Esta mina raja la tierra comenta
Raúl mientras se sienta. Segundos después comienza a hablar de la obra. Se lo
ve contento, piensa Gustavo. Nunca te vi
tan entusiasmado le comenta en cuanto Raúl hace una pausa. Sí, la maldición bíblica no es tal. No te
entiendo. Raúl sonríe, con sorna califica él y responde ganarse el pan con el sudor de la frente nos
beneficia más de lo que nos perjudica se atusa la barba rojiza ¿sabés lo que me tiene mejor? busca la
mirada de Gustavo es una de las pocas veces en la vida en que el
laburo no viene a través de mi viejo, o de alguna de sus infinitas relaciones.
¿Cómo está Lisa? Los ojos de Raúl cobran
brillo. Hecha una seda, ya te dije, Lisa
es una puta. Gustavo se toma unos minutos, reflexiona antes de decir vos
le adjudicás el cambio exclusivamente a ella, quizá tu propia sexualidad esté
ligada a la posibilidad de sentirte un hombre más allá de la cama; tal vez tu
sexualidad se vea inhibida por la dependencia de tu padre. El rostro de
Raúl se endurece. ¿Creés que me estás
ayudando con la brutalidad que acabás de decir? Él acusa recibo, se
equivocó, su intervención fue precipitada. Ana María lo alertó varias veces,
descubrir la causa de un conflicto no habilita a un terapeuta a explicitarlo
hasta que no llegue el momento propicio. Se sirve agua. Si mi comentario es tan absurdo no veo el motivo de que te altere
tanto. No me altera, me da bronca que un título te habilite para decir lo
primera boludez que te pasa por la cabeza. Gustavo entierra la mirada en el
piso, quisiera como el ministro de economía decir: me quiero ir. Bastante con
que su esposa esté revolcándose en Chile con el amante para tener que soportar
el castigo adicional de un paciente cuya transferencia le resulta tan hostil.
Quizá debiera interrumpir el tratamiento, lo consultará con Ana María. Quizá debiera abandonar la profesión, no sirve para esto. ¿Trabajar en la fábrica con
su padre para siempre? Cuando levanta la vista se choca con los ojos de Raúl
sobre él. La autoestima de Gustavo se precipita al escuchar ¿sabés una cosa?, mejor me voy. Gustavo
se incorpora, en silencio, al ver que Raúl se para. Antes de subir al ascensor,
mientras Gustavo piensa que, pese a todo, es un alivio haber perdido a este
paciente, Raúl comenta otro día te
cuento.
Gustavo se tira en el diván. Se tapa la cara con las manos. No puede más.
Todo le sale mal. Tampoco es tan ingenuo como para suponer que es una es
cuestión del destino. Él es el que está lleno de agujeros. ¿Por qué no irse? Hawai, París, Cuba. Tiene
ahorros. Podría vender el auto, además. Unos cuantos meses lejos de todo y de
todos. Quizás lograra reconstruirse. Empezar de cero en otro lugar. Mira el
reloj. ¿Habrá terminado Nacho su entrenamiento? Andá para lo de la abuela escribe en su celular Marti está allá, los busco a las 9.
Pobrecito Lacán, todo el día solo. ¿Habrá hecho pis?
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