jueves, 21 de agosto de 2014

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No sé qué me pasa le cuenta Gustavo a Ana María espero que no sea una crisis de ansiedad. Cuénteme qué siente. De libro: taquicardia, dificultad para respirar, dolor en el pecho. ¿En qué momento comenzó? Esta tarde, en el consultorio. ¿Cuándo estaba atendiendo? Gustavo se queda pensando. No, en los intervalos. No parece tener relación, entonces, con los pacientes. No, a pesar de que estaba un poco inquieto por tener que plantear el tema de las vacaciones, me sentí muy bien atendiendo. ¿Está preocupado por su hija? Eso, siempre, pero ya está mucho mejor. ¿La fábrica? Hoy tuve una conversación con mi padre a raíz de las vacaciones, pero terminé comentándole que estaba pensando añadir otro día de consultorio el año próximo. Un paso importante, lo felicito comenta ella, un pulgar apenas levantado y luego, ya seria, añade ¿eso lo puso ansioso? No responde él, y lo tiene muy claro no es eso. ¿Qué pasó hoy? Ya le dije, la charla con mi padre. ¿Hay algo que esté por pasar?  A Gustavo se le cae el mundo encima. Si seré pelotudo, piensa. Chasquéa. Es la última noche que Cecilia duerme en casa informa. ¿Desde cuándo? Una semana; hubo mucha presión de la nena, pero hoy al desayuno Cecilia me avisó que mañana empieza a trabajar y que se va, por ahora a lo de los viejos, más adelante alquilará un departamento. ¿Tiene ganas de que eso suceda? Él se toma su tiempo para contestar. Sí y no; por breves momentos, los cuatro alrededor de la mesa, puedo fantasear que todo es como antes pero cuando se apagan las luces y mi cama está vacía y sé que ella, sin embargo, respira bajo mi mismo techo, me atrapa una mezcla de bronca y de angustia que me tiene dando interminables vueltas hasta que logro dormirme al amanecer para tener que despertarme pocas horas después para ir a la fábrica y encontrarlo a mi papá; no la estoy pasando bien, Ana María, se lo aseguro. ¿Qué siente por ella? Gustavo busca el respaldo y se apoya. No puedo precisarlo pero indiferencia, obviamente, no. Ana María lo mira como si pudiera atravesarlo. ¿Le ha dicho Cecilia si se va ir a vivir acompañada? No, parece ser que cortó la relación con el tipo. Qué raro que usted no me lo haya comentado antes. Me lo dijo esta mañana, todavía no tuve tiempo de procesar el asunto. Sin embargo, estuvo ansioso toda la tarde. Es cierto admite él. Ella mira el reloj. Ahora tiene tiempo indica. Él se echa el cabello hacia atrás y  permanece con los codos en alto. Este dato no cambia la historia: si no es con él, será con otro; ella ya no me ama. ¿Y usted? Ya sé que es un absurdo pero recurrente, siento que la enfermedad es un manejo de Martina, y me da rabia contra ella; yo había podido reparar mi vida, estaba bien con los chicos, con Natalia; ahora todo voló por el aire. Gustavo, no está contestando la pregunta, ¿qué siente por Cecilia? Él se restriega los ojos, luego, mirándola de frente admite no fui yo quien se bajó del barco. ¿Estaría dispuesto a subirse nuevamente? Él se fastidia. No insista, Ana María, me hace daño; ya nada depende de mí si es que alguna vez dependió. Veo que ha vuelto a uno de sus argumentos favoritos: las cosas le suceden sin su injerencia, por lo tanto, no es responsable de las mismas; tuvo un hijo por culpa de Cecilia, postergó su profesión por culpa de Nacho, trabaja con su padre por culpa de su familia, se separó por culpa de Cecilia, se alejó de Natalia por culpa de la enfermedad de su hija, Cecilia está en su casa por culpa de Martina y así interminablemente. Él recibe el impacto. Cascadas de ladrillos cayendo sobre su cabeza. ¿Dónde estaba usted mientras le pasaban esas cosas? Tarda mucho en reponerse. Puede ser admite, avergonzado. Creo que llegó la hora de que se asuma como protagonista; piénselo y lo charlamos la próxima. Gustavo está por incorporarse cuando recuerda el tema. ¿Cuándo se toma vacaciones? pregunta. Unos días a fines de febrero contesta ella. Qué bueno, entonces podremos seguir trabajando comenta él, aliviado.

Subirse al auto es recuperar  la opresión en el pecho. No me esperen a comer le escribe a Cecilia. En cuanto envía el mensaje, llega el alivio. No está en condiciones de parodiar la última cena. Las manos en el volante no sabe adónde ir. Con Santiago se encontró a la mañana; Natalia, imposible. Descubre, entonces, que no tiene muchas otras opciones. Estoy solo, piensa. Momento en el que suena su celular. El portero acaba de traerme los impuestos del terreno, vencen mañana le informa su madre. Él se toma unos segundos.  para reflexionar. No te preocupes, yo me encargo, paso a buscarlos ahora, ¿ya cenaste?

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