Cada
vez que Gustavo ve a Daniela, renueva su percepción inicial. El pajarito pardo cantado por Serrat. Conseguí un turno con Álvarez Campos para el
lunes que viene informa ella ni bien se sienta. Tuviste suerte comenta Gustavo
hay gente que debe esperar meses. En realidad el doctor Grieco me lo consiguió. El
incondicional Grieco, piensa Gustavo, llamaré para agradecerle. Estoy ansiosa, hace tanto que debería haberme
dado cuenta admite ella. Te diste
cuenta la tranquiliza él por eso
viniste aquí buscando ayuda. Ella sonríe, como un sol, determina Gustavo. ¿Cómo
está tu marido? Negador, dice que están todos locos, que solo quieren sacarnos
plata, que ya madurará. Quizás comparte la opinión de tu pediatra. De mi anterior pediatra anuncia
con energía no quiero verlo más; me hizo
perder tanto tiempo. Me gustaría que me contaras más sobre tu relación con
Lucas. Lo amo dice ella y lo que me pone peor de todo es que él no se
deja querer mira el piso por eso
todavía lo amamanto; tiene dos años y cinco meses y todavía lo amamanto Daniela hace una pausa y agrega es el único momento en que se deja acariciar.
¿Precisás justificarte? Ella se ruboriza, más aún cuando él le
pregunta ¿Ariel está en desacuerdo? No lo tolera explica ella solo lo amamanto cuando él no está. ¿Sí en presencia de otros? Tampoco ella sacude la cabeza y se
detiene quizás esperando más preguntas. Luego, bajando la vista, agrega me da vergüenza. Él espera unos segundos
antes de decir quizás la vergüenza se
deba a que percibís que seguir amamantándolo responde a una necesidad tuya;
habría que analizar cuáles son las necesidades de tu hijito; sería bueno que
pudieras charlarlo con los profesionales que lo atenderán. ¿Usted cree que lo
estoy perjudicando? No estoy diciendo eso le aclara estoy intentando que pensemos juntos por qué te escondés para amamantar
a tu hijo. Ella oculta la cara en el cuenco que forman sus manos. Le miento hasta a mi mamá. ¿En qué consiste
tu mentira? Le dije que ya no le doy la teta; cuando cumplió dos años se lo
dije. Daniela ella se descubre y lo
mira ¿por qué seguís amamantándolo? Es mi bebé dice casi en un susurro. Tal vez seguir dándole la teta ha sido tu
manera de poder creerle al pediatra la mirada de Daniela clavada en él en la
medida en que lo consideres un bebé se atenúa tu preocupación porque no hable. Los
ojos de ella se llenan de lágrimas. Daniela
y cuánto le cuesta decírselo Lucas ya no es un bebé. Ella llora,
mansamente llora.
Cerrar la puerta es recuperar la lanza atravesándolo. ¿El alma es un
espacio? Solo así podía entenderse que fuera capaz de albergar tanto dolor.
Porque le duele el cuerpo. En medio de las costillas. Se presiona el esternón.
Justo allí. ¿De qué va a hablarle a Ana María?, ¿del accidente de Camilo?, ¿del
rey de Textilandia?, ¿del hijo de Laura?, ¿o del de Daniela? La angustia le humedece el cuerpo pero le seca
la boca, qué absurdo. Apoya la frente contra la ventana. El frío del cristal le
hace bien. Ya es casi de noche, los faros de los autos destellan entre el
follaje. Se siente sucio, transpirado. Preciso una ducha, diagnostica. Mira el
reloj. Tendrá que tomar un taxi. Va hacia el baño. Abre la canilla y se
desnuda.
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