Llegó Gerardo informa María Inés mirando a Gustavo con intensidad junté
fuerzas y lo enfrenté; le dije que ya no aguantaba más y que me quería separar;
él intentó tranquilizarme, hasta propuso que hiciéramos una terapia de pareja,
insistía con que él no era homosexual, que yo me había confundido; habló tanto
y tan bien, para algo es abogado de primera, que consiguió que dudara de lo que
había visto. Ella se deja caer sobre
el respaldo y cierra los ojos. Gustavo, luego de una larga pausa, decide
intervenir. ¿Seguís dudando de tus
percepciones? No tengo fuerzas, Gustavo, nunca voy a poder contra él; me
neutraliza con una sonrisa, me hace desaparecer con un beso; me aniquila cuando
consigue hacerme el amor. ¿Lo logró? Esa primera noche no, lo atribuyó al
estrés al que yo lo sometía pero la noche siguiente sí, debe haber recurrido al
Viagra. ¿Cómo te sentiste durante todos estos días? Horrible, como si fuera un
insecto. ¿Entonces? Algo logré hacer contesta ella abriendo los ojos y
enderezándose en el asiento. Contame, por
favor. Le dije a Gerardo que necesitaba
tomarme unos días para pensar; desde el lunes estoy en lo de mis viejos, no
tenía adónde ir; mamá insistió para que regresara pero finalmente me recibió;
me hizo prometerle que no le iba a contar a mi padre el motivo del
distanciamiento. ¿Cumpliste tu promesa? No
estoy en condiciones de enfrentar a mi viejo; él es como Gerardo, me eclipsa
con una sola mirada se cubre la cara con ambas manos y añade me avergüenzo ante vos; todos tus esfuerzos
conmigo no sirvieron para nada. Estoy muy orgulloso del trabajo que hicimos
juntos, María Inés. Ella se
descubre el rostro. Lo decís para
consolarme. Él recupera la imagen de modelo de revista de alta costura y la
mide con la mujer de carne y hueso que tiene frente a él. Lo digo porque es cierto la corrige él llegaste aquí insatisfecha pero
ciega; lograste plantearte primero la duda con respecto a la sexualidad de tu
marido; lo enfrentaste sin éxito, entonces decidiste comprobarlo; acudiste al
estudio y lo verificaste a pesar de que él nunca tuvo la valentía de asumirlo y
ahora lograste irte de tu casa aunque sea por unos días; además, conseguiste
recordar los abusos de tu abuelo, te animaste a contárselo a tu madre que los
negó pero que terminó admitiendo su propia historia frente a vos; ¿te parece que
lograste poco en solo cuatro meses?, sos vos la que deberías estar orgullosa de
tus logros. Ella hace girar la alianza con insistencia. Trataré de cumplir con tus expectativas dice. Mis expectativas no interesan, solo las
tuyas. De todos modos, sé que sin tu apoyo seré incapaz de lograr nada. Gustavo
percibe que aumenta su frecuencia cardíaca. Cómo decírselo. Quería avisarte que estoy considerando la
posibilidad de tomarme vacaciones en enero. El rostro de ella se desencaja.
No puede ser dice estaba por pedirte otra sesión por semana.
No te preocupes intenta
tranquilizarla él me quedaré en Buenos
Aires, estaré disponible si sentís que es imprescindible; el miércoles que
viene lo evaluaremos juntos. Ella se incorpora, la espalda combada. De acuerdo dice.
Qué difícil es todo,
piensa Gustavo, no doy más y recién son las cinco de la tarde. ¿Cómo va, hijo? escribe. Hace días que
tiene abandonado a Nacho. No le alcanza la energía para cumplir con todos.
Tanto sobre sus espaldas. Tantos. Comiendo
facturas que trajo la abuela Isabel. A Gustavo le molesta. Ya nadie le
comunica nada. Ni siquiera su propia madre. Por suerte mañana se va Cecilia,
piensa. Se dirige al baño y se lava la cara con agua fría.