Mientras la precede Gustavo recuerda su pregunta de cierre. Se ubica y le
sonríe. María Inés, calzas negras, suéter largo rojo, se sienta sobre las
piernas flexionadas. Se toma con una mano la punta de las botas negras. Con la
otra, se sostiene el mentón. Está seria. El
sábado fue mi fiesta de cumpleaños cuenta. Él sonríe. Ante el prolongado
silencio de ella, decide intervenir ¿y
cómo estuvo? La fiesta, bien; yo, mal. ¿Por qué? Ella rearma su postura, libera los brazos,
gesticula mientras cuenta en un momento
me miré como desde afuera. ¿Y qué viste? A una mujer espléndidamente vestida,
espléndidamente maquillada, espléndidamente peinada, representando una farsa en
un espléndido salón, con un espléndido servicio y un espléndido catering. ¿Cuál
era la farsa?, ¿cumplías treinta y dos en lugar de treinta? intenta
relajarla. Ella no sonríe al decir los
estaba engañando a todos, ni una sola de las cien personas presentes sabía
quién soy yo en realidad, qué me pasa. ¿Nadie te conoce?, ¿ni una sola de tus
amigas? Ella cabecea al decir tendrías
que haber estado vos. Gustavo, esforzándose en reprimir una sonrisa,
comenta todavía no me explicaste en qué
consistía la farsa. Parecía la princesa Máxima; yo percibía que todos me
admiraban, me envidiaban; una mujer joven y linda, con un marido buenmocísimo y
lleno de plata que la abrazaba como si la quisiera. Gustavo carraspea,
trata de organizar la información vamos
por partes, es cierto que sos joven y muy linda, supongo que tu marido es buen
mozo aunque no lo conozco, sé que les sobra el dinero, y si es cierto que tu
marido te abrazaba, ¿en qué reside, entonces, la farsa?, ¿en que no te quiere?
Sí que me quiere ella sacude la cabeza con energía pero como a una hermana; te juro que vi como
miraban los hombres mi espalda desnuda, se les notaba la temperatura en las
miradas; desde que soy adolescente que me miran así, será por eso que nunca
conseguí tener un amigo. No veo la relación entre tu sensación Gustavo abre
las manos en un gesto vago, busca la palabra térmica y el amor fraternal de tu marido. Ella hace una mueca de
impaciencia. Creo que de todos los
hombres presentes, exceptuando a mi padre y a mi hermano, Gerardo era el único
que no me miraba así. María Inés se sirve un vaso de agua, parece agitada. ¿Qué pasó después de la fiesta? pregunta
él. Nada, por supuesto, estaba muy
cansado, pero no pasó nada el domingo, ni el lunes ni ayer. ¿Pensás que sigue
con su affaire? Ella eleva los hombros. Quizás
dice. ¿Volvieron a hablar del tema? Jura
que terminó todo, dice que está muy estresado por el trabajo, tienen un caso
importantísimo entre manos, vuelve a cualquier hora. Él, involuntariamente,
sonríe. No me mirés así, llamé mil veces
al estudio en distintos horarios y siempre lo encontré; ayer caí de sorpresa a
la nochecita. ¿Y estaba? Sí, estaba; le cayó pésimo mi presencia, odia que lo
controle; bromeó al respecto con el socio; terminé yéndome sola a lo de mis
viejos María Inés se adelanta hacia él
¿querés que te cuente algo bueno?; mi hermano editó el video de la fiesta y
primero puso fotos de cuando éramos chicos, me hizo emocionar. Mientras
María Inés describe con detalle el trabajo de su hermano, Gustavo intenta
desalojar imágenes de Cecilia, por
primera vez en la sesión piensa en ella, insoportable imaginársela con él. Los
sorprende el portero eléctrico sin que el tema del marido vuelva a emerger.
Gustavo tiene una súbita corazonada. ¿Cómo
se llama el socio? pregunta mientras la despide. Ella lo mira con sorpresa.
Alberto, ¿por? La aparición de Raúl
lo exime de la respuesta.
Novela por entregas. Gustavo está iniciando su carrera de terapeuta. Miércoles a miércoles, su propia vida y la de sus cinco pacientes se va modificando. ¿Los acompañamos?
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