenté que yo siempre había  estudiado con  mis hijos Laura verifica que él la esté mirando y continúa como creí imaginar lo que ella estaba pensando, agregué ¨por eso me salieron tan bien¨. Él se endereza en su silla, alerta. Un minuto después me dijo, en muy mal tono ¨no es la primera vez que hacés un comentario de este tipo, estoy cansada de oírte hablar mal de tus hijos; tus hijos son buenas personas, independientes, cariñosos, trabajadores; a lo mejor no cumplieron con tus expectativas pero eso no significa que te hayan salido mal¨. Gustavo, intencionalmente,  deja pasar unos segundos antes de preguntar ¿y qué piensa usted sobre el comentario de su cuñada? Laura se echa el cabello hacia atrás,  permanece con los brazos levantados unos instantes y luego los baja y los cruza. Se está protegiendo, piensa él. En ese momento no le di importancia, aunque me encantó que saliera en defensa de sus sobrinos, prueba de cuánto los quiere. ¿Y cuándo descubrió su cabal trascendencia? Laura se lleva la mano a la boca y carraspea. El miércoles pasado cuando salí de aquí dice y luego calla. Me gustaría que me explicara qué sintió pide él. Tuve la nítida percepción de lo duro que es no cumplir con las expectativas de los otros; me quedé pensando en lo que usted dijo; tiene razón Laura sonríe  uno sabe lo que los demás esperan de uno.  Él se toma solo unos segundos. ¿Por eso es que Federico no necesitó que usted lo retara por haber abandonado el curso de hardware para saber que otra vez la estaba defraudando? pregunta. Como tocada por una varita mágica, la cara de ella se desarma.  Cuando eran chiquitos estaba tan orgullosa de ellos; siempre eran los primeros en el colegio dice con los ojos húmedos. ¿Y ahora? inquiere él. Las lágrimas de ella descienden por sus mejillas. Se las seca con el dorso de la mano. Gustavo le señala la caja de pañuelos. Ella toma un par. Se suena la nariz, logra recomponerse. Son buenos chicos dice al fin. Si no me equivoco esa es la opinión de su cuñada; le repito la pregunta, Laura, ¿está orgullosa de sus hijos? Mientras la observa llorar Gustavo se plantea si alguna vez su padre estuvo orgulloso de él. ¿Está él orgulloso de Nacho? Laura dice no puedo explicarle cuánto me duele tener que confesarle que no. Él reflexiona unos segundos y propone qué le parece si para la próxima hace una lista de qué expectativas han colmado cada uno de sus hijos y cuáles no. Laura pregunta ¿débitos y créditos? Algo así responde él sonriendo.  Ella toma un vaso de agua, carraspea y comenta ayer me encontré con las compañeras del secundario. Gustavo se reacomoda en su sillón y se dispone a escucharla.

Al cerrar la puerta Gustavo descubre que no pensó en Cecilia. Una hora sin pensar en ella. Laura, regrese. Hace dos días que su mujer se fue y él pasó una hora entera sin pensar en ella. Bienaventurada profesión. Se le aparece la imagen de Martina. Pobrecita. Busca el teléfono. Hola, papi, ¿cómo estás? ¿Cómo estás vos? Rebién, la abuela me preparó un té y me fregó la panza. Él siente las mágicas manos de la madre sobre su propio infantil abdomen. Me alegro mucho, tratá de dormir la siesta. Sí, me voy a acostar a mirar la tele, porque la abuela siempre mira la novela de las tres; te corto, papi, porque la abu me llama que ya empieza. Gustavo apoya el tubo con una sonrisa. Su madre y su hija. Suena el timbre.

2 comentarios:

  1. Una sugerencia en la sesión 34, donde dice Laura pregunta ¿débitos y réditos?, en finanzas en general se usan los términos débitos y créditos.
    Sólo un comentario desde mi experiencia :) Poniéndome al día :) Un parate en el almuerzo a leer un par de sesiones :) Un beso enorme Yima :)

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    1. Ya mismo lo corrijo. Gracias por tu colaboración, fiel lectora

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