miércoles, 18 de septiembre de 2013

37

Esta mina raja la tierra comenta Raúl mientras se sienta. Segundos después comienza a hablar de la obra. Se lo ve contento, piensa Gustavo. Nunca te vi tan entusiasmado le comenta en cuanto Raúl hace una pausa. Sí, la maldición bíblica no es tal. No te entiendo. Raúl sonríe, con sorna califica él y responde ganarse el pan con el sudor de la frente nos beneficia más de lo que nos perjudica se atusa la barba rojiza ¿sabés lo que me tiene mejor? busca la mirada de Gustavo  es una de las pocas veces en la vida en que el laburo no viene a través de mi viejo, o de alguna de sus infinitas relaciones. ¿Cómo está Lisa?  Los ojos de Raúl cobran brillo. Hecha una seda, ya te dije, Lisa es una puta. Gustavo se toma unos minutos, reflexiona antes de decir  vos le adjudicás el cambio exclusivamente a ella, quizá tu propia sexualidad esté ligada a la posibilidad de sentirte un hombre más allá de la cama; tal vez tu sexualidad se vea inhibida por la dependencia de tu padre. El rostro de Raúl se endurece. ¿Creés que me estás ayudando con la brutalidad que acabás de decir? Él acusa recibo, se equivocó, su intervención fue precipitada. Ana María lo alertó varias veces, descubrir la causa de un conflicto no habilita a un terapeuta a explicitarlo hasta que no llegue el momento propicio. Se sirve agua. Si mi comentario es tan absurdo no veo el motivo de que te altere tanto. No me altera, me da bronca que un título te habilite para decir lo primera boludez que te pasa por la cabeza. Gustavo entierra la mirada en el piso, quisiera como el ministro de economía decir: me quiero ir. Bastante con que su esposa esté revolcándose en Chile con el amante para tener que soportar el castigo adicional de un paciente cuya transferencia le resulta tan hostil. Quizá debiera interrumpir el tratamiento, lo consultará con Ana María. Quizá debiera abandonar la profesión, no sirve para esto. ¿Trabajar en la fábrica con su padre para siempre? Cuando levanta la vista se choca con los ojos de Raúl sobre él. La autoestima de Gustavo se precipita al escuchar ¿sabés una cosa?, mejor me voy. Gustavo se incorpora, en silencio, al ver que Raúl se para. Antes de subir al ascensor, mientras Gustavo piensa que, pese a todo, es un alivio haber perdido a este paciente, Raúl comenta otro día te cuento.


Gustavo se tira en el diván. Se tapa la cara con las manos. No puede más. Todo le sale mal. Tampoco es tan ingenuo como para suponer que es una es cuestión del destino. Él es el que está lleno de agujeros.  ¿Por qué no irse? Hawai, París, Cuba. Tiene ahorros. Podría vender el auto, además. Unos cuantos meses lejos de todo y de todos. Quizás lograra reconstruirse. Empezar de cero en otro lugar. Mira el reloj. ¿Habrá terminado Nacho su entrenamiento? Andá para lo de la abuela escribe en su celular Marti está allá, los busco a las 9. Pobrecito Lacán, todo el día solo. ¿Habrá hecho pis?

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