lunes, 25 de agosto de 2014

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Gustavo, la llave en la mano, se detiene. Apoya la oreja en la puerta. Ningún ruido. Abre con delicadeza. Solo está encendida la luz del pasillo. El sillón del living está con las sábanas puestas, prolijamente estiradas. Le queda claro que Cecilia todavía no se acostó. ¿Habrá pasado algo con la nena? Intentando no hacer ruido se dirige hacia los dormitorios. La puerta del de Nacho, como siempre, cerrada. La de la nena, entornada. Se asoma. Martina duerme profundamente. El baño está cerrado. Seguro que está ella, decide. Más tranquilo va hasta su cuarto, abre y entra. Dejaron la luz encendida, es su primer pensamiento. Hasta que descubre a Cecilia, envuelta en una toalla, frente al placar abierto de par en par. No encuentro el camisón, Juana lo debe haber guardado se justifica ella. Gira bruscamente y la toalla se le engancha y cae al suelo. Queda, desnuda, frente a él. Ella se agacha para recogerla. Él solo alcanza a pensar que debe evitarlo. Avanza y pisa la toalla. Ella, entonces, la suelta, se incorpora y, los brazos bajos, la boca entreabierta, lo mira. Él la abraza.

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