¿Cómo te
fue en lo de Leo? inicia la
sesión Gustavo. Camilo sonríe, travieso ¿vos
me estás preguntando por Sofía? Gustavo
abre los codos, las palmas extendidas yo te pregunté por tu amigo pero si vos querés hablarme de Sofía...
Camilo lo mira con complicidad. Cuando
Leo se fue a duchar me quedé charlando con ella
un rato relargo. ¿Sobre qué? Del colegio, ella también es delegada de su
curso; quedamos en que iré a su casa el viernes a la tarde para presentar un
proyecto conjunto de primero y segundo año, para que nos pongan profesores de
apoyo en horario extraescolar; después trataremos de enganchar al delegado de
tercero; el papá de ella es abogado, nos
va a dar una mano con la nota; espero que mi papá me pueda llevar. ¿Y si no
puede? Le pido a mi mamá o me tomo un remís;
no me dejan viajar en colectivo, yo me animo pero todavía no me dejan. ¿Y antes
del accidente? Sí contesta Camilo
alargando la i iba a todos lados con mis
amigos; ¿vos no podés hablar con mis viejos y decirles que me dejen? ¿Te
gustaría que yo hablara con tus padres? arriesga Gustavo. De eso sí. ¿Y de qué no? Camilo lo
mira, muy serio ¿todo lo que yo te cuento
es un secreto entre nosotros, no? Por supuesto lo tranquiliza Gustavo solo aceptaría conversar con tus padres en
tu presencia. ¿Ellos te pidieron? Sí, varias veces. Pero les dijiste que no se
reasegura Camilo. Me negué porque
consideraba que no era el momento propicio, tal vez ahora sí lo sea. ¿Y si yo
no quiero? Por supuesto que no, este es tu espacio. Camilo se queda en silencio un largo rato.
Luego pregunta ¿te parece que le lleve
algo? ¿Cómo? pregunta Gustavo, desconcertado. Si queda bien que le dé a Sofía algún regalo. Cómo le cuesta a
Gustavo contener la sonrisa. Podrías llevarle una golosina, a casi todas
los mujeres les gustan las cosas dulces lo aconseja. Es una buena idea dice pensé
en unas flores pero es demasiado jugado. ¿Y vos tenés ganas de jugarte? pregunta
Gustavo. ¿¡Ganas!? el chico abre los ojos como platos me muero de ganas hace una mueca con la boca pero también me muero de miedo. ¿Pensás que
le gustás? Sería un milagro Camilo suspira y luego sonríe, triste y ya te dije que no creo en Dios, si no le
pediría gustarle la energía regresa a su rostro primero
tengo que conseguir alguien que me lleve. Me parece que si le contás a tu papá
cuánta importanccia tiene para vos ir, él va a encontrar la manera de alcanzarte.
¿De veras te parece? Gustavo asiente con la cabeza. Capaz le digo. Minutos después, cuando lo despide, Gustavo propone avisame cuando quieras que invite a tus
padres. Dale dice el chico.
Gustavo siente ganas de compartir con Natalia el silencioso pedido
de Camilo. Está pensando en eso cuando suena el teléfono del
consultorio. Ya llegué, papi informa
Martina vine con Clarita, ¿te acordás que
te avisé? No, no se acordaba en absoluto. Juana está preparando la merienda, nos hizo una chocotorta. Juana sí
que se acordó. Acá Nacho me pide el
teléfono. Gustavo se alarma, ¿habrá pasado algo? Hola, pa, llamó mamá para ver cómo me había ido en el oral de Historia.
Cierto, otro olvido. ¿Cómo te fue? Súper contesta el chico me preguntaron justo lo que vos me
explicaste anoche de la revolución francesa. Me alegro mucho. Gustavo se
queda esperando. Nada, eso, que mamá llamó.
Corta, desconcertado. Cecilia, como siempre, puente entre ellos. Gustavo registra dos hechos: él no se
había acordado del examen; Nacho no se había animado a llamarlo para
contárselo. Mamá llamó.
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