martes, 12 de noviembre de 2013

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¿Cómo te fue en lo de Leo? inicia la sesión Gustavo. Camilo sonríe, travieso ¿vos me estás preguntando por Sofía?  Gustavo  abre los codos, las palmas extendidas yo te pregunté por tu amigo pero si vos querés hablarme de Sofía... Camilo lo mira con complicidad. Cuando Leo se fue a duchar me quedé charlando con ella  un rato relargo. ¿Sobre qué? Del colegio, ella también es delegada de su curso; quedamos en que iré a su casa el viernes a la tarde para presentar un proyecto conjunto de primero y segundo año, para que nos pongan profesores de apoyo en horario extraescolar; después trataremos de enganchar al delegado de tercero; el papá de ella es abogado,  nos va a dar una mano con la nota; espero que mi papá me pueda llevar. ¿Y si no puede? Le pido a mi mamá o  me tomo un remís; no me dejan viajar en colectivo, yo me animo pero todavía no me dejan. ¿Y antes del accidente? Sí  contesta Camilo alargando la i iba a todos lados con mis amigos; ¿vos no podés hablar con mis viejos y decirles que me dejen? ¿Te gustaría que yo hablara con tus padres? arriesga Gustavo. De eso sí. ¿Y de qué no? Camilo lo mira, muy serio ¿todo lo que yo te cuento es un secreto entre nosotros, no? Por supuesto lo tranquiliza Gustavo solo aceptaría conversar con tus padres en tu presencia. ¿Ellos te pidieron? Sí, varias veces. Pero les dijiste que no se reasegura Camilo. Me negué porque consideraba que no era el momento propicio, tal vez ahora sí lo sea. ¿Y si yo no quiero? Por supuesto que no, este es tu espacio.  Camilo se queda en silencio un largo rato. Luego pregunta ¿te parece que le lleve algo? ¿Cómo? pregunta Gustavo, desconcertado. Si queda bien que le dé a Sofía algún regalo. Cómo le cuesta a Gustavo contener la sonrisa.  Podrías llevarle una golosina, a casi todas los mujeres les gustan las cosas dulces lo aconseja. Es una buena idea dice pensé en unas flores pero es demasiado jugado. ¿Y vos tenés ganas de jugarte? pregunta Gustavo. ¿¡Ganas!?  el chico abre los ojos como platos me muero de ganas  hace una mueca con la boca pero también me muero de miedo. ¿Pensás que le gustás? Sería un milagro Camilo suspira y luego sonríe, triste y ya te dije que no creo en Dios, si no le pediría gustarle la energía regresa a su rostro primero tengo que conseguir alguien que me lleve. Me parece que si le contás a tu papá cuánta importanccia tiene para vos ir, él va a encontrar la manera de alcanzarte. ¿De veras te parece? Gustavo asiente con la cabeza. Capaz le digo. Minutos después, cuando lo despide, Gustavo propone avisame cuando quieras que invite a tus padres. Dale dice el chico.


Gustavo siente ganas de compartir con Natalia el silencioso pedido de Camilo. Está pensando en eso cuando suena el teléfono del consultorio. Ya llegué, papi informa Martina vine con Clarita, ¿te acordás que te avisé? No, no se acordaba en absoluto. Juana está preparando la merienda, nos hizo una chocotorta. Juana sí que se acordó. Acá Nacho me pide el teléfono. Gustavo se alarma, ¿habrá pasado algo? Hola, pa, llamó mamá para ver cómo me había ido en el oral de Historia. Cierto, otro olvido. ¿Cómo te fue? Súper contesta el chico me preguntaron justo lo que vos me explicaste anoche de la revolución francesa. Me alegro mucho. Gustavo se queda esperando. Nada, eso, que mamá llamó. Corta, desconcertado. Cecilia, como siempre, puente entre ellos. Gustavo registra dos hechos: él no se había acordado del examen; Nacho no se había animado a llamarlo para contárselo. Mamá llamó.

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