martes, 19 de noviembre de 2013

80

No alcanza Gustavo a llegar al pasillo, con Lacán pisándole los talones, cuando es interceptado por el abrazo de Martina. Hola, papi, te extrañé, ¿por qué llegaste tan tarde?  Los miércoles tengo pacientes, hijita le explica. ¡Odio a tus pacientes!, ¡los querés más que a mí! Y que a mí no te cuento agrega Nacho saliendo de su habitación. Gustavo va al baño. Cuando sale, el chico ya está sentado a la mesa. Estoy muerto de hambre dice. Martina regresa de la cocina con una bandeja sostenida entre ambas manos. Camina con sumo cuidado. Gustavo recuerda la anécdota de Raúl pequeño sosteniendo el vaso. ¿Así que te fue bien en la prueba? comenta Gustavo. Nacho asiente, la boca llena de pan. ¿Qué te preguntaron? Serví, papi, que se enfría ordena Martina. Mientras Gustavo se dedica a repartir tarta y ensalada, la nena cuenta con sumo detalle un incidente entre dos compañeros. Sigue hablando mientras mastica. Gustavo, escuchándola a medias, mira a su hijo que, sosteniéndose el mentón en el codo apoyado en la mesa, bufa entre bocado y bocado. Si de mí hubiera dependido, no estaría aquí, piensa. Lo observa con atención. Se parece a la madre, es lindo el pendejo. De pronto la mirada del chico se fija en él. Sin embargo, los ojos son los míos, decide. La forma, el color. Son los míos, repite. Mis ojos transportados a otra cara. A la cara de su hijo. Papi, no me escuchás protesta Martina. Nacho revolea los ojos parecidos a los suyos mientras se muerde el labio de abajo. Gustavo le guiña un ojo. Nacho devuelve el gesto. Martina sigue hablando. Cuando por fin la nena se detiene, Nacho comenta me preguntaron sobre las causas. ¿Y qué contestaste? Nombré el surgimiento de la clase burguesa, el descontento de las clases bajas, la ilustración, la crisis económica y la guerra de independencia de Estados Unidos; todo lo que me explicaste, ¿viste? Gustavo lo escucha con tanta sorpresa como si Lacán hubiera empezado a hablar. Es mi hijo, se repite, yo no quise que naciera pero está. El domingo a las cinco Independiente juega con Rafaela anuncia Nacho. Pero la nona nos invitó a merendar. Yo de aquí no me muevo informa el chico andá vos sola con papá, que más querés. Gustavo recuerda a Ana María. Es mi hijo, se repite. Te llevo temprano y después vuelvo a mirar el partido con tu hermano. De paso evito el encuentro con mi suegra, piensa. Los ojos de Nacho son dos platos. ¿De veras, pa? ¨Cada día podrás sentarte un poco más cerca¨, dijo el zorro.

Ya en la cama, Gustavo piensa. Necesito una mina, piensa, mientras mete la mano dentro del piyama.

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