miércoles, 27 de noviembre de 2013

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Daniela está comentando que fue al cumpleaños de la sobrina de Ariel.  Es muy duro enfrentarme con chicos de la edad de Lucas; cuando mis amigas me invitan no voy,  este era de la primita, no podía dejar de ir. ¿Cómo estuvo el nene? pregunta Gustavo. En su mundo pero bien, tienen un jardín enorme y habían alquilado un centro de juegos inflable y a Lucas le encanta trepar, tiene mucha destreza, aprendió a caminar a los diez meses; fue agotador porque no se bajó del juego ni un minuto; en un momento mi cuñada me pidió que la ayudara a repartir los panchos; no tuve más remedio que decirle que sí; le pedí a Ariel que lo vigilara; tardé un montón; cuando llegué Ariel no estaba; empecé a buscar a Luquitas pero no lo encontraba, era un mar de chicos; no lo podía creer, al nene no se lo puede dejar un minuto solo; no te explico la desesperación que me agarró; me enojé con vos, yo tenía razón. ¿Por qué? pregunta él ¿Ariel había abandonado al nene como tu padre te había abandonado a vos?  Daniela sonríe y agita ligeramente la cabeza. Entonces escuché un silbido: era Ariel desde el fondofui corriendo y lo encontré hamacando a Lucas. Ella se cubre la cara con las manos.  Para colmo dice luego de un rato le tendí los brazos para sacarlo de la hamaca pero Lucas me rechazó; ¨andá a charlar un rato tranquila¨, me ofreció Ariel, ¨yo me ocupo del nene¨. ¿Te fuiste? Sí, llorando contesta ella, mirando el piso. Lo importante es que te fuiste.


Hoy tuve un buen día, reconoce Gustavo cuando cierra la puerta tras Daniela. Después recuerda las lágrimas de Martina, el mamá se borró de Nacho. Buen día en el consultorio, se corrige.  Se prepara un té, lo toma de parado y sale hacia Villa Freud.

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