Gustavo ha comenzado
por Camilo. ¿Fue atinado mencionar el accidente? Ana María cruza las piernas con
elegancia creo que se precipitó; yo
hubiera ido preguntando sobre los distintos elementos del sueño; quizás de ese
modo hubiese logrado que fuera el mismo chico el que nombrara el accidente. Es
que, más allá de la permanente alusión a la renguera o a las muletas, es la
primera vez en meses en que percibí que Camilo me abría una puerta replica él. Ana María despliega su sonrisa. Más tarde o más temprano Camilo va a aludir
al tema que atraviesa su vida. Sí, pero los meses siguen corriendo se
justifica Gustavo el otro día me llamó la
madre, no supe qué decirle. Un terapeuta ha de saber esperar las manifestaciones del inconsciente, porque el inconsciente
siempre insiste; quédese tranquilo, Gustavo, el tratamiento avanza. Él
inspira hondo, quisiera poder transmitirle lo que experimenta frente al chico. Es
feroz cuando se irrita explica. A
pesar de que Camilo aún no lo explicite, el enojo hacia su padre sigue operando en la transferencia. Lo
comprendo en la teoría pero me resulta difícil acorazarme ante su rabia. Su
hijo tiene esa edad, ¿no? Gustavo, alerta, asiente con la cabeza pero ella,
luego de cruzar las piernas en sentido contrario, lo que hace flamear su larga
pollera, abandona el tema y comenta qué
sueño transparente; creo que, más allá de la obvia importancia de las pesas, la
clave está en la tardanza. Él la mira, sorprendido. ¿Por qué lo supone? ¿Qué fue lo último que dijo el chico al despedirse?
Que era tarde. ¿Qué le dijo el padre cuando lo llamó a comer? Que era tarde tiene
que reconocer él. Ella sonríe, se
encoge de hombros y agrega vamos bien.
Él,
entonces, le habla de la agresión de Raúl, está orgulloso de no haberse
alterado. Otra vez le toca a usted hacer
de padre, dos hijos a falta de uno bromea Ana María, qué extraño. ¿Y Laura? pregunta de improviso. Gustavo
comenta, de algún modo molesto por haberla obedecido, que le planteó el
estancamiento de la terapia. Cuando le refiere su comentario final sobre el
hijo, ella inquiere ¿está buscando un
argumento para retenerla? y ante la cara de desconcierto de él insiste ¿por qué le cuesta tanto soltar a sus
pacientes? Él le dice que no es así, que de Raúl, por ejemplo, quisiera liberarse. Le cambio, entonces, la pregunta, ¿por qué
le cuesta tanto separarse de Laura? Él recibe el impacto. Le entra por los
poros. Se parece a mi mamá admite.
Lamentablemente es la hora
informa ella otro tema que le queda para
analizar. Gustavo se incorpora, aliviado. No hubo tiempo para hablar de
María Inés.
Camina hacia el auto a paso vivo. Hace mucho
frío. Mientras calienta el motor, enciende la radio. Vicentico. Paisaje. Gustavo sube el volumen. No se piensa en el verano cuando cae la
nieve, deja que pase un momento y volveremos a querernos. Tararea. Tú, no podrás faltarme… Un bocinazo le
avisa que el semáforo ya está en verde. Pone primera. Qué tema. Le pedirá a
Nacho que se lo grabe. Cuando termina la canción apaga la radio. Le duele la
cabeza. Una batidora. Laura, Ana María, Camilo, Raúl. Cecilia.
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