Raúl se dedica a
lo que Gustavo ya ha referido a Ana María como maniobras dilatorias. Anécdotas, bromas. Gustavo asiente, pasivo
pero al acecho. Hasta que Raúl, de la nada, dice Lisa parece una puta y luego calla. Gustavo se endereza. Es un comentario extraño, explicate. Solo coje cuando traigo plata a casa. La
madre del borrego, piensa Gustavo. ¿Tuvieron relaciones esta semana? pregunta. Anoche
se tiñó el pelo, anteanoche ordenó el placar, y así, y así, la puta que te
parió. Raúl cruza los brazos, cabecea.
Debo deducir entonces, que esta semana no aportaste dinero. Raúl se encorva, como
un caracol califica Gustavo, y agrega ni esta, ni la otra, ni la anterior. Solo
me dijiste que sos arquitecto, contame en qué trabajás inquiere Gustavo
y ante el rictus de Raúl se rectifica de
qué solés trabajar. A ver Raúl tamborilea
los dedos cómo explicarte esquiva la
mirada de lo que venga ¿Y qué
hacés cuando no viene nada?
pregunta Gustavo luego de un rato. Raúl sonríe, burlón ¿Lisa te pasó letra? Gustavo solo lo mira, intencionalmente muy
serio. Me pudre, no necesito que me digan
lo que tengo que hacer. Por qué no me
contás qué es lo que tenés que hacer.
Si fuera por Lisa, seguir adosado a mi viejo de por vida. ¿Y si
fuera por vos? Toda la vida dependí de mi viejo, necesito abrirme de mi viejo.
Una descarga de adrenalina para Gustavo.
Tu viejo… Gustavo arrastra
adrede la palabra nunca lo mencionaste.
¿Nunca te hablé del rey de Textilandia? Gustavo percibe el contraste entre
la amplitud de la sonrisa y la tensión en la mandíbula. ¿Textilandia es su empresa? Raúl lanza una carcajada, carente de
alegría, evalúa Gustavo. Vos tomás las
cosas al pie de la letra. Me gustaría trompearlo, piensa Gustavo y se alarma por
pensarlo. Mi viejo tiene varias empresas textiles, no sé exactamente cuántas se
tira sobre el respaldo más de cinco y
menos de diez, digamos. Un par largo, diría Nacho. Gustavo controla el
reloj y anuncia lamentablemente, tenemos que dejar acá; la semana que viene retomaremos
el tema. Me salvo el gong dice Raúl sonriendo y se incorpora.
Lo último que Gustavo
ve de Raúl son los mocasines desvencijados. Va hasta el espejo del pasillo. Se
aprieta el cinturón, endereza el cuello de la camisa nueva, lleva a su justo centro
el escote en v del chaleco. Apenas unas canas. Busca luego el teléfono. ¿Está mamá? pregunta antes de saludar a la nena. Estoy yo, por si te interesa, que no parece. Últimamente Martina lo
sorprende, está creciendo demasiado rápido. Él repasa su jueves. Reunión con el jefe de personal. La aplazará para el viernes. Mañana voy a buscarte al colegio y después te invitó
a merendar. Los gritos de alegría de la nena lo conmueven. A pesar de que
escucha el timbre se da tiempo para despedirse de su hija como corresponde.
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ResponderEliminarEnganchada :)
ResponderEliminarQué alegría que me das!!!
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