domingo, 1 de mayo de 2016

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¿Tus papás no pudieron venir? Yo no quise  contesta Camilo, rotundo y luego permanece en silencio. ¿Lograron hablar de todo lo que necesitabas? Ponele contesta el chico, ladeando la boca. Parece que no concluye Gustavo. Me hubiera gustado saber cómo fue todo lo de la mina pero me pareció que no daba, además me da mucha lástima mi mamá; estoy seguro de que esa mujer tuvo algo que ver con la demora que provocó mi accidente. ¿Se lo preguntaste? No, si fue así me imagino la culpa que tendrá mi papá. ¿Ya le contaron a tus hermanos? No, todavía no, están esperando que pase el cumple de Luciana. ¿Cuántos cumple? Once y Tobías tiene tres; para ellos va a ser mucho peor; Lu dejará de ser la única nena y Tobi ya no será el chiquitito; pobres, ¿no?  Gustavo se toma unos minutos antes de decir veo que vos te hacés cargo de los sentimientos de tu mamá, de tus hermanos y hasta de tu papá, ¿y los tuyos? A mí no me cambia nada se justifica el chico yo siempre seré el mayor, ¿qué me cambia? ¿La imagen de tu papá, quizás? ¡Es un pelotudo!  dice, con rabia  vos viste lo linda que es mi mamá y además es rebuena, mis hermanos hacen lío pero son lo más, ¿me querés decir para qué necesitaba otra mujer y otra hija? Gustavo piensa en Nacho y en Martina: también son relindos pero Cecilia los dejó. A veces no son elecciones, las cosas se dan sin que uno pueda dominarlas. ¡Por eso te digo que es un pelotudo!, ¡lo hubiera pensado mejor! Veo que estás muy enojado con él. El rostro de Camilo se transforma. Yo lo amaba a mi papa, siempre hacía todo bien, sabía de todo, se ocupaba de nosotros, ni te cuento cómo se portó conmigo cuando me pisó el auto, no sé cuántos kilos bajó, no me dejaba solo ni un instante. ¿Y ya no lo amás?  Camilo le clava los ojos, hace doler la intensidad de su mirada. Primero no pude creer en Dios ahora no puedo creer ni en mi papá. Tu papá no es Dios, Camilo, todos los seres humanos nos equivocamos alguna vez pero eso no implica que ya no puedas creer en tu papá Gustavo hace una pausa y pregunta ¿te gustaría contarles lo de Azul a tus hermanos? El chico niega con la cabeza. ¿Por qué? Porque van a sufrir, Lu sobre todo. No hacerte sufrir fue el motivo por el cual tu papá retardó la verdad. ¿Retardó?, ¡ocultó! lo corrige Camilo.  Te lo iba a decir, en algún momento iba a hacerlo Gustavo busca la mirada del chico ¿seguís queriendo conocer a Azul? ¡Claro!, es mi hermana, pobrecita, qué quilombo le espera. ¿Se lo dijiste a tu papá? Solo cuando estaba aquí. A lo mejor conviene esperar hasta que tus hermanos puedan acompañarte. Quiero que la traiga porque a la nena la quiero conocer pero a esa mujer no. ¿Le comentaste a alguien todo esto? Solo a vos contesta Camilo sin mirarlo. En cuanto lo sepan tus hermanos, dejará de ser un secreto; no necesitás ocultarlo. Me da vergüenza explica. Una vergüenza sería si tu papá hubiera abandonado a su hija, sin embargo asumió la responsabilidad de sus actos; considero que tu papá es muy valiente. Camilo levanta los ojos. Tanta entrega en la mirada que Gustavo se conmueve. ¿De veras te parece?


Gustavo, mientras toma un té, se plantea qué pasaría con sus propios hijos si Cecilia decidiera reconstruir su vida. ¿Deberían padecer también nuevos hermanos? Cecilia sembrada por otro. A él le resulta intolerable, admite. Deja la taza sobre el escritorio y revisa la ficha de María Inés. ¿Qué pensará hacer con su matrimonio? Ya un par de sesiones sin tocar el tema.

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