miércoles, 27 de agosto de 2014

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Buenos días lo saluda su padre te pedí que vinieras porque quiero arreglar con vos unas cuantas cosas y, con los feriados, solo nos quedan un par de días. Se enfrascan en clientes, pagos y facturas. Al final no me diste tu opinión con respecto a mi proyecto de sumar otro día al consultorio se atreve a plantear, de pronto, Gustavo. Creí que te habías olvidado sonríe el padre pero luego, serio comenta estuve pensando en el tema porque yo te preciso acá todos los días; ya se me complican demasiado los miércoles; se me ocurrió que es mejor opción que vengas todos los días por las mañanas, que son más complicadas, hasta que termina el turno de las 13; por supuesto que ajustando el sueldo proporcionalmente, porque voy a tener que tomar a alguien, claro, que ejecute lo que vos le dejes indicado; ya no tengo fuerzas para hacerme cargo de todo. Gustavo, azorado, descubre dos cosas: que es imprescindible en la fábrica y que su padre se está poniendo viejo. Me parece una excelente idea, porque, además, el grueso de los pacientes se concentran por la tarde; en febrero me encargaré de organizar todo de modo de poder arrancar en marzo. Se te ve entusiasmado comenta el padre cómo me gustaría verte así con la fábrica; porque siempre trabajaste con mucha eficiencia pero nunca con pasión saca un pañuelo del bolsillo del saco y se seca la frente aunque en realidad, a mí me pasó lo mismo Gustavo lo observa, conteniendo la respiración recién la fábrica se me metió en la sangre cuando murió tu abuelo. A Gustavo le sale del alma no te vayas a morir, viejo, porque esta fábrica desaparecería con vos. El padre, cabecea, y dice estoy seguro de que no, esta fábrica le dio de comer a mi abuelo, a mi padre, a mí y a vos; ¿por qué privarlos a mis nietos y a los hijos de mis nietos? Gustavo repara en que es demasiado fuerte el mandato. No puedo prometértelo, papá, espero que mis hijos puedan, desde un principio, trabajar en lo que les guste. El padre sonríe. Tendré que captarlo a Nacho dice ese pibe es una luz para los negocios, me di cuenta, desde que era chiquito, por las cosas que me pregunta cada vez que viene a la fábrica,. Gustavo descubre que hay muchas cosas que ignora de su padre y de su hijo. ¿Me conozco a mí mismo?, se plantea.

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