lunes, 19 de agosto de 2013

15

La pollera larga, con vuelo, de Ana María lo precede. El discreto perfume, un par de escalones por delante, lo guía. Ambas manos derechas deslizándose, sincrónicas, por la baranda de madera. Frente a la puerta del consultorio, ella gira y con una sonrisa  insondable y un leve gesto de sus uñas pintadas lo invita a pasar. Un tapiz incaico a modo de alfombra, leve olor a incienso. Luego de seis meses de ir todos los miércoles, la extraña sensación de observar todo por primera vez. Los sentidos agudizados. Gustavo se sienta. Ella carraspea. Señal suficiente para que él confiese hoy tuve ganas de trompearlo a Raúl. Y ante el entrecejo fruncido de ella, aclara, sonriendo no se asuste, no llegué a las manos; fue solo una sensación, una fuerte sensación; nunca me había pasado algo así, ¿es normal? Ella recoge sus palabras ¿qué significa que una actitud sea normal?; sería inadmisible que agrediera físicamente a un paciente, aunque es más frecuente de lo que uno quisiera suponer, que un terapeuta agreda verbalmente. Tampoco lo insulté bromea Gustavo levantando las manos con las palmas  extendidas aunque sé que usted no se refiere a eso. Ana María cierra los párpados y asiente con la cabeza. ¿Podría contarme lo que sucedió? Después de varios meses de hablar casi con exclusividad de la relación con su esposa, Raúl me reveló que hace meses que está sin trabajo. ¿Y qué fue lo que desencadenó su ira? Gustavo  reflexiona. Se burló de mí  confiesa luego. ¿Cómo fue eso? Él se refirió a su padre como al ¨rey de Textilandia¨ y yo le pregunté si Textilandia era su empresa. Gustavo traga saliva, le cuesta referirle me dijo que yo tomaba las cosas al pie de la letra; me hizo sentir un infeliz. Parece una reacción desmedida ante esa frase. Sí admite Gustavo. ¿Podría precisarme lo que fue sintiendo en el transcurso de la sesión? Gustavo le relata con detalle lo sucedido. Quizás fue la alusión a la relación de Raúl con su padre lo que a usted lo alteró. Gustavo se siente repentinamente vulnerable, querría encontrar un recurso que le permitiera desviar la conversación sin embargo admite sí, es posible, tengo conflictos con mi padre. Es imprescindible reconocer cuando la historia de un paciente nos remite a la propia, fundamental mantener la distancia emocional; ¿está trabajando el tema de su padre en su análisis? Hace un mes que mi analista está enfermo, pero sí, en eso estábamos. Su ira fue una llamada de atención, seguiremos atentos con esta cuestión. Gustavo se sirve un vaso de agua. Cuando logra serenarse le habla de Daniela. No sé si fue correcto que le diera el teléfono del pediatra de mis hijos. Ana María sonríe al decir hay circunstancias en las cuales debemos hacerle un guiño a la teoría; no hay ninguna duda de que la prioridad es que esa criatura reciba un tratamiento adecuado lo antes posible; tranquilícese, Gustavo, trate de confiar más en su intuición.


Sube al auto pero en realidad necesita otro café. Una sesión demasiado intensa. Además de Raúl y Daniela, Laura ¿No será que llegó la hora de darle el alta? A él no le gustó escucharla y defendió la continuidad. Hay que aprender a desprenderse de los pacientes. Para tratar de amortiguar el malestar Gustavo rescata los réditos. Ha conseguido que Camilo transfiera sobre usted el resentimiento contra el padre. Una perla para atesorar. Ya por Cabildo presta mucha atención. No volverá a pasarse.

2 comentarios:

  1. Siempre tuve curiosidad de saber cómo era una sesión de control, me gustó echarle una ojeada a una de ellas.

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    1. Espero no haberme equivocado demasiado. Por suerte Patricia me asesora. Gracias por tu atención permanente!

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