¿Tus papás no pudieron venir? Yo no quise contesta
Camilo, rotundo y luego permanece en silencio. ¿Lograron hablar de todo lo que necesitabas? Ponele contesta el
chico, ladeando la boca. Parece que no
concluye Gustavo. Me hubiera gustado
saber cómo fue todo lo de la mina pero me pareció que no daba, además me da
mucha lástima mi mamá; estoy seguro de que esa mujer tuvo algo que ver con la
demora que provocó mi accidente. ¿Se lo preguntaste? No, si fue así me imagino
la culpa que tendrá mi papá. ¿Ya le contaron a tus
hermanos? No, todavía no, están esperando que pase el cumple de Luciana. ¿Cuántos
cumple? Once y Tobías tiene tres; para ellos va a ser mucho peor; Lu dejará de
ser la única nena y Tobi ya no será el chiquitito; pobres, ¿no? Gustavo se toma unos minutos antes de decir veo que vos te hacés cargo de los
sentimientos de tu mamá, de tus hermanos y hasta de tu papá, ¿y los tuyos? A mí
no me cambia nada se justifica el chico yo
siempre seré el mayor, ¿qué me cambia? ¿La imagen de tu papá, quizás? ¡Es un
pelotudo! dice, con rabia vos
viste lo linda que es mi mamá y además es rebuena, mis hermanos hacen lío pero son lo
más, ¿me querés decir para qué necesitaba otra mujer y otra hija? Gustavo
piensa en Nacho y en Martina: también son
relindos pero Cecilia los dejó. A
veces no son elecciones, las cosas se dan sin que uno pueda dominarlas. ¡Por
eso te digo que es un pelotudo!, ¡lo hubiera pensado mejor! Veo que estás muy enojado
con él. El rostro de Camilo se transforma. Yo lo amaba a mi papa, siempre hacía todo bien, sabía de todo, se
ocupaba de nosotros, ni te cuento cómo se portó conmigo cuando me pisó el auto,
no sé cuántos kilos bajó, no me dejaba solo ni un instante. ¿Y ya no lo amás? Camilo le clava los ojos, hace doler la
intensidad de su mirada. Primero no pude
creer en Dios ahora no puedo creer ni en mi papá. Tu papá no es Dios, Camilo,
todos los seres humanos nos equivocamos alguna vez pero eso no implica que ya
no puedas creer en tu papá Gustavo hace una pausa y pregunta ¿te gustaría contarles lo de Azul a tus
hermanos? El chico niega con la cabeza. ¿Por
qué? Porque van a sufrir, Lu sobre todo. No hacerte sufrir fue el motivo por el
cual tu papá retardó la verdad. ¿Retardó?, ¡ocultó! lo corrige Camilo. Te
lo iba a decir, en algún momento iba a hacerlo Gustavo busca la mirada del
chico ¿seguís queriendo conocer a Azul?
¡Claro!, es mi hermana, pobrecita, qué quilombo le espera. ¿Se lo dijiste a tu
papá? Solo cuando estaba aquí. A lo mejor conviene esperar hasta que tus hermanos
puedan acompañarte. Quiero que la traiga porque a la nena la quiero conocer
pero a esa mujer no. ¿Le comentaste a alguien todo esto? Solo a vos contesta
Camilo sin mirarlo. En cuanto lo sepan
tus hermanos, dejará de ser un secreto; no necesitás ocultarlo. Me da vergüenza
explica. Una vergüenza sería si tu
papá hubiera abandonado a su hija, sin embargo asumió la responsabilidad de sus
actos; considero que tu papá es muy valiente. Camilo levanta los ojos.
Tanta entrega en la mirada que Gustavo se conmueve. ¿De veras te parece?
Gustavo,
mientras toma un té, se plantea qué pasaría con sus propios hijos si Cecilia
decidiera reconstruir su vida. ¿Deberían padecer también nuevos hermanos? Cecilia
sembrada por otro. A él le resulta intolerable, admite. Deja la taza sobre el
escritorio y revisa la ficha de María Inés. ¿Qué pensará hacer con su
matrimonio? Ya un par de sesiones sin tocar el tema.