No sé qué me pasa le cuenta Gustavo a Ana María espero que no sea una crisis de ansiedad. Cuénteme qué siente. De
libro: taquicardia, dificultad para respirar, dolor en el pecho. ¿En qué
momento comenzó? Esta tarde, en el consultorio. ¿Cuándo estaba atendiendo? Gustavo
se queda pensando. No, en los intervalos.
No parece tener relación, entonces, con los pacientes. No, a pesar de que
estaba un poco inquieto por tener que plantear el tema de las vacaciones, me
sentí muy bien atendiendo. ¿Está preocupado por su hija? Eso, siempre, pero ya está mucho mejor. ¿La fábrica? Hoy tuve una
conversación con mi padre a raíz de las vacaciones, pero terminé comentándole
que estaba pensando añadir otro día de consultorio el año próximo. Un paso
importante, lo felicito comenta ella, un pulgar apenas levantado y luego,
ya seria, añade ¿eso lo puso ansioso? No responde
él, y lo tiene muy claro no es eso. ¿Qué
pasó hoy? Ya le dije, la charla con mi padre. ¿Hay algo que esté por pasar? A Gustavo se le cae el mundo encima. Si seré
pelotudo, piensa. Chasquéa. Es la última
noche que Cecilia duerme en casa informa. ¿Desde cuándo? Una semana; hubo mucha presión de la nena, pero hoy al
desayuno Cecilia me avisó que mañana empieza a trabajar y que se va, por ahora
a lo de los viejos, más adelante alquilará un departamento. ¿Tiene ganas de que
eso suceda? Él se toma su tiempo para contestar. Sí y no; por breves momentos, los cuatro alrededor de la mesa, puedo
fantasear que todo es como antes pero cuando se apagan las luces y mi cama está
vacía y sé que ella, sin embargo, respira bajo mi mismo techo, me atrapa una
mezcla de bronca y de angustia que me tiene dando interminables vueltas hasta
que logro dormirme al amanecer para tener que despertarme pocas horas después
para ir a la fábrica y encontrarlo a mi papá; no la estoy pasando bien, Ana
María, se lo aseguro. ¿Qué siente por ella? Gustavo busca el respaldo y se
apoya. No puedo precisarlo pero
indiferencia, obviamente, no. Ana María lo mira como si pudiera
atravesarlo. ¿Le ha dicho Cecilia si se
va ir a vivir acompañada? No, parece ser que cortó la relación con el tipo. Qué
raro que usted no me lo haya comentado antes. Me lo dijo esta mañana, todavía
no tuve tiempo de procesar el asunto. Sin embargo, estuvo ansioso toda la
tarde. Es cierto admite él. Ella mira el reloj. Ahora tiene tiempo indica. Él se echa el cabello hacia atrás y permanece con los codos en alto. Este dato no cambia la historia: si no es
con él, será con otro; ella ya no me ama. ¿Y usted? Ya sé que es un absurdo
pero recurrente, siento que la enfermedad es un manejo de Martina, y me da
rabia contra ella; yo había podido reparar mi vida, estaba bien con los chicos,
con Natalia; ahora todo voló por el aire. Gustavo, no está contestando la
pregunta, ¿qué siente por Cecilia? Él se restriega los ojos, luego,
mirándola de frente admite no fui yo quien
se bajó del barco. ¿Estaría dispuesto a subirse nuevamente? Él se fastidia.
No insista, Ana María, me hace daño; ya
nada depende de mí si es que alguna vez dependió. Veo que ha vuelto a uno de
sus argumentos favoritos: las cosas le suceden sin su injerencia, por lo tanto,
no es responsable de las mismas; tuvo un hijo por culpa de Cecilia, postergó su profesión por culpa de Nacho, trabaja con su padre por culpa de su familia,
se separó por culpa de Cecilia, se alejó de Natalia por culpa de la enfermedad
de su hija, Cecilia está en su casa por culpa de Martina y así
interminablemente. Él recibe el impacto. Cascadas de ladrillos cayendo
sobre su cabeza. ¿Dónde estaba usted
mientras le pasaban esas cosas? Tarda mucho en reponerse. Puede ser admite, avergonzado. Creo que llegó la hora de que se asuma como
protagonista; piénselo y lo charlamos la próxima. Gustavo está por
incorporarse cuando recuerda el tema. ¿Cuándo
se toma vacaciones? pregunta. Unos
días a fines de febrero contesta ella. Qué
bueno, entonces podremos seguir trabajando comenta él, aliviado.
Subirse al auto es recuperar la opresión en el pecho. No me esperen a comer le escribe a Cecilia. En cuanto envía el
mensaje, llega el alivio. No está en condiciones de parodiar la última cena. Las manos en el volante
no sabe adónde ir. Con Santiago se encontró a la mañana; Natalia, imposible.
Descubre, entonces, que no tiene muchas otras opciones. Estoy solo, piensa.
Momento en el que suena su celular. El
portero acaba de traerme los impuestos del terreno, vencen mañana le
informa su madre. Él se toma unos
segundos. para reflexionar. No te preocupes, yo me encargo, paso a
buscarlos ahora, ¿ya cenaste?
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