Su madre baja a
abrirle. ¿Llegaron los chicos? averigua
Gustavo. Creí que los traías vos comenta ella, preocupada. Les pedí un remís explica él ya estarán por llegar. En cuanto entran,
suena el portero eléctrico. La cara de su madre se distiende. Voy yo informa Gustavo. Instantes
después suben los cuatro en el ascensor. Gustavo le hace señas a los chicos de
que guarden silencio. Los pibes entran. Martina se abalanza sobre su abuela y
se abraza a su cintura. ¿Me preparaste
los ravioles? pregunta. Santiago se introduce en la cocina sin ser visto.
Levanta la tapa de la cacerola. Me parece
que son pocos comenta. Gustavo
disfruta viendo la cara de sorpresa de su madre. Más aún del abrazo en el
pasillo. ¡Santiaguito!, ¡cuánto hace que
no te veía! Minutos después los cinco comparten la mesa. Cualquier cosa hiervo otra plancha explica
por las dudas compré de más. ¡Como
siempre, abuela! comenta Nacho con la boca llena. ¡Están rerricos! dice Martina con las mejillas manchadas de salsa. Contame, Santiaguito, ¿estás de novio? pregunta
la señora. ¡Me quieren cazzzar!, Isabel,
¡estoy desesperado! exclama Santiago, los ojos en blanco, ¿Te vas a casar, padrino? pregunta el
chico. Cuidate de las mujeres, pibe, son
de lo peor dice Santiago palmeándolo en el hombro. Gustavo los observa, en
silencio. Papi, ¿estás bien? pregunta
la nena. Él, sentado a su lado, la atrae contra sí y la besa. Más que bien, muñequita contesta tratando
de contener las lágrimas.
Los chicos
mirando la tele, su madre preparando el café, Gustavo charla con su amigo,
acomodados en el sofá. ¿Cómo va tu mina? Se llama Natalia contesta
Gustavo, seco. Santiago sonríe, circunspecto ¿cómo
está la señorita Natalia, caballero? No seas pelotudo que no estoy de humor
para huevadas. ¡Qué carácter! Santiago hace una ligera pausa y luego
pregunta ¿tuviste problemas con ella? Gustavo cabecea. Ella es un encanto, soy yo el que no sabe dónde está parado. Isabel llega con la bandeja. Tres tazas.
Conversación terminada. Por suerte, piensa Gustavo.
Gustavo controla
que los chicos estén dormidos y que Lacán tenga agua. Cierra la llave de gas.
Está por acostarse cuando decide echarle un último vistazo a la computadora.
Mail de Cecilia. Las manos de Gustavo se humedecen. Se le atranca el mouse.
Solo un renglón: Regreso el miércoles
próximo a las dos de la madrugada. Gustavo cierra los ojos, aturdido por un
agudo dolor en el pecho. Se abraza a sí
mismo. Un único deseo: que se detenga el tiempo.
Fin de la Primera Parte
Fin de la Primera Parte
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