Laura se ubica,
abre la cartera. ¿Me va a pagar ahora? , piensa Gustavo, extrañado. Hice los deberes dice ella y le tiende
un papel. Él contempla un cuadro a doble entrada. Una columna para cada uno de
sus tres hijos, diez filas evaluando distintas áreas, comenzando por ¨salud¨. En
cada intersección, signos más o signos menos. Nunca se pierde la formación científica comenta
él, sonriendo. Observa con atención la multitud de casilleros, ¿quién
dijo que los afectos no pueden mensurarse? Es
interesante dice el orden de sus apreciaciones. Así fueron apareciendo en mi cabeza parece disculparse ella. Claro acota él porque si hubiera menos en la fila de salud, todos los problemas de los que
estamos hablando carecerían de sentido. Ni imaginarlo dice ella con
énfasis. ¿De cuáles de los ítems se considera
responsable? pregunta él
devolviéndole el papel. Ella lo toma y lo observa con atención. De su salud ya no me ocupo. ¿Habrá influido en la buena
salud de sus hijos el embarazo, la lactancia,
las vacunas, el pediatra? Los tres tienen excelente dentadura, además agrega
ella y luego sonríe topicaciones de fluor, sellado de las muelas, ortodoncia. ¿Seguimos?
propone él. Belleza lee ella y
acota supongamos que eso sí viene de los
genes, mi marido es particularmente buenmozo. ¿Nada de usted? Las chicas tienen buen cuerpo parece
disculparse ella, mirando el piso. Ahora
viene la pareja, ¿no? recuerda él. Sí
dice ella los tres tienen buenas parejas. ¿Alguna relación con
sus treinta años de casados? Ella hace una mueca descalificativa y deja el
papel sobre la mesita diciendo esto no
tiene ningún sentido. Él lo recoge y reobserva la lista. Concentrémonos en las apreciaciones
negativas, ¿no está satisfecha de los estudios de sus hijas? Sí responde
ella ¿les puse menos? Un más y un menos contesta
él. Porque no son universitarias. Él sonríe ¿los
estudios solo califican si son universitarios? Siempre supuse que mis tres
hijos iban a ser profesionales. Gustavo luego de una pausa pregunta ¿qué estudiaron sus hijas? La mayor
Educación Física, la otra es maestra jardinera. Él aclara, sonriendo o sea que hicieron el Profesorado de
Educación Física y el Profesorado de Educación Inicial. Sí, claro. Cuatro años
de carrera, ambos. Veo que está bien informado. ¿Y eso merece un más o menos?
Ella se encoge de hombros. Hay otro punto que me llama la atención dice
Gustavo luego de una pausa. Ella lo
mira. Más allá de los dos menos que le
adjudica a su relación con su hijo, de la cual ya hemos hablado, la que tiene
con María merece solo un más o menos. Es que ella a veces me trata mal, se
impacienta conmigo. ¿Será porque usted no es muy deportista? Gustavo, no se ría
de mí pide Laura. ¿Con la menor se lleva mejor porque a ella,
como a usted, le encantan los niños? Será una buena madre vaticina
ella. ¿Mejor que usted? A lo mejor
consigue que los hijos le salgan médicos dice ella y ríe. A lo mejor no le interesa que sus hijos sean
médicos la corrige él y al instante
los ojos de Laura se llenan de lágrimas. ¿Seguimos la próxima? propone él. Ella se
seca las mejillas con el dorso de la mano y se incorpora.
Cuando
cierra la puerta tras Laura, el recuerdo del desayuno aterriza, brutal, en su
abdomen. La odio dice Gustavo en voz alta aunque sabe que no es cierto.
Deja que pase un momento y volveremos a querernos. Tú.
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