martes, 17 de septiembre de 2013

36

Mientras la precede Gustavo recuerda su pregunta de cierre. Se ubica y le sonríe. María Inés, calzas negras, suéter largo rojo, se sienta sobre las piernas flexionadas. Se toma con una mano la punta de las botas negras. Con la otra, se sostiene el mentón. Está seria. El sábado fue mi fiesta de cumpleaños cuenta. Él sonríe. Ante el prolongado silencio de ella, decide intervenir ¿y cómo estuvo? La fiesta, bien; yo, mal. ¿Por qué?  Ella rearma su postura, libera los brazos, gesticula mientras cuenta en un momento me miré como desde afuera. ¿Y qué viste? A una mujer espléndidamente vestida, espléndidamente maquillada, espléndidamente peinada, representando una farsa en un espléndido salón, con un espléndido servicio y un espléndido catering. ¿Cuál era la farsa?, ¿cumplías treinta y dos en lugar de treinta? intenta relajarla. Ella no sonríe al decir los estaba engañando a todos, ni una sola de las cien personas presentes sabía quién soy yo en realidad, qué me pasa. ¿Nadie te conoce?, ¿ni una sola de tus amigas? Ella cabecea al decir tendrías que haber estado vos. Gustavo, esforzándose en reprimir una sonrisa, comenta todavía no me explicaste en qué consistía la farsa. Parecía la princesa Máxima; yo percibía que todos me admiraban, me envidiaban; una mujer joven y linda, con un marido buenmocísimo y lleno de plata que la abrazaba como si la quisiera. Gustavo carraspea, trata de organizar la información vamos por partes, es cierto que sos joven y muy linda, supongo que tu marido es buen mozo aunque no lo conozco, sé que les sobra el dinero, y si es cierto que tu marido te abrazaba, ¿en qué reside, entonces, la farsa?, ¿en que no te quiere? Sí que me quiere ella sacude la cabeza con energía pero como a una hermana; te juro que vi como miraban los hombres mi espalda desnuda, se les notaba la temperatura en las miradas; desde que soy adolescente que me miran así, será por eso que nunca conseguí tener un amigo. No veo la relación entre tu sensación Gustavo abre las manos en un gesto vago, busca la palabra térmica y el amor fraternal de tu marido. Ella hace una mueca de impaciencia. Creo que de todos los hombres presentes, exceptuando a mi padre y a mi hermano, Gerardo era el único que no me miraba así. María Inés se sirve un vaso de agua, parece agitada. ¿Qué pasó después de la fiesta? pregunta él. Nada, por supuesto, estaba muy cansado, pero no pasó nada el domingo, ni el lunes ni ayer. ¿Pensás que sigue con su affaire? Ella eleva los hombros. Quizás dice. ¿Volvieron a hablar del tema? Jura que terminó todo, dice que está muy estresado por el trabajo, tienen un caso importantísimo entre manos, vuelve a cualquier hora. Él, involuntariamente, sonríe. No me mirés así, llamé mil veces al estudio en distintos horarios y siempre lo encontré; ayer caí de sorpresa a la nochecita. ¿Y estaba? Sí, estaba; le cayó pésimo mi presencia, odia que lo controle; bromeó al respecto con el socio; terminé yéndome sola a lo de mis viejos María Inés se adelanta hacia él ¿querés que te cuente algo bueno?; mi hermano editó el video de la fiesta y primero puso fotos de cuando éramos chicos, me hizo emocionar. Mientras María Inés describe con detalle el trabajo de su hermano, Gustavo intenta desalojar imágenes de  Cecilia, por primera vez en la sesión piensa en ella, insoportable imaginársela con él. Los sorprende el portero eléctrico sin que el tema del marido vuelva a emerger. Gustavo tiene una súbita corazonada. ¿Cómo se llama el socio? pregunta mientras la despide. Ella lo mira con sorpresa. Alberto, ¿por? La aparición de Raúl lo exime de la respuesta.

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